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— A tu izquierda.

El hombre de oscura tez continúa corriendo, se pregunta quién es aquel que lo rebasa y cada vez le dice "a tu izquierda", ¿cómo es posible que una persona pueda correr tan rápido? Lo ha hecho día tras día, él sale a correr por las madrugadas, cuando el sol aún no sale y mientras corre puede mirar el amanecer, viste prendas de ejercicio que lo relacionan al ejército; puede que sea la razón por la cual Steve ha tenido esa confianza con él, pero Sam no sabe: — No lo digas — le dice, cuando lo ve acercarse tan rápido que es imposible de creer, excepto si como él, se le puede mirar.

— A tu izquierda.

Y no le dice más, pero para Sam es suficiente, una simple y pequeña frase le dice mucho, no quiere escucharla más, ya no desea ser alcanzado, quiere correr más veloz que el hombre ese. Mas no es fácil, y es que Sam no sabe que compite contra Steve Rogers, el Capitán América en persona.

Se sienta a la sombra de un árbol cuando ha acabado su rutina, respirando con dificultad y cubriéndose de los rayos de sol que son más fuertes esta mañana; entonces el sujeto que cada mañana contra él corre, lo mira con una sonrisa.

— ¿Necesitas ir al hospital, tal vez un respirador?

— Sí, muy gracioso — responde y de inmediato estira su mano a él — Samuel Wilson.

— Steve Rogers.

— Por supuesto — ahora todo cobraba sentido, Sam se pone de pie, no puede creer que esté conociendo al Capitán América, pues claro que es otro fan del hombre que solo rescató a todo un escuadrón, había una foto suya con el uniforme, en la base principal del ejército, todos sabían muy bien quien fue el capitán Rogers; Sam estaba frente a un héroe, sin embargo logró esconder muy bien su sentir, Steve ni pudo darse cuenta de su admiración.

— Es un gusto conocerte, Sam — dijo, y hablaron sobre cosas que los soldados suelen discutir, se contaron cosas simples de su estadía en el ejército, y Sam recomendó un álbum y más música que a su parecer debía ser escuchada.

Luego vino en un auto una mujer bella de rojizos cabellos, se llevó a Steve con ella. Una misión más para shield, parecía ser que se habían infiltrado en seguridad nacional, y ellos debían descubrir si aquello era verdad o una mentira, y lo más importante quién, quiénes y por qué.

Ingresar al centro de operaciones de la seguridad nacional de los Estados Unidos no era ni de lejos la cosa más fácil que alguien podría hacer, habían más guardas armados de lo que gustaría a cualquiera, incluso parecía ser que más de los necesarios. Shield había puesto a su disposición un equipo de unos seis hombres, todos ellos a las órdenes de Steve Rogers, seis estaban bien, menos hombres son más fáciles para pasar desapercibidos y menos personas por las cuales deba preocuparse, porque no importa si ha perdido soldados en el pasado, él siempre se preocupará por cada una de las personas bajo su mando. Cuando ingresaron finalmente, Natasha fue a robar la información necesaria, eran un equipo, y se había decidido que mientras ella adquiría en su pequeña llave toda información que pudiera decirle quiénes estaban detrás de los supuestos infiltrados; Steve y los agentes no permitirían a nadie llegar hasta ella. No fue sencillo, pero se logró; y se fueron de allí, dejando un puñado de hombres inconscientes, en su mayoría debido a un buen golpe del Capitán Rogers.

— ¿Hydra? — Steve no sabía cómo sentirse al respecto, Nick que conocía todo el dolor de cabeza que dicha organización les causó allá por los años de la segunda guerra mundial, no supo decirle cosa alguna — Pensé que los habíamos acabado.

— Parece ser que es una organización más grande de lo que usted o yo creíamos, capitán.

— Y tenemos como su líder, nada menos que al secretario de seguridad nacional — habló entonces Natasha, sentándose con comodidad poco debida en una silla que ahí había. Steve no se sentó, se sentía frustrado, molesto consigo mismo, ¿acaso su sacrificio no había valido nada? Salvó a muchas personas llevando las bombas al mar, pero creyó haber acabado con Hydra, y se da cuenta, más de setenta años después, que esa organización sigue funcionando.

— Esta vez yo estaré a cargo — impuso Steve — lo lamento, director, pero se han infiltrado y usted ni siquiera los notó, no podemos confiar en lo que lo mismo en que hemos confiado hasta ahora.

Natasha le dio la razón, María también, y aunque no deseaba hacerlo, al final Nick Fury permitió a Steve tomar el mando completo de aquella misión. Steve sabía a qué se enfrentaba, sabía que era casi una misión suicida, Hydra había asesinado a Bucky y por Hydra debió estrellarse contra el mar y perder a su familia; no sería fácil, lo tenía bastante claro, pero no había miedo de su parte, sino solo una enorme necesidad por acabar esa maldita organización desde sus cimientos.

Reunió un equipo: una mujer rubia que le dijo ser sobrina de Peggy, Sharon es el nombre de ella, y ya que trabajaba en las oficinas de seguridad nacional sería un activo valioso en el equipo; Natasha -a quien ya considera una buena amiga- claramente es parte del equipo; y también Sam, quien se ofreció sin tener que Steve debiera insinuar cosa alguna, habló sobre haber sido parte de un proyecto en el ejército, "falcon" lo llamaban ellos, pero "Sam" es como lo llamará Steve.  

El amor que murió y renació (Stucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora