Capítulo VIII

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Se encontraba tirado sobre el sillón vistiendo como pijama una sudadera de color gris y un pantalón a tono de lino, haciendo absolutamente nada mientras sentía en sus músculos un molesto dolor incluso manteniendo reposo.

Esa mañana al despertar, una repentina necesidad de retomar sus idas al gimnasio para entrenar y distraerse un poco le golpeó y lo obligó a salir de casa rápidamente. A pesar de estar acostumbrado a las duras rutinas (pesas principalmente) desde hace varios meses, el hecho de abandonar su entrenamiento por unas semanas le había jugado en contra a la hora de retomarlo y ahora todo su cuerpo le cobrara la factura por aquel descuido.

Tendría que poner un poco más de su parte para volver a tener la resistencia de antes.

Thor suspiró con la mirada fija en el techo de la sala de estar con sus manos reposando sobre su abdomen y con el sonido del reloj haciéndole compañía. Desde su lugar, lograba escuchar débilmente los movimientos que realizaba Loki en el sótano de la casa embargado por un repentino deseo de orden y limpieza.

No sabía bien lo que hacía o lo que buscaba, pero el menor llevaba bastante tiempo abajo moviendo cosas de aquí para allá. En realidad, Loki no se había detenido desde la mañana.

Cuando regresó del gimnasio, se encontró a un disperso azabache lavando toda la ropa que se encontrara a su paso. Luego, sin decir absolutamente nada, tomó su celular y billetera y salió. Thor no supo como reaccionar ante aquella actitud y solo se dedicó a preparar sus cosas para el trabajo como lo haría cualquier domingo común y corriente.

Horas más tardes, Loki apareció en la puerta de la casa cargado con de supermercado y otras chucherías que, en su opinión, eran innecesarias. Mientras él desempacaba y colocaba cada cosa en su lugar correspondiente, el menor se encerró en su habitación para darse una ducha más larga de lo normal (a su parecer) para luego salir y bajar hacia la planta subterránea. Desde entonces supo nada más de él.

Era como si no quisiera tenerle cerca y buscaba cualquier oportunidad para evitarle.

Debería molestarle aquel comportamiento, pero en el fondo lo agradecía porque su mente estaba sumida en un pequeño caos desde el día anterior que necesitaba arreglar antes de complicar las cosas, y no lo podía lograr con el menor al lado, haciéndole sentir incómodo.

Y es que por más que intentaba no podía dejar de pensar en ese beso que le dejó con un severo asunto entre las piernas que tuvo que arreglar en uno de los baños que estaban disponibles para los invitados a la reunión.

¿Tenía miedo?

Un poco, sí. Estaba asustado por como su cuerpo había reaccionado a algo tan normal como lo era un beso.

Bien. Thor sabía que no era el hombre con la mejor reputación del mundo y que estaba actuando como un verdadero puberto que acababa de descubrir el mundo de los besos y erecciones, pero no podía evitarlo.

Cerraba los ojos y de inmediato a su mente venía la sensación de la boca del menor chocando con la suya, el sabor que sus finos labios tenían y esa sutil electricidad que recorrió su cuerpo cuando sus cuerpos estuvieran tan juntos que no se podía decir dónde empezaba uno y terminaba el otro. Recordaba el placer que sintió cuando Loki tiró de sus cabellos e incluso recordaba el pequeño gemido que este soltó cuando apretó uno de sus glúteos.

Mierda, ese gemido se estuvo repitiendo en su cabeza toda la noche como una especie de dulce tortura.

Jamás pensó sentirse así a causa de un hombre en primer lugar. Menos por Loki.

Para él la orientación sexual de una persona no era tema de conversación y nunca cuestionó la suya hasta ahora, Pero ¿Por qué dudaba?

Porque los hombres heterosexuales no se calentaban por besarse con otro hombre, así de simple.

Después del primer beso [Thorki]Where stories live. Discover now