Capítulo 29

4.3K 265 18
                                    

Luisita POV

Las lágrimas cubrían mis ojos por completo y no tenía muy claro a dónde ir. Empecé a caminar sin rumbo. Por mi cabeza pasaban imágenes de Amelia, sus besos, sus "te quiero". "¿Quién es Amelia Ledesma? ¿De quién me he enamorado?"- me preguntaba una y otra vez. "No puedo confiar en una persona que no ha sido sincera conmigo. Si la relación que tenía con Camila Cabello había acabado hace tiempo, ¿por qué se habían vuelto a ver? ¿Por qué Amelia no me lo había contado? ¿Por qué no confiaba en mí?

El pecho me dolía y empezaba a faltarme el aire debido a las lágrimas y al caminar tan rápido.

Al cabo de las horas, me senté en un banco exhausta. Me dolía todo el cuerpo y no sabía dónde estaba. Había estado dándole vueltas a todos los detalles de mi relación con Amelia y no me había dado cuenta ni a dónde estaba yendo ni que ya había amanecido. Me quedé ahí sentada bastante tiempo hasta que una voz me sacó de mis pensamientos:

-¿Luisita? - oí la voz de una mujer - ¿Luisita, eres tú?

Tardé unos segundos en reaccionar, pero al girar la cabeza vi una cara conocida. No me salía ninguna palabra, pero la mujer se sentó a mi lado y me cogió la mano.

-¿Pero qué haces aquí, muchacha? Si estás helada. Anda, vamos a casa a que te prepare algo caliente.

Me ayudó a levantarme del banco. Estaba tan cansada que me costaba caminar. A los pocos minutos llegamos a su casa, esa casa que me traía tantos recuerdos de cuando era niña.

-Ya estamos en casa. Dime ahora qué te ha pasado, por qué estás así - me dijo con preocupación.

-Yo... yo... - empecé a llorar. Estaba agotada emocional y físicamente.

-Está bien. Ve a la ducha, ahora te dejo preparada una toalla y algo de ropa de algún día que os habéis quedado aquí a dormir tu hermana o tú. Mientras entras en calor, te prepararé algo para comer y luego, si quieres, hablamos.


Cuando salí de la ducha, la casa olía a tostadas y café, como siempre que me había quedado a dormir allí. Me senté en la mesa y le di un sorbo al café. Noté que me estaba mirando y entendí que la situación requería algún tipo de explicación.

-Gracias, tía Benigna - y me sonrió, alegrándose de que por fin le estuviera hablando.

Benigna era la mejor amiga de mi madre desde la infancia y había sido como una tía para mí y mis hermanos. Conocía a Amelia de las veces que nos habían invitado mis padres a comer. En todas las comidas familiares, Benigna era indispensable.

-¿Te encuentras mejor? - preguntó.

-Sí - susurré apartando la mirada.

-No quiero que te molestes, pero he llamado a tus padres para preguntarles si había pasado algo y me han dicho que estabas pasando el fin de semana fuera con Amelia. ¿Qué ha pasado?

"Amelia" - me retumbó.

No respondí y ella pareció entender.

-Vamos a hacer una cosa: voy a llamar a tus padres de nuevo para no preocuparles y les voy a decir que te quedas aquí unos días. Imagino que igual necesitas estar sola un tiempo y con tus hermanos alrededor a lo mejor es un poco molesto. Sabes dónde está tu habitación y también sabes que yo no paro mucho tiempo por casa, así que si quieres, puedes arreglarte por dentro y descansar aquí, y cuando estés lista y quieras hablar, aquí estaré.

Solo asentí y le dediqué una media sonrisa. No me entraba nada de desayunar, así que me fui a la cama directamente. Bajé la persiana del todo, cerré la puerta, me metí en la cama, me tapé hasta el cuello y dormí. En algunos momentos me dio la sensación de que la puerta se abría y una voz decía algo, pero estaba tan cansada que no podía ni abrir los ojos.

La cantante y su musa || LUIMELIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora