3: Corazón enfermo.

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Nadie comprendía qué era lo que pasaba por mi mente ni por qué hacía aquellas cosas. Supongo que esa era mi manera de descargar todo el odio y remordimiento que me consumía por dentro. Aquellos demonios internos de los que suelen hablar, vaya que sí son reales. Los míos se fusionaban en uno.

Muchas veces no lograba entender por qué me pasaba todo esto a mí y luego aceptaba el hecho de que nací enfermo. Algo túrbido ya existía desde aquel día en que abrí mis ojos y éstos se tiñeron de un negro azabache jamás conocido.

Las voces, si lograba cerrar los ojos, lo cual requería de cierta valentía, simulaban estar por todas partes y provenir de todas las direcciones. Mi lado oscuro se distribuía y ganaba espacio como la maleza misma, arrancando cualquier recuerdo feliz que alguna vez quise obligarme a sentir, pero del cual nunca pude ser digno. Ellos se aferraban a mí con sus uñas afiladas, y la sangre corría y corría del rojo más espeso que alguna vez se logró encontrar.

No vinieron a mi rescate, nunca lo consiguieron. Nadie me halló en aquel lugar, donde en las calles en penumbras habitaban las sombras. El dédalo conducía hacia el abismo, el cual se conectaba a su tiempo con el mismísimo infierno.

Ardía, cada herida que tenía era alimentada por la sal más pura de las almas que aún derramaban lágrimas durante su viaje al limbo. "Sólo llévame también", le supliqué alguna vez a la nada. ¿Pudo alguien oírme? No lo sabré pronto, pues sigo aquí, solo y tan rodeado simultáneamente. Siento que me asfixio aún cuando no respiro, siento que me falta el aire, sin embargo, no hay oxígeno. Me estoy sofocando con mis pensamientos, me ahogo con las palabras si no las dejo ir, por eso sigo hablando, aunque no tenga voz ni razón de ser o sentir.

De tantas mentiras que he dicho, ésta es la más verdadera. Más y más, siempre hay más de lo mismo. La película se repite continuamente, segundo tras segundo, día tras día, sufrimiento tras sufrimiento, pues el disco se rayó.

He llegado a tensar todo mi cuerpo, ¡lo juro! Intenté de todas las formas posibles, con todos los códigos de acceso que la sociedad podría darme, pero no encontré una salida, no tenía solución. Y aunque todos quisieron obligarme a pedir perdón, nunca tuve remordimiento ni culpa. Es que nadie nunca me pidió disculpas por la forma en que me hirieron. Quizás la culpa la tuvieron ellos.

Creo que hasta cierto punto concuerdas conmigo. Lo que he dicho se clava con detenimiento dentro de ti, cual cuchillo tajante del carnicero más aberrante que pudieras imaginar. Puede que incluso te identifiques con mi pesar.

Nosotros te entendemos, al menos yo lo hago. Un día sentí lo que tú sientes, también quise esconderme, dejar de temblar, dejar de pensar, comenzar a dudar, pero era la realidad quien pesaba más en la balanza de la vida y la muerte. ¿De qué lado estaba cada quién? No existen los lados desde donde yo lo veo; no hay bueno o malo, no hay correcto o incorrecto, solo lo que oyes en el silencio.

Algunos quisieron ponerle nombre al sentido común: demencia, obsesión, depresión, desorden mental, hijo del mal. Todos eran demasiado apáticos como para poder ver que se trataba de algo mucho más profundo que aquellas definiciones ridículas y prejuiciosas.

Se puede sentir en los huesos, te absorbe cada partícula de humanidad. Esa sensación te hormiguea la boca, ¿no es así? Más seguido de lo que te animas a admitir.

Lo más seguro es que a ti te suceda lo mismo que me sucedió a mí. Te usarán, pues ellos son el cuerpo, tu y yo los corazones huecos, y la sangre nuestra maldad. Nos quieren o nos necesitan, una vez inservibles, nos olvidan. Somos importantes al igual que desechables, pero al fin de cuentas, somos lo mismo. Un simple corazón, una sola locura, la misma enfermedad. Algo retorcido.

Un alma varada en el más profundo vacío.

Un alma varada en el más profundo vacío

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(N/A. Género misterio/suspenso).

Este relato lo escribí una noche, cuando me había peleado fuertemente con mi familia. El momento fue horrible. Quería llorar y romper cosas por dentro, pero en vez de hacer tal tontería y dado que tenía la computadora en frente, decidí canalizar todo ese dolor.

En este no voy a decir de qué habla, me gustaría que quede a su criterio, pero de igual manera quiero aclarar que tiene que ver con la depresión, que por cierto, sí lo sufrí.

¿Qué te pareció? No olvides darle una estrellita si te gustó y no dejes de comentar tu punto de vista u opinión. Realmente la aprecio. <3

¡Gracias por leer! 

By Jess G.

By Jess G

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ADCYF: El guardián del laberinto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora