𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝓸 11: las huellas en el retrovisor

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Déjame tomarte de la mano
Déjame mirarte a los ojos
Déjame, a través de mi mirada
Darte todo mi esplendor

































La distancia entre ambos labios era casi nula; justo a un instante de hacerse sentir, a una decisión de decir la verdad. Anne sentía un salto en el estómago lleno de adrenalina y latidos empujando contra su pecho. A Gilbert le temblaban los dedos y le costaba ver directamente sus ojos; era como si perdiera control sobre sus expresiones faciales y terminara haciendo gestos descoordinados y extraños, así sucedía en su cabeza nerviosa. 

Ambos tenían el presentimiento de que al unir sus bocas todas esas molestias corporales desaparecerían, y el calor entre sus lenguas les traería la calma de vuelta.

No era difícil, evidentemente sería un beso correspondido, a Gilbert le gustaba ella.  Al perfecto muchacho de ojos pardos y rulos perfectos, a ese chico que robaba corazones y era conocido como el más inteligente, caballeroso y atractivo de Avonlea; le gustaba Anne, la huérfana. Dentro de su cabeza normalmente no tendría explicación, ella no sería suficiente, pero con el pasar del tiempo se comenzó a sentir una mujer real. 

Así se sentía cada vez que miraba su reflejo y se admiraba, cada vez que se pedía perdón y se perdonaba cariñosamente, cada día que seguía viva, luchando contra un montón de circunstancias que la han golpeado; entonces ella era la más fuerte del mundo, y eso la hacía sentirse preparada para ser amada por Gilbert Blythe. 

Quizá era tonto, pero aún así, nada le quitaba el temor. Hasta donde ella sabía su amigo nunca había besado a nadie, en cambio ella había tenido su primer beso con Cole, y una vez se dio un  casto beso con su mejor amiga. 

Estaba decidida a acortar la distancia y sumergirse de una vez en el tacto de ese muchacho que tantos sentimientos había despertado en ella; cuando de repente escuchó un grito a lo lejos.

—¡Gilbert!— seguía el grito serio de una voz  masculina que ambos sabían reconocer. El chico tomó unos segundos para descansar su frente en el hombro de la pelirroja, resignado a tener este ansiado momento. Poco después escuchó cómo unos pasos se acercaban más entre el pasto, por lo que se puso de pie y le ofreció la mano a su amiga para ayudar a levantarse.

Cuando vieron a Bash lo suficientemente cerca el hombre simplemente se detuvo, mirándolos sin palabras en su mente. Gilbert esperaba escuchar un motivo para aquella interrupción, pero no fue necesario; al  mirarlo supo de qué se trataba maso menos el asunto, y se limitó a seguirlo con prisa.

Al llegar a casa Anne seguía desconcertada pero con miedo de preguntar cualquier cosa, ambos estaban totalmente serios y pensativos, al parecer era la única que no entendía qué pasaba. 

~Las Flores Del Invierno~  ShirbertWhere stories live. Discover now