6🍬

3.3K 464 241
                                    

-Xue...Yang- dijo el taoísta en un hilo de voz, sintiendose de golpe demasiado débil hasta para rogar. Aún así, decidió intentarlo. -Resiste aquí conmigo, por favor.

El nombrado ladeó la cabeza con una mueca desoladora. Con los ojos parecía estar diciéndole que sí pudiera hacerlo, ya lo habría hecho; que si hubiera más esfuerzos que hacer, él ya los habría agotado a todos.

-Por favor, no me dejes ahora.

El gran maestro que alguna vez forjó su imagen en la historia combatiendo seres violentos inhumanos, aquel que se acomodaba entre los puestos superiores en cuanto a referentes de los aspirantes a cultivadores más jóvenes, aquel que no había dudado un segundo cuando tuvo la idea de arrancarse sus propios ojos para que su amigo pudiese ver, ese mismo imponente hombre, rodeado de misterio, autonomía y poder, ahora se veía tan pequeño sacudiendo sus hombros en espasmos tan dolorosos tanto de ver como de escuchar. Sus manos temblaban contra sus ojos, tratando de atrapar las lágrimas y de callar los sollozos fallando trágicamente. Todo se escuchaba aún peor de lo que ya era. Parecía estar siendo desprendido de su propia carne en pedazos.

Así lo sentía.

Era un dolor tan vivo que le ardía la piel y le calaba los huesos. Era tan grande el pesar que la garganta parecía encogerse hasta asfixiarlo con cada gemido.

Sentía tanto dolor que no tenía el valor para levantar la vista y ver de quién se estaba despidiendo.

Por un momento traicionero, Xue Yang se sintió herido, porque si bien había sido él quien provocó toda la desgracia por la que ambos terminaron muertos, también estaba sufriendo, por supuesto, no tenía todas las respuestas y también, necesitaba algo de consuelo, aunque Xiao Xingchen no parecía notarlo. Por un segundo, sólo un segundo, Xue Yang se enfureció.

Fueron apenas dos parpadeos, tiempo suficiente para que un halo rojo se desprendiera de él, esfumándose en el aire al instante, pero haciéndolo volverse algo borroso a la vista.

¿Se estaba yendo?

El jóven levantó sus manos, alternando su vista entre palma y dorso, para confirmar aquello que tanto temía: Efectivamente, se estaba yendo.

Un "¡No!" ahogado le hizo levantar la cabeza furtivamente para ver aquella túnica blanca meciéndose con el viento venir hacia él. El cabello castaño, brillando con el reflejo de la luna, que le daba un aire divino. Parecía flotar en la inmensidad de la oscuridad que los rodeaba y de la que sólo podían escapar gracias a ese círculo luminoso que parecía seguirlos exclusivamente.

-Xingchen, no deberías acercarte a mí, puedo lastimarte.- sonrió hacia su propia afirmación. En los ojos ajenos encontraba una intriga a punto de desbordarse. -Si tan sólo te hubiese dicho eso antes, todo esto sería muy diferente ahora, ¿No crees?

El cuerpo que venía paró su paso en seco con la oleada de sorpresa. Retrotraerse a esos momentos no causaba más que sufrimiento en cada respiración, el tiempo estaba siendo contaminado con aquellas memorias. El mayor sacudió la cabeza, matándolas una a una.

-No vivas ahí, ya pasó.

-Es que, necesito disculparme todo lo posible- intentó Xue Yang pero sus palabras fueron cercenadas por un fuerte suspiro.

-¿Quién demonios se sigue disculpando cuando ya fue perdonado? ¿No aprecias el tiempo, crees que nos lo regalarán por siempre?- Xingchen se oía indignado por primera vez en mucho tiempo. Reaccionó como lo que debía: Alguien a quien le estaban arrebatando su regalo y debía dejar en claro que él no era sólo una parte de un remoto deseo de otra persona, también era el suyo. Él también tenía deseos, voluntades, y también quería disfrutarlo. No podía entender por qué de pronto, Xue Yang era nuevamente quién se lo arrebataba.

Caramelo ▪  [XueXiao/ Xue Yang x Xiao Xingchen]Where stories live. Discover now