CAPITULO 7

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Elena Sámaras.

Abrí los ojos sintiendo la luz del sol que se filtraba por la ventana quemar levemente mi piel. Estire mi cuerpo, eliminando lo que quedaba de cansancio. Me quede sentada en la cama, prestando atención a los sonidos externos. No se escuchaba nada. No había aire, ni los ruidos que hacen los animales en el bosque, ni siquiera voces provenientes de Arcadia.

Confundida me levante de la cama y me dirigí a una de las ventanas de mi habitación que tenían vista directa hacia la manada. Fruncí el ceño por lo que veía, parecía estar abandonada.

-Anker? Caronte?.- llame a mis dos guardias. Ninguno contesto.

-Alguien viene.- susurro Hayzel.

Olfatee el aire buscando el aroma de quien se acercaba. Mi piel se erizo por completo y mi loba comenzó a gruñir. Su olor tan jodidamente conocido. Tabaco y pino recién cortado con toques de lima.

Toco a la puerta tres veces para después reírse. Pase la lengua por mis labios y toque mi vientre en un intento de calmarme.

Escuche el girar de la perilla de la puerta, seguido de sus pasos firmes al entrar a mi cuarto.

-Sé que estoy soñando.- hable en voz alta.- Porque yo te mate hace meses. Estas tan muerto como todo lo demás.

Sus pasos se detuvieron a mi espalda, podía escuchar el sonido que hacían los músculos de sus labios al sonreír.

-Lo sé hermana y aun así me pregunto cómo es que puedes dormir en las noches.

-Volvería a matarte si tuviera la oportunidad.- conteste.- Es una lástima que el cuerpo solo pueda morir una vez. Que haces aquí Héctor?

Suspiro fuertemente hasta colocarse junto a mí, gire la cabeza para mirarlo. Su rostro no era más que carne y musculo hecho jirones, su cráneo era una deformidad entre hombre y lobo.

-Dímelo tu.- respondió.- Es tu sueño.

No respondí.

-Siempre fuiste mejor que yo en todo.- replico.- Incluso fingiendo ser buena. Buena hija, buena hermana. Buena Alpha.- me miro con el único ojo que le quedaba.- Pero eres peor que yo. Siempre lo fuiste, siempre quisiste esto.

Me solté a reír.

-Solo eres un mal recuerdo Héctor.

-Si solo soy un recuerdo cómo es que puedo ver tu presente.- me miro a los ojos para después mirar mi vientre y pude ver el desprecio en su rostro. Un rostro lleno de sangre y musculo expuesto.-y tu futuro?.- sonrió a medias.

Abrace mi abultado vientre de manera inmediata, la mirada que le había dedicado a mi hijo aun no nacido me enfureció.

-Quizás los hayas engañado Elena, pero a mí no. Siempre has sido una maldita hija de perra.

-No. No soy como tú y no soy tu hermana.

-Claro.- sonrió.- Solo mira a tu alrededor. Muerte y destrucción es lo que traes es lo dejas en tu camino. -Y todo por amor... vaya mierda Elena!

Lo tomo del cuello y lo estrelle contra la pared haciendo vibrar por completo la mansión. La viscosidad del musculo de su garganta era desagradable al sentirse.

--Quizás.- respondí.- Puede ser que lo único que provoque sea muerte, tan solo mírate.- apreté mi agarre en su cuello.- A ti te quise muerto ¿y como estas ahora?.- sonreí.

Me tomo de la muñeca y escuche mis huesos romperse. Lo solté de inmediato pero el no a mí. Me acerco a él hasta sentir su helado pecho.

-No puedes lastimarme.- sonrió.- Ya no. Estoy en el Inframundo ahora y tú no tienes ningún poder sobre nosotros. Recuerdas a Gabriel? A Victoria? Todos estamos aquí, esperándote.

LA ALPHA: ÉXODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora