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En la vida tomamos muchas decisiones, decisiones estúpidas. Decisiones que cambian nuestra vida para siempre y no nos importa, en el momento nos interesa un carajo pero cuando las consecuencias de esas decisiones llegan, nos llegan como un explosivo a punto de estallar.

"Ah, debí haberlo hecho mejor" "No debí haber hecho eso" "Debí haberlo pensado bien"

Lo peor de tomar decisiones estúpidas es que una vez que las tomamos no hay vuelta atrás, esas decisiones se convierten en acciones y una vez que las acciones son realizadas no se puede volver en el tiempo para revertirlas. Son permanentes y nos persiguen a cada segundo de nuestro día a día.

Justo como ahora.

–¡Lizzie!

Me apresuré a limpiarme la boca con el dorso de la mano y seguí caminando. Alejándome de mis errores.

–¡Lizzie, espera!–Me alcanzó y me tomó de la muñeca obligándome a detenerme. Me solté de su agarre inmediatamente.

–¡No!

–Lizzie, por favor, perdóname.

–¿Porqué, Jinho? ¿Porqué nunca dijiste nada?

–Iba a hacerlo, sólo esperaba el momento adecuado.

–El momento adecuado.–Asentí intentando comprender.–¿Sabes cuál creo que debió ser el momento adecuado? El momento en el que llegué a Corea. O tal vez hace 6 meses en nuestra primera videollamada. O no, ya sé, hace 8 meses cuando nos conocimos por primera vez en línea. Sí, creo que ese habría sido el momento adecuado, ¿No lo crees así, Jinho?

–Lizzie, por favor.

–No.–Lo corté. Luego salí a la banqueta y detuve un taxi. No le dirigí ni una mirada, sólo subí al taxi y tomé el rumbo a casa.

No estaba molesta con él, no del todo. Estaba mucho más molesta conmigo misma que con él, ¡¿Porqué hice eso?! Delante de todos. Todos los que comenzaban a convertirse en mis primeros amigos.

Llegué a casa y sólo me encerré en mi habitación, con seguro. Estuve varias horas dando vueltas, debatiendome en lo que debería hacer para arreglar esto.

Tal vez debería regresar a casa. Buscar un departamento en algún lugar lejos, muy lejos de mamá, buscar otro trabajo y vivir el resto de mi vida.

O tal vez debería ir a otro continente, ya lo hice una vez.

Escuché la puerta cerrarse y un juego de llaves. Jinho llegó. Escuché pasos y pronto tres golpes contra mi puerta.

–Lizzie, por favor habla conmigo.

–Jinho, por favor, necesito estar sola para ahogarme en mis miserias.

–Está bien, lo entiendo. Estabas bajo los efectos del alcohol, bebiste demasiado, esas cosas pasan. Deberías ver lo que hace Saeri cuando se emborracha.

–No. Jinho.–Suspiré y me senté contra la puerta.–No estaba borracha, no del todo. Estaba conciente de lo que hacía.

–Lizzie, eso...

Me levanté, abrí la puerta y lo encaré.

–Jinho, me gustas. Y no puedo hacer nada al respecto, lo intenté, en serio que lo hice, pero no funcionó. Y ahora lo estoy diciendo en voz alta: Me gustas. No quiero que respondas, a juzgar por tu reacción creo que ya se la respuesta. Sólo necesito que ambos ignoremos lo que sucedió y seguir con nuestras vidas.–Intenté pasar por su lado pero él lo evitó.

–¿Te vas?

Suspiré.–No, no me voy. No me voy porque no tengo a donde ir, acabo de conseguir un nuevo empleo y literalmente no tengo a nadie. Así que no, no me voy, sólo voy a lavarme la cara.

The Day I Ran AwayWhere stories live. Discover now