SEGUNDA PARTE
Katherine Wayne, la hija de Bruce Wayne y Celina Kyle, hermana adpotada de Jason Todd y novia de Dick Grayson, ha huido. Sus poderes la hacen alguien peligrosa y tiene que ser eliminada. Para no dañar a su familia ha decidido fingir su...
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Dijo Bruce al ver el gran gusto en vestido que tenía su hija. Clark quería un vestido conservador y Bruce atrevido. Pues el vestido era los dos. Delante era recto. Tenía dos tirantes en forma de triángulo que se unían en un cinturón blanco, luego una falda recta amplia simple que resaltaba su figura, todo en seda blanca. Pero cuando Kate se daba la vuelta, toda la espalda estaba al aire, rellena con encaje y pedrería para unirse a la falda que tenía por detrás una capa de seda blanca cubierta del mismo material de la espalda.
-Estas preciosa Katherine. Clark se había puesto a recordar a aquella niña asustada en lo alto de aquel edificio, buscando que alguien la quisiera y las lágrimas le venían a los ojos.
-Papa...no te pongás así porque me harás llorar. Y si nos ponemos a llorar se me irá el maquillaje.
-Tienes toda la razon. Clark se hirguió y alistó el traje.
-De todos modos hablaremos de la parte de atrás de ese vestido en otro momento, travisuela.
Clark dio dos besos a su hija y entró a sentarse y así era. El hombre de acero no llevaría a su hija al altar. Sabía que ese no era su cometido. Sabía que ese papel le correspondía a alguien más. y ese alguien estaba todavía sonriendo a su hija, que respiraba nerviosa esperando una respuesta de su padre.
-Bueno, hasta aquí hemos llegado, ahora nos subimos al coche y nos marchamos.
-¡PAPA! Me voy a casar hoy. Lo tengo claro. Amo a Dick y él me ama a mí.
-Lo se...nunca pensé que esto ocurriría, pero aquí estamos. Tienes que tener esto.
Bruce le tendió a Kate una caja roja de terciopelo algo antigua. Ella la abrió y vió los pendientes tán preciosos que habían en ella.
-Eran de tu abuela, se los ponía para ocasiones especiales. Y quería que los tuvieras tú en tu día especial.
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Kate se puso esos preciosos colgantes. Y después Bruce la pidió que se girara y él colocó en el cuello de su hija la reliquia que él sabía que ella pasaría a sus hijos con mucho orgullo, el símbolo más sagrado de su relación con Dick el colgante de la luna que descansaba en su cuello desde aquellas primeras navidades en la mansión. Ella aguantaba las lágrimas.
