El Inicio

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El sol brillaba calurosamente, como notó Bakugou cuando entró en la cocina para preparar el café del desayuno; cuando terminó, lo puso todo en una bandeja y lo sacó a la terraza para disfrutar del sol de primavera. Tomarse su tiempo para desayunar tranquilamente se había transformado en un hábito para él y esa mañana no era diferente. Era lo mejor del día, pensó satisfecho mientras leía el periódico y disfrutaba del desayuno. Hojeó la sección de negocios y estaba a punto de volver una página cuando vio de refilón una foto suya en una esquina.

Hmm...- Monoma estaba maravilloso. El perfil era perfecto, su sonrisa correcta y su actitud entrenada para presentar su imagen más atractiva. Miró el pie de foto y entornó los párpados: "Celebrando la reciente adquisición de los Bakugou, Katsuki Bakugou, el multimillonario empresario y Neito Monoma, disfrutan de una velada en el restaurante Han no Daidokoro. Sonrió ampliamente.

Sí, podía decirse que era rico y triunfaba en los negocios, pensó satisfecho.

Vivía en una hermosa casa en uno de los mejores edificios de Tokio, poseía un envidiable montón de inversiones y tenía posesiones en varias capitales; podía parecer que lo tuviera todo. Lo que los periodistas no tocaban era su procedencia, la pobreza suburbial en la que se había criado, el menos que saludable lugar de educación donde había sobrevivido, todo eso no se nombraba. Desde siempre él había querido algo más que solo una existencia en la parte mala de la ciudad, más que una vida teniendo que vigilar que no apareciera alguien con aspecto de policía, con la necesidad de ir siempre un paso por delante. No había nada que no hubiera visto, pocos tratos que no hubiera hecho; de pequeño, siempre había querido salir de allí, salir de un mundo gris donde la supervivencia era la única ambición, tener la sabiduría de la calle era solo parte de su éxito. La educación era la otra y había luchado por ella de la única manera que conocía, ganando becas y graduándose con honores; no por la gloria de esos honores, no por agradar a sus padres, sino por él mismo, y había tenido éxito. Con veintiocho años, estaba exactamente donde quería estar.

Podía tener cualquier mujer u hombre que quisiera y les tenía con frecuencia, selectivamente; de todas formas, su último compañero estaba siendo bastante permanente y, aunque era cierto que disfrutaba con él en la cama, Katsuki no tenía el menor deseo de una relación duradera, ¿Había una mujer única para un hombre? ¿Un hombre? ¿Único? De alguna manera, lo dudaba. Entonces, sonó su teléfono móvil y contestó.

- Buenos días, cariño - dijo una voz suave e intensamente felina. Seguro que lo hacía así como recordatorio de que Bakugou no había querido compartir nada con él la noche anterior.

- Monoma - respondió seco

- ¿Te molesto, cariño? -

- No -

- Pensé que podíamos cenar juntos esta noche - Él apreciaba sus ansias, pero prefería ser él, el cazador.

- Tengo cosas que hacer -

- ¿En otro momento, entonces? - Se había recuperado rápidamente, pero la necesidad de seguridad seguía allí y él decidió ignorarla.

- Tal vez - dijo y cortó la comunicación.

Echó un vistazo a los inmaculados jardines que rodeaban la casa, pasó por las brillantes aguas de la piscina y las pistas de tenis, las flores y los setos, antes de dedicarle de nuevo su atención al periódico, se sirvió otra taza de café, miró su reloj y luego untó mermelada en la última tostada. Cinco minutos más tarde, entró de nuevo en la cocina y empezó a llenar el lavavajillas, luego subió a su habitación a vestirse; tenía una buena cantidad de trajes y ese día se puso uno de Armani, una corbata de seda y zapatos italianos, tomó su cartera y el maletín, seguido del ordenador portátil y bajo de nuevo a la planta baja, encendió el sistema de seguridad, se dirigió al garaje y se sentó tras el volante de su coche último modelo y tope de gama.

Amantes por contratoWhere stories live. Discover now