Balas para ti.

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—¿Qué estás haciendo? Sabes que si Paul se entera de lo que estás haciendo se enfadará —le dije.

—¿Y a mi qué me interesa Paul?

—¿A que has venido a la misión? Solo has empeorado las cosas.

—¿A qué has venido tú? —dijo mientras comenzaba a pasearse alrededor mío con sutileza.

—A encontrar al líder perdido.

—¡Ja! Ese triste hombre debe estar muerto.

—Apenas salgamos de este lugar le contaré a Helena lo que has estado haciendo.

Melissa en un movimiento rápido me quitó el auricular y la radio. Ambos estaban conectados con un cable.

—¿Qué haces? —le pregunté.

Soltó la radio y la aplastó de un pisotón.

Mantuve la calma, aunque pagaría por poder arrancarle los ojos.

—Eso no podrá ser—dijo.

De pronto a la lejanía se escucharon puertas abriéndose de golpe, cada vez más cerca.

Melissa apuntó con su pistola a la puerta del almacén esperando a que la abriera quién quiera que sea.

Me escondí detrás de un contenedor, no había mucho que un hombre con un cuchillo pudiera hacer.

Me asomé esperando a ver quién abría.

Se escuchaban pisotones muy fuertes, ya me olía quien podía ser.

Los pasos comenzaron a acelerar y de pronto la puerta se abrió.

—¡Kenny he encontrado balas para ti!

Melissa en un abrir y cerrar de ojos apretó el gatillo, la bala salió expulsada del cañón de la pistola e impactó en el pecho de él.

Era Daniel.

—¡Daniel! —exclamé mientras me acercaba a él.

Me arrodillé frente a él para taparle la herida rápidamente.

En uno de sus últimos suspiros sacó cinco balas de su gabardina ya cubierta de sangre.

—Están expuestos, lárguense—susurró.

—¿Qué?

Su cabeza cayó en el suelo mientras un montón de sangre brotaba de su boca. Había muerto.

Miré a Melissa. Estaba temblorosa y era primera vez que la veía fuera de su típica postura.

Caminó dirigiéndose hacia la puerta para irse... huir como siempre.

—Hay una torre de radio cerca del pueblo, puedes contactar ahí —dijo en un tono muy bajo para luego marcharse.

Me levanté, miré a Daniel por última vez y salí del almacén.

Lo había conocido hace una hora más o menos, pero había sido el único superviviente que había encontrado en este lugar.

Una vez fuera del almacén fui hacia la casucha que había al lado.

Al lado de la puerta de entrada decía "Water extractor"

Había un espacio entre la puerta y la pared, en él había una nota.

"26 de septiembre de 1994

Hoy mi padre ha invitado a cenar a su mejor amigo y vecino Marcos, un viejo leñador. En las minas nos han advertido no contar que hemos encontrado toda esta cantidad de agua, pero no lo pude evitar. Al fin y al cabo son mi familia y sé que no abrirán la boca.
Hoy un compañero faltó a las minas, se sentía muy mal, así que recé por él en la cena"

Abrí la puerta y no era como me lo había imaginado.

Al interior había una especia de motor gigante lleno de tubos que iban de allá para acá. Con esto debieron haber sacado el agua en el pasado, aun que ahora ya esté congelada por el invierno y la profundidad a la que estamos.

Alrededor habían computadoras con un logo algo extraño, era poco común para esta época y para un pueblo como este. Había también un traje blanco, como los que usan los doctores cuando alguien está enfermo. Solo que este tenía manchas de sangre seca sobre una palabra, "Hangaly"

¿Qué significa?

De todas formas, no tengo más que hacer aquí. El líder perdido acá no está.

Salí del lugar en dirección a la torre que mencionó Melissa.

Pasé por afuera del almacén y miré el cuerpo muerto de Daniel. Subí las escaleras mientras escuchaba las gotas cayendo en el hielo. Pasé por el centro de la prisión en donde me llegaba el olor a excremento de los que alguna vez fueron rehenes. Avancé por el pasillo estrecho en donde estaban las luces que colgaban de los cables. Luego pasé por el vestíbulo donde estaba el candelabro estrellado en el suelo, y aún se sentía en olor a pólvora de la explosión. Miré hacia la puerta que se dirigía a la enfermería y me acordé de la historia de la niña que se ahorcó ahí.

Todo este lugar fue un Búnker, una prisión y una mina a la vez.

Subí las larguísimas escaleras, subí y subí. Y me encontré ahí de nuevo, en el salón de la iglesia, en donde el altar se había partido en dos.

A esta altura podía escuchar que las nubes negras que había visto antes de entrar al búnker se habían convertido en lluvia, mucha lluvia que caía en el alto techo de la iglesia, en los techos de las casas del pueblo y en los húmedos árboles de Pahía.

Me dirigí a las puertas de la iglesia, apoyé mi oído en la madera e intenté oír al otro lado, pero no se escuchaba nada.

De pronto oí un rayo caer, e hizo estremecer las ventanas.

Me asusté... es que estaba esperando algún ruido pero no un rayo precisamente.

Quite el tablón que había puesto para asegurar la puerta y luego abrí.

Fue ahí cuando miles de gotas comenzaron a caer sobre mi cara, quitándome el sudor que me había provocado estar en ese lugar subterráneo.

Comencé a oír pasos detrás de mí y mis pelos se pusieron de punta.

—Lastima que Daniel no haya podido sentir that sensación de freedom.

Esa voz ronca y esa mezcla de español e inglés solo podían significar una cosa...

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