Cuando estés triste

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Llevaba un rato esperándola. Ni siquiera sabía si ella se dignaría a venir tras decirle a mi suegra que le diera la caja que él le había preparado, llevaba varios días acudiendo a la playa y no había aparecido pero yo no perdía la esperanza. El sol aún se dejaba querer y aunque no calentaba mucho, me obligaba a no mirar al horizonte directamente. Dejé de caminar cerca de la orilla y me senté en una zona donde parecía que la arena estaba lo suficientemente seca para no acabar humedeciendo mi ropa. Me la coloqué bien y apreté mi bufanda, observaba la playa y apenas había gente paseando a lo lejos. No había nadie en el agua, no era aún tiempo de ello, ni por el mes ni por la hora. Cerré los ojos y su cara como desde el primer momento que nos dejó, apareció de forma clara en mi memoria. Habían pasado ya varios meses desde aquel fatídico día de noviembre pero el dolor no se iba, ni el vacío menguaba. Muchas veces a lo largo del día me encontraba a mí misma preguntándole cosas, pidiéndole consejo para frenar el problema que se ocasionó después, gritándole frustrada por haberme dejado sola demasiado pronto. Otras la culpa me invadía como un hurancán, recordando todo lo que Emma se encargaba de repetir como un mantra y escupirme a la cara desde que su padre se había ido "Ojalá le hubieras insistido más. Solo tú podías hacerle entrar en razón. Se supone que la familia siempre está antes que el trabajo, ya le dejaste una vez por eso, él te hubiera hecho caso con solo insistir. Te odio, no supiste quererle lo suficiente".

Al principio me encontraba tan hundida que no tenía fuerzas ni de rebatir sus argumentos. Ni la escuchaba. No asimilaba lo que había ocurrido. Él tenía una entrevista en una televisión sobre un proyecto nuevo en el que estaba trabajando. Ese día el tiempo estaba infernal, había una ola de frío polar que azotaba la península y estaba lloviendo bastante. Emma estuvo insistiendo todo el día en que cancelara la cita o la hiciese vía telefónica, me pidió apoyo para intentar convencer a su padre y yo lo único que le dije era que si él quería ir, con lo cabezota que era, nadie le iba a hacer cambiar de opinión. Quizá si le hubiera dicho algo ahora no me sentiría con el alma hecha pedazos. Sobre las 9 de la noche llamaron por teléfono, Alfred había tenido un accidente debido a la climatología y cuando los servicios médicos llegaron, mi marido, mi persona, mi otra mitad, se había ido para siempre. Mi mundo dejó de girar en ese mismo instante, no podía ser posible, esto era una broma macabra y estuve a punto de colgar el teléfono sin querer oír más. Me pidieron que me quedara en casa hasta la mañana siguiente para ir a prepararlo todo para poder despedirle. No recuerdo mucho más de esos días debido a la medicación que me dieron para poder empezar a sobrellevar el duelo. Prefería estar medio ida a tener que enfrentar la realidad de lo que había pasado. Ni siquiera recuerdo bien cómo se lo tuve que decir a Emma pero sí como pasó de la incredulidad al odio reflejado en sus ojos al echarme parte de la culpa de lo que había pasado. Un gran agujero negro se instaló en mi interior, me sentía vacía, rota sin posibilidad de arreglo. Incapaz de sentir nada, de escupir la pena y desolación que me embargaba. Cuando llegué al tanatorio Xus y Alfredo ya estaban allí. Emma fue corriendo a abrazarles y yo me quedé inmóvil al lado del coche. No podía mirar a la cara a mis segundos padres, no me sentía con fuerzas, tuve que apoyarme en la puerta del coche o creo que me hubiese desmayado ahí mismo, ni sé cómo conseguí conducir hasta allí. Ese día está casi borrado de mi mente, recuerdo muy vagamente a mis padres y mis hermanos, a familiares de Alfred y gente del mundillo de la música. Solo tengo nítido el momento en el que la gente ya había abandonado el pequeño cementerio del Prat y mi familia y mis suegros se fueron con Emma a casa porque les pedí que me dejasen a solas para despedirme.

- Prometiste que siempre estarías conmigo. Que nuestra historia sería como las enciclopedias de las de antes, con varios tomos. ¿Cómo has podido dejarme sola?- Grité sollozando. La opresión que sentía en el pecho me impedía respirar.- Con todo lo que tuvimos que luchar, con lo maravillosa que fue nuestra segunda parte tras ver que por mucho que intentamos alejarnos el uno del otro éramos inevitables- caí de rodillas y toqué el frío mármol que adornaba el mausoleo familiar, un escalofrío me recorrió entera.- Es que no es justo Alfred, Emma y yo te necesitamos, cómo voy a poder seguir adelante sin ti, cómo voy a mirar a nuestra hija a los ojos si lo único que me gustaría es estar en esa caja de madera contigo.- el llanto que me nublaba la vista y el ahogo cada vez eran más grandes y de repente todo fue oscuridad para mí.

Pero no pasa nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora