❝ Tú viniste a mi como una cálida lluvia de primavera y me despertaste de mi largo sueño ❞
Ella despierta del coma, en un mundo que está en las puertas de su fin y él parece ocultarle cosas, incluso su verdadera naturaleza. ¿Como creerle? El rey de...
— El parece un buen chico, pero... sí es muy abrumador me puedes decir, al final no está permitido que se quede aquí fuera de las horas de visita. — la interna trenzaba su cabello negro mientras me acompañaba a mirar por la ventana al tal Jungkook.
Ayudaba a las señoras de la cocina con los cilindros de leche sin ningún esfuerzo.
— ¿Como se queda entonces?
— Convenció a todo el mundo de que puede ayudar, en los hospitales una mano nunca está de más... ayuda a llevar a los enfermos, con las camillas, los alimentos que llegan al comedor, comprar snacks para el personal...
— Parece muy decidido.
— Algo así, ¿no te ha dicho nada aún?
— Solo me quedo viendo comer por dos horas sin decir nada... antes de irse me dijo que me llamaba Kim Hanam. — recordé como unos minutos antes viví los momentos más incómodos de mi nueva vida, el viéndome comer sin más y yo demasiado tímida para hacerle más preguntas. — también ya sé que he estado aquí cinco meses.
— Eso es porque es lo único que tiene permitido decirte, entiéndelo un poco.
— ¿Lograre salir de aquí algún día?
— No depende de mí. — se encogió de hombros y dándome una sonrisa tomó la bata que reposaba en una silla al lado y se despidió con su mano. — hasta aquí llego mi turno...
— ¿No la volveré a ver?
— No lo sé, es probable que en unos días me cambien de hospital, aun así, si necesitas algo este es mi número.
Era una tarjeta de color rosa, "Yan Iseul" y un numero de Seúl.
— ¿Es de Seúl? Pensé que había nacido aquí en Busan.
— No, en mi último año debo ir a diferentes lugares. Sin embargo... he estado más en Busan que en cualquier otro lugar, aquí vive gente que aprecio.
— Muchas gracias por todo... incluso brindarme su amistad este tiempo.
— A ti muchas gracias por despertar, espero te mejores pronto.
Ella me sonrió dando palmadas en mi hombro y dejó la habitación. Los últimos días habían sido muy extraños, ya me podía mover con facilidad y los exámenes eran alentadores. Lo que no si no sabía era que si saldría de aquí a casa (si es que tengo una) o iba directo a un manicomio.
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— Salgamos. — me dijo esa tarde cuando fue a llevarme el almuerzo.
— ¿Disculpa?
— Seguirás enferma si te quedas aquí...
— No te conozco.
Baje los palillos y su mirada tan transparente me mostró que algo lo había lastimado. Me sentí mal pero no di mi brazo a torcer, ¿esa sería una característica mía del pasado?