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Capítulo Ocho

Recuerdos de Antaño

...

Flavio se encontraba atado de manos en una celda subterránea, el pañuelo en su boca le impedía emitir algún grito de auxilio, podía esperarse la traicion de César, ambos estaban enamorados de  Camile, claro que César tenía un mejor puesto al ser un general Florentino, su apellido tenía peso por toda Italia.

Flavio sabía que comparado a César era un simple campesino, no tenía un gran puesto, sólo era un guardia Florentino, su apellido apenas y era conocido. César tenía las de ganar, siempre fue el favorito de Giovanni, justo como él repetía siempre en alguna reunión.

CÉSAR  ERA EL HIJO QUE TODO HOMBRE DESEABA

Un hombre fuerte, valiente, de buen puesto y linaje puro. Para empeorar su sufrimiento, Claude Frollo peleaba por Camile, aunque, Claude había ganado sin esforzarse tanto en sólo un mes, sólo un mes bastó para sacar del juego a César y Flavio. Un título, porque eso era, sólo un título nobiliario fue suficiente para ganarse a Giovanni.

La traición de sus amigos lo hacía hervir en rabia, Leonardo era el lamebotas de los Medicci, así que sabía que cumpliría cualquier misión. Pero Maurizio, Maurizio era su mejor amigo, que él hubiera participado en esa traición, aún sabiendo lo que significaba Camile.

-¡Flavio!, ¿Aún estas con vida?- Maurizio pregunto a Flavio, pero sólo obtuvo un gruñido de su parte.

Maurizio abrió la celda para poder estar más cerca de su amigo. Le quito el pañuelo de la boca evitando algunas mordeduras.

-Hey, calma amigo- Maurizio trataba de calmar a Flavio.

-¡Tú!, ¡perro malnacido!, ¿Cómo te atreves a llamarme amigo?- Flavio grito a Maurizio, tiraba con fuerza de sus cadenas.

-Shhh, baja la voz, nadie sabe que estoy aqui-Maurizio susurraba-Creeme que yo también estoy molesto por esto.

-¿Pretendes que te crea?,¿Qué seguro tengo de que no me traiciones de nuevo?.- Flavio miraba con odio a Maurizio, si no estuviera encadenado le rompería la cara.

-Te sacaré en un momento sólo escucha, conseguí un par de caballos, si nos damos prisa interceptaremos a  Camile en los límites de Francia- Las palabras de Maurizio calmaron a Flavio lo suficiente.

-Lamento haberte llamado, perro malnacido y también hijo de puta.- Flavio hablaba a Maurizio con calma.

-Nunca me llamaste hijo de puta, Flavio-  Maurizio le decía confundido  a Flavio mientras abría los candados de sus manos.

-Quizá lo pensé -Flavio respondió con una sonrisa

Maurizio había terminado su trabajo, le extendió un par de botas y una gran capa que cubría su rostro completamente.

Aprovechando que Giovanni de embriagaba junto a Leonardo fueron hasta el establo, tomaron un par de caballos y corrieron en busca de Camile.

...

La celebración del compromiso del ministro sería en un dia más, la mayoría de trabajos estaban hechos, sólo faltaba la prometida del ministro.

Por otra parte, Claude preparaba las mejores palabras para el discurso que daría la siguiente  noche, también se había tomado la molestia de elegir algunas prendas para su futura esposa, mando decorar una gran habitacion con todo lo que Alonzo pidió. Asegurándose personalmente que estas fueran hechas correctamente, lo cual lo calmo un poco.

Alonzo había sido recompensado por el ministro, pidió una semana libre, la cual se cumpliría al pasar el anuncio.

Por las calles de París se rumoreaba la apariencia de la esposa del ministro, muchos especulaba que se trataba de una mujer mayor, suponiendo la edad del Ministro, que cruzaba cerca de los 50 años. Otros simplemente decían que sería igual a él o quizá peor.

¿QUÉ MUJER EN SU SANO JUICIO ACEPTARÍA A UN HOMBRE ASÍ?

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.
El trayecto hasta París estaba cerca de concluir, Camile estaba emocionada de ver  nuevamente a ese hombre, sabía que debía aparentar estar encantada con él, sin embargo esta nueva posición la colocaba más cerca de su objetivo.

Se dio cuenta de como sus amigos reaccionaron.

Leonardo había comprendido el plan de Camile, aún así no dejaba de advertirle los riesgos que suponía su plan. Por un lado podría llegar a ciertas actitudes maritales con Claude, porque al fin de cuentas era un hombre, y tarde o temprano pediría lo inevitable. También estaba el hecho de que podría trincar sus planes, y eso no era conveniente.

César, el general que la escoltaba con esmero no estaba muy convencido de su decisión, como caballero no se permitió el lujo de entrar en detalles, acción que Camile agradecía, pues era consciente del gran amor que César le profesaba desde hace años, amor que quizá podría corresponder al concluir su objetivo.

Flavio, Camile entendía los coqueteos bien disimulados que el rubiete le lanzaba apenas verla, su amigo era agradable y respetuoso, pero no podía verlo más allá de un amigo, era su compañero de aventuras, su amigo de la infancia, lo veía como un primo o un hermano mayor.

Camile recordaba las aventuras que tenían antes de que su padre los separará, correr por toda la casa con dulces robados de la cocinera, jugar con las cosas que Giovanni guardaba en su estudio o simplemente trepar árboles.

Cuando Giovanni anunció que su compañero de entrenamiento sería César estaba muy feliz, conocía a César desde que tenía memoria, incluso tenía un cuadro de ambos en su habitación. Su relacion fue muy grande, claro que con Leonardo fue distinto, el era más como su hermano mayor, y para ella no existía persona más valiente que César.

Desde que cumplió veinte años, Camile ya esperaba que el principal candidato para ella fuera César, pero en aquel entonces Camile no estaba muy interesada en relacionarse con alguien. Así que persuadiendo a su padre, le pidió estudiar más, un pretexto para evitar hablar de matrimonio y ganar tiempo.

No pudo continuar evitando el tema, así que antes de ser obligada a cualquier cosa por Giovanni, Camile escapó de  Florencia, por unos años no se supo mucho de su paradero, pero eso no fue impedimento para no centrarse en su venganza.




LA CODICIA DEL MINISTRO Where stories live. Discover now