839 71 12
                                    

Capítulo Dos:

La quiero sólo a ella

...

-

Señor, las mujeres han llegado- Hablo uno de los sirvientes con temor.

-Trae a mi asistente- dijo mirando los documentos del escritorio.

Él sirviente salió en busca de su asistente, no pasó mucho para que este entrará y escuchará a su señor.

-Mi señor- dijo haciendo una reverencia- ¿Qué necesita?

Él hombre saco del cajón aquel dije plateado entregandolo al hombre, mientras este lo examinaba.

-Quiero a Geraldine Legrand para esta noche.

- Señor- el asistente lo miro confuso- ¿Ya a elegido prometida?.

-Puede ser, sólo traela ante mi, cueste lo que cueste- el juez miro a su asistente con impaciencia.

...

Las mujeres se encontraban en la sala de juicios esperando la llegada del ministro, todas relucian vestidos escotados, mostrando su cuerpo, con tal de atraer al ministro.

-Geraldine Legrand - el asistente llego a la sala, estaba seguro de haber oído ese nombre.

De entre la multitud salió una mujer castaña de ojos marrones y piel bronceada.

-Acompañeme- indicó a la joven que lo siguiera hasta llegar con su señor.

-Deme un momento-entro anunciando su llegada lo cual hizo sonreír al ministro.

Por la puerta entro la joven castaña, era hermosa, pero no tenia ningun parecido a la mujer de dias anteriores.

-¿Quien se supone que es ella?-pregunto al asistente, la mujer hizo una reverencia y se presentó.

-Geraldine Legrand mi señor.

- ¿El colgante en la mesa es suyo?- señaló el accesorio, a lo que ella asintió.

- En efecto, hace algunos días lo robó un gitano. Me alegra tenerlo de vuelta.

-Puede irse por donde vino- lo había engañado, esa mujer resultó muy lista, la encontraría y la castigará de maneras que él sólo podía imaginar.

La marca en su cuello apenas y era visible, aún así, imaginar a ella bajo él lo hacía perder la cabeza, aquella gitana no era nada a su lado.

-Mi señor, ¿quiere que haga pasarlas?

- No, alista mi caballo- Haría una visita a Quasimodo, le llevaría algo que comer al deformado.

...

-Perdoneme padre, porque he pecado.

-Te escucho hija mia- el padre hablaba al otro lado de la pequeña ventana.

-Hace algunos días he asesinado a un hombre, cada día estoy un paso más de mi venganza, pero, no puedo evitar sentirme mal-esperaba  la respuesta del padre.

- La venganza no te traerá nada bueno Camile, es la cuarta vez que vienes en un mes.-Dijo algo inquieto.

-Confieso arrepentirme padre, pero yo sólo quiero justicia-Hablo un poco enfurecida.

LA CODICIA DEL MINISTRO Where stories live. Discover now