d i e c i s é i s.

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Estaba ebria.

Y cuando digo ebria, era realmente ebria. Tan ebria que no podía mantenerme derecha, no podía encajar la llave en la cerradura de la puerta de entrada así que comencé a reírme de manera tonta, viendo hacia mis costados y apuntando hacia el pomo como intentando decirle a alguien más que viera eso, que estaba siendo una ridícula pero no había nadie conmigo así que todavía riéndome, volví a intentarlo. Dos, tres, cinco veces hasta que lo conseguí pero no giré el pomo porque estaba muy ebria así que me di un cabezazo contra la madera que me hizo ver estrellas.

Muy bien.

―A-au.―Gemí, acariciándome la frente con una mano y en esa ocasión si giré el pomo, de modo que la puerta se abrió al fin. ―¡Ya vineee!. ―Canturreé, demasiado feliz, con la boca algo chueca porque estaba costándome hablar e incluso hilar ideas.

Hice mucho ruido al arrastrar la puerta y que chocase con la pared del pasillo porque usé demasiada fuerza, ups.

―Perdona, soy muy bruta, ¿Verdad?.―Le dije al trocito de yeso que cayó desde la pared porque el pomo de la puerta hizo orificio ahí por mi brutalidad. ―¡Mamá, ya vine!. ―Grité de nuevo y di un par de pasos, chocando contra la mesita del costado que no servía para nada más que recibir cartas de cobranza, tener encima un florero con flores de plástico y las llaves. Golpeé la mesa con la palma en venganza porque me había dolido. Pero cuando intenté moverme, me enterré una de las puntas de esa misma mesa en la cadera.―Ah, pero qué mierda...―Me quejé exageradamente. Dolió mucho.―¿Mamá? Tu mesa inútil volvió a hacerme daño, la voy a tirar a la basura ya vas a ver, me tiene harta.―Es que esa mesa y yo teníamos historias graciosas cuando me emborrachaba.

Encendí la luz del pasillo y miré a la mesita con mala cara. Sí. Esa mesa me caía mal. Estaba mal posicionada, tenía bordes puntiagudos y las patas alargadas así que me había tropezado varias veces intentando entrar a hurtadillas a la casa borracha. Y también me recordaba historias viejas. En particular, a tiempos que no quería recordar pero no pude evitar que mi mente confundida viajara a ese día porque esa mesa era la culpable de esa gruesa cicatriz en mi frente, la que me recordaba que Taehyung era un imbécil y que yo era demasiado torpe para mi gusto.

Acaricié la cicatriz irregular con la yema de mis dedos, frunciendo el ceño. ¿Por qué me estaba acordando de él...?

―Necesito un café, el vodka me dejó el cerebro frito. ―Murmuré. Y por el silencio que envolvía la casa supuse que iba a quedarme sola esa noche también. ―Otra vez que no vendrás a dormir, eh, mamá...― Resoplé sonoramente, haciendo un sonido raro pero no era momento para ponerme a pensar, tenía que moverme.

Estaba en ese estado extraño en el que todo a tu alrededor parecía moverse y las cosas me parecían graciosas así que no le di importancia a la ausencia de mamá, simplemente me tambaleé para subir la escalerilla que daba con el living y me quité los botines con torpeza, lanzándolos sin mirar y rompiendo algo en el proceso porque explotó algún vidrio por ahí pero no me importó.

Moví los dedos de los pies, estaban fríos porque tenía las calcetas mojadas por haberme lanzado a esa piscina con ropa y observé a mi alrededor siendo consciente de que la casa se veía demasiado grande a oscuras, no se parecía al hogar de mi niñez en lo absoluto. Se sentía vacía, tanto como yo y no podía explicarme por qué me deprimía tanto últimamente. Supongo que tantos cambios repentinos estaban pasándome la cuenta.

Esa noche necesitaba urgentemente apoyo moral. No era un código rojo, mi período tenía que llegar después sino que me hallaba confundida, nerviosa, preocupada. Habían demasiadas cosas que no entendía y para esos momentos en que necesitaba con urgencia despejarme, tenía a mi mejor amiga que no tenía ni idea de cómo ayudarme pero lo hacíamos funcionar.

Dorkable.| Kim TaeHyung;BTS.Where stories live. Discover now