Acuerdos

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Bakugou tomó el documento que había llegado por correo horas antes; el contrato pre-nupcial, todo muy legal y contenía las cláusulas suficientes como para cubrir cualquier eventualidad y más. Hojeó el documento, quince meses ¿Qué le había hecho extender el plazo de tiempo? Bien podría querer dejarlo en mucho menos tiempo, incluso tenía una cláusula que contemplaba esa posibilidad; también había otro documento separado, en el que renunciaba a interponer cargos contra Midoriya Hisashi y otro más que contenía un acuerdo privado entre Bakugou Katsuki y Midoriya Izuku. La cuestión era ¿llevaría todo eso a cabo?

Sopesó los pros y los contras y siguió su instinto, como había hecho con todas las demás decisiones que había tomado en su vida. Había una ventaja en eso de tener un amante: que las ataduras estaban claras, aquello era poco más que un acuerdo de negocios bien definido. Tomó una pluma y jugueteó ausentemente con ella, luego la dejó y buscó un archivo, apuntó una dirección y llamó a su secretaria para decirle que se marchaba por un rato, que si se le necesitaba con urgencia, lo localizara en el teléfono móvil, luego tomó su chaqueta, se la puso y tomó las llaves.

Midoriya escuchó el timbre que indicaba el final de la clase y del día escolar, suspiró aliviado, enseñar literatura inglesa a chicos de dieciséis años que venían de muy distintos ambientes era una forma de arte en sí mismo. Conseguir y mantener su interés era difícil, pero normalmente, Izuku podía hacer que la asignatura fuera divertida. Ese día se sentía cansado, tanto por la falta de sueño como por la salud de su padre y por la intriga acerca de si Bakugou Katsuki se pondría en contado con él o no; habían pasado ya tres días desde su entrevista con él, no lo había llamado y estaba empezando a ponerse nervioso. Ordenó sus cosas, las metió en el bolso y se lo echó al hombro, luego tomó unos libros y se los apoyó en la cadera antes de seguir al último de los estudiantes al pasillo. Por suerte, no había ninguna reunión de profesores, así que podía irse directamente a casa a preparar unos exámenes para el día siguiente, ducharse, comer algo y llamar al hospital antes de ir al restaurante.

- Hola, Teacher Midoriya - levantó la cabeza y sonrió al estudiante que le había saludado

- Hola, Kouta -

- ¿Le llevo los libros? -

- Si quieres... - dijo Midoriya y se los dio.

- ¿De verdad que Shakespeare trabajaba por en cargo? -

- Es cierto - Contestó. En el exterior, el sol de la larde se filtraba por entre los árboles.

- Algunas de sus obras fueron hechas por encargo - añadió él - Y escritas en un estallido de creatividad nacida de la desesperación -

- Eso era lo que me había figurado - Cuando se fueron acercando al aparcamiento, Kouta preguntó preocupado:

- ¿Tiene problemas, profesor? -

- No, ¿por qué? - Respondió curioso

- Porque hay un tipo bien vestido junto a su coche - Izuku levantó la mirada y se quedó helado; Bakugou Katsuki estaba ahí.

- ¿Quiere que me encargue de él? - El pensamiento de Kouta enfrentándose con ese hombre era para reír. Pero él ni siquiera sonrió

- No pasa nada - Kouta le miró y luego miró también al hombre que estaba esperándolo indolentemente, como si tuviera todo el tiempo del mundo

- ¿Está seguro? - preguntó el chico. Con solo verlo, había reconocido el aspecto del hombre y no sabía si su profesor tenía idea del calibre de ese tipo - Puedo ir a por ayuda -

Amantes por contratoWhere stories live. Discover now