Capítulo 22

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Al despertar, es como si me estuviera moviendo sobre agua espesa, fangosa.

La luz lastima mis sensibles ojos, y al incorporarme descubro que estoy tendida sobre un sillón de piel negro.
El sonido de platos al ser colocados unos sobre otros llama mi atención y al levantarme e ir en esa dirección, encuentro a las personas del servicio colocando platillos y más platillos repletos de comida deliciosa.

Escucho el murmullo de una conversación a lo bajo y al moverme a un costado por el pasillo, una voz suave me detiene.

—Señorita... Layla —giro sobre mis talones y a unos pasos de mi se encuentra Cloto—. El desayuno ya está servido.

—¿Dónde está Morgan? —le pregunto a la mujer sin moverme—. Yo no..., ¿cómo llegué al sillón?

—Cuando empezamos a preparar la mesa, usted ya estaba ahí —se encoge de hombros moviendo su suave figura—. Al parecer tenía más sueño del que parecía. Debió de quedarse dormida después de ir a buscar el cereal. Venga, siéntese.

Se acerca hasta mi y posando su mano sobre mi hombro, me guía suavemente a la mesa.

Separa una silla de las seis qué hay, y aún con la mente nublada tomo lugar.

Recuerdo haber bajado e ido a la cocina. Y sí, recuerdo haber hablando con Cloto y pedirle cereal.
Pero cuando ella me saco del lugar, recuerdo haberme..., haberme...

—¿Frutas? —su voz me devuelve de mis pensamientos y veo como me ofrece un bol gigante repleto de una variedad de frutas frescas y cortadas de una manera perfecta.

—Gracias —acepto y dejo que me sirva. Cuando va por otro platillo, la detengo por la muñeca con suavidad—. Gracias, yo puedo hacerlo.

La mujer asiente y cuando la veo alejarse, me estiro y la agarro del delantal antes de pensar tan siquiera lo que estoy haciendo.

—Yo... lo lamento, pero, ¿en verdad me quedé dormida en el sofá? —le pregunto pero los ojos de Cloto no reflejan nada cuando los miro.

—Estoy completamente segura, señorita —me asegura y tras un carraspeo, la suelto con las mejillas coloradas.

—Gracias —vuelvo a repetir.

Tras intentar buscar más en mi mente todo parece enturbiarse más, así que cuando amenaza mi cabeza con partirse por el repentino dolor, me detengo y decido comer.

Estoy terminando de servir una agradable y muy considerable porción de lo que parece ser carne bañada en salsa BQ, cuando escucho pasos por el pasillo que dan hacia las enormes escaleras.

Me asomo por el borde de mi silla y por poco me caigo al distinguir la figura que viene hacia el comedor.

En ese momento del otro lado del pasillo, ahí por donde pensaba ir antes de que Cloto me detuviera, escucho las voces más fuertes y en poco veo a Henry y a Morgan aparecer.

Henry se ve molesto como siempre y cuando miro a Morgan, este me echa una mirada rápida antes de tomar asiento en una de las sillas.

Y su ropa... Morgan en mi memoria borrosa estaba con ropa deportiva, y ahora...

—Buenos días —canturrea una voz suave y al alzar la vista, mi respiración se corta.

La misma rubia de anoche se encuentra recargada en el marco de la entrada con una sonrisa seductora de labios rojos.
El vestido ha desaparecido y lo que la cubre es una clase de batón gris transparente muy largo. De esas que ves en las películas de gente millonaria con el cuello y los puños cubiertos de peluche, y por debajo, distingo una camisa que me parece muy familiar.

Demasiado.

Las piernas quedan al descubierto revelándolas demasiado largas y muy morenas. De seguro producto de varias horas tendida bajo el sol.

Esta mujer se ve como una diosa.

Y yo me veo terrible en mi pequeño atuendo simple.

Aprieto mi tenedor con fuerza ante mi pensamiento y trato de no encogerme cuando la veo avanzar hasta donde se encuentra Henry.

Pongo toda mi atención en mi plato pero aún así puedo ver cómo pasa una mano con las uñas rojas perfectas por sus hombros de manera seductora.

Kaló proí, Agapi Mou —le susurra en el oído pero lo suficientemente fuerte para que lo escuchemos todos.

Los ojos azules como el cielo centellan cuando me mira, y con un contoneo más de caderas, toma asiento al lado de la silla de Henry.

Tomo un pequeño bocado de mi carne y cuando escucho el sonido de platos moverse y alzo la vista, veo a la rubia colocar en su plato frutas, granola y yogurt.

—Todo se ve exquisito —comenta con un ligero acento envolviendo sus palabras—. Y siempre me maravillo de las delicias que prepara Cloto...

—Pero... —dice Morgan con un tono de fastidio en la voz.

—Pero ayer me maté haciendo ejercicio —termina de decir encogiendo un huesudo hombro—. Y nada de lo que está aquí entra en mi dieta.

—Una pena, Camy, en verdad una pena —escondo mi sonrisa tras mi pedazo de carne al escuchar el sarcasmo en la voz de Morgan—. ¿Qué haces aquí?

—Pues anoche...

—Yo la invite —le interrumpe Henry mientras come—. Teníamos que tratar unos asuntos de unas tierras.

—Espero todo haya salido bien.

—Salió magnífico —asiente sonriendo ampliamente y esta vez cuando sus ojos me miran, la veo parpadear de manera exagerada—. ¿Ellas es la nueva?

—Anoche la viste cuando estábamos cenando —se limita a explicar Henry—. Se llama Leanlayle.

—Layla —interviene Morgan antes de que pueda decir algo por mi propia cuenta—. Más corto y llamativo sin mencionar, bonito.

—Un nombre extraño, debo admitir —me sonríe de lado pero su atención vuelve nuevamente a Henry—. No lo sé, Agapi Mou, tengo que atender a unos posibles compradores dentro de una hora, pero de ahí tengo toda la tarde libre y estaba pensando en enseñarte más a fondo la casa, ¿qué dices si...?

—Tengo trabajo —niega Henry y trato de no encogerme ante la frialdad de sus palabras—. Y pensaba ir a verla en este instante.

—Oh, bueno, estoy segura de que puedo cancelar mi cita y así podemos ir los dos...

—Con Layla —vuelve a interrumpir y no lo sé ella, pero a mi me ha quedado más que claro: no quiere tenerla cerca.

¡Cielos! Y pensar que anoche casi podía...

—¿Terminaste? —esta pregunta va dirigida hacia mi y al ver que solo me he limitado a picotear lo que me he servido, y probablemente sea lo único que vaya a poder ser capaz de comer, asiento—. Bien, tenemos muchas cosas que hacer hoy. ¿Nos vamos?

Trato de salir de mi estupor al ver las rapidez con la que está empezando mi mañana, y cuando Henry me arrastra detrás de él, no tengo más opción que seguirle tras una rápida despedida a nuestros acompañantes.
Pero me doy cuenta de algo: él no se ha despidido de nadie.

No se despidió de la rubia.

El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora