Capítulo 9

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Al día siguiente la misma rutina de cada día, apagar la alarma, vestirme el uniforme, cepillarme el cabello y por último bajar a desayunar. Como siempre, Laila tardó en bajar porque se estaba preparando para ir guapa al instituto. Bajó las escaleras y fue directa a la cocina a tomar un café.

Sería una lástima que tirara mi café encima de ti... pensé, pero me dio pereza fingir caerme, tirarle el café y luego tener que aguantarla. Es lunes, por la mañana, mejor paso de hacer nada.

Salimos de la casa y nos subimos al coche, el chófer Juan, nada más llegar al instituto nos deseó un buen día. ¿Buen día? Nada más bajarme del coche todas las miradas se centraron en mí. ¿Me importó? Que va, es más, me sentía famosa. Pasé por todas las miradas de la gente y fui hacia Bea y Tomás.

—Eres la noticia de la semana. —dijo Bea—. Todos hablan de ti.

—Ignóralos. —me dijo Tomás.

—Es lo que tenía pensado hacer. —dije mirándolos a todos.

—Subamos a clase. —dijo Bea.

Subimos las escaleras hasta llegar a nuestra clase, Tomás y nosotras nos tuvimos que separar, nos despedimos de él y entramos a la clase.

Nada más entrar, me dirigí al pupitre y ya había unas cuantas palabras pintados en mi pupitre, palabras como: Zorra. Lárgate de aquí. Vete de aquí. Niñata. Y lo peor no era eso, sino que estaban pintadas con un rotulador negro permanente.

Miré el pupitre de Laila, sonreí. Antes de que llegaran los demás, Bea me ayudó a dar el cambiazo de pupitre. Ahora yo tenía el de Laila y Laila el mío, fácil, rápido y sencillo.

Poco después entraron Matt y Laila, los dos juntos, ambos me miraron, miraron mi pupitre y se extrañaron. Yo en cambio sonreí, Laila se fue hacia su sitio y vio su lindo pupitre.

—Serás... —dijo ella a punto de insultarme cuando llegó el profesor.

—¿Qué seré? —pregunté con una sonrisa.

—Me cambiaste el pupitre.

—Te equivocas, yo no hice absolutamente nada. —dije.

—Estos insultos no eran para mí, si no para ti.

—¿Y cómo sabes eso? ¿Los escribiste tu? —pregunté.

—Pillada. —sonrió Bea a mi lado mirándola.

—¿Qué? Yo no... —dijo nerviosa.

El profesor se acercó a su mesa y miró esas dulces palabras.

—¿Laila fuiste tú? —le preguntó el profesor.

—Por supuesto que no.

—¿Cómo no? Si eres una de las personas que más me odia y quiere verme fuera del instituto. —dije.

—Reconócelo ya, te pillaron. —dijo Smith.

—Pero cállate. —le gritó ella a Matt.

—Laila Anderson, a dirección. —le dijo el profesor señalándole la puerta.

Sonreí, mientras la miraba salir por la puerta enfadada de brazos cruzados, echándole una mirada amenazadora a Matt. Los demás alumnos se sentaron en sus sitios, mirando el espectáculo que acababa de hacer Laila.

El profesor empezó la clase con normalidad, corrigiendo algunos de los ejercicios que mandó el otro día. Después de terminar la clase, Laila volvió a la clase, enfadada, con los brazos cruzados y sentándose en su sitio con mala cara. No pude evitar mirarla, y mucho menos reír.

Peligrosa atracción ✔Where stories live. Discover now