IX

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CAPÍTULO NUEVE

EL RESCATE ANTICIPADO // LA TEMIDA DESPEDIDA

El propio Hades se aseguró de amarrar los caballos inmortales al carro dorado

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El propio Hades se aseguró de amarrar los caballos inmortales al carro dorado.

No se intercambiaron palabras entre la Reina y el Rey, ningún beso de despedida. Al menos, no entonces. Solo una mirada significativa compartida entre los dos, y la promesa tácita de su regreso a los brazos de su amado, y al reino que ahora era legítimamente suyo, tanto como lo era de él.


Ella, Perséfone, se subió al carro, y junto a ella estaba Hermes, quien tomó las riendas y el látigo en sus manos y salió disparado del palacio de Hades. Los caballos se alejaron ansiosos.

Rápidamente se abrieron paso por los cielos en el largo viaje. Ni el mar ni el agua de los ríos, ni los valles cubiertos de hierba, ni los picos de las montañas podían soportar la avalancha de los caballos inmortales. Fueron muy por encima de los picos y cortaron el vasto aire. Perséfone permaneció erguida durante todo el trayecto, no estaba dispuesta a perder su dignidad, mantuvo la barbilla alta incluso cuando él se detuvo en el lugar donde Demeter estaba esperando, en la parte delantera del templo fragante con incienso.

Cuando Perséfone bajó del carro, ella rechazó la mano de Hermes, que se había extendido cuando él le ofreció su ayuda.

"Kore". El tono helado de la voz de su madre la recibió. Perséfone se encontró con la mirada de su madre por primera vez en meses.

"Madre." Su respuesta fue igual de fría.

Pero no pudo detenerse más en la presencia de su madre ya que sintió el primer rayo de sol en meses besar su piel suavemente. Lloró de alegría ante la cálida sensación, la tierra árida y seca que rodeaba el templo brotando tallos verdes y coloridas flores de todo tipo ante el sonido de su risa. A sus pies, las plantas se enredaban entre los dedos de sus pies, y las enredaderas de esmeralda se enroscaban alrededor de sus tobillos en un débil intento de mantener a la diosa enraizada.


La tierra se encontraba famelica, muerta de hambre. ¿Por cuanto tiempo? Ella se preguntó.


Inesperadamente, Perséfone fue sacada abruptamente de su trance por una fuerte bofetada en la mejilla.

"¿Cómo te atreves, niña estupida? Desde que saliste de mi vientre, todo lo que he hecho es cuidar de ti, ¿y así es como me pagas? Humillandome ante todos los demás dioses. ¿Qué dirán de mí cuando vean que ni siquiera puedo controlar a mi terca hija? Eres el engendro de Zeus, una hija ingrata, como él. Una niña cruel". Deméter escupió. Perséfone no sintió nada más que ira hirviendo dentro de ella. El enrojecimiento punzante de su mejilla sonrojada solo alimentaba aún más su ira. Cuidar de ella? Su madre la había abandonado como un sacrificio, derramando voluntariamente su icor para que todos los otros dioses perversos lo disfrutaran. Madre cariñosa? Deméter solo se había preocupado por la apariencia del ave que mantenía aprisionada como un juguete para mirar.

Perséfoneحيث تعيش القصص. اكتشف الآن