Enfermero personal

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Algo bueno se obtuvo, Killua ahora era diestro en el bello arte del maquillaje. Bueno, únicamente en la aplicación de base para la cara ya que a diario debía ocultar moretones de su familia y se vio obligado a usar la mitad del dinero que invertía en dulces, ahora en maquillaje.

Una cosa más, ahora era una especie de enfermero personal de Gon...

Finalmente aceptó que la idiotez y la impulsividad eran una parte de Gon que jamás iba a cambiar con nada así que solo le quedó resignarse y tratar de expandir su paciencia para hacer cabida a las tonterías de Gon.

Cuando un nuevo raspón aparecía en alguna parte de su piel, se salía de clases argumentando cualquier excusa, pero no para curarse él mismo, sino para curar al idiota de su amigo. Ni siquiera él sabe en que momento adoptó esa costumbre como parte de su cotidianidad.

—¡Duele! —Gon alejaba su rostro del algodón empapado de alcohol que Killua sostenía en su mano.

—¡Quedate quieto! —lo regañó el albino por quinta vez.

Gon había sucumbido nuevamente a su impulso de idiotez y había intentado hacer una acrobacia en clase de educación física, pero se le resbaló el pie y había acabado con la cara golpeando el suelo con fuerza. Un leve tono verde ahora adornaba una parte de su pómulo, combinado con el raspón sangrante en su frente.

—¡D-despacio!

—¡Callate! ¡Nadie te mando a hacer tonterías! Ahora te aguantas —Killua ya se sentía una madre regañando a su hijo...

Sin piedad alguna, presionó con fuerza el algodón contra la herida. Gon soltó un grito.

—¡Ahora por tu culpa también tendré esas malditas marcas en mi cara!

—Yo jamás te reclame la vez que peleaste con ese chico ¡y me golpeaste también! —debatió Gon, mirándolo ofendido.

—¡No te pregunté! —Esta vez presionó con fuerza la gasa. Gon soltó un último quejido y se levantó para poder dejar que el albino retomara sus clases, pero él mismo lo detuvo.

—Espera, aún no termino —decía buscando algo entre los bolsillos del uniforme.

—¿Eh? ¿Que harás ahora? —Lo miró curioso, volviendo a sentarse.

—Tapar ese horrible moreton. —Sacó dos envases, uno alargado y otro circular. A Gon le tomó unos segundos reconocer que se trataba de maquillaje—. Compré uno para tí también así que agradeceme —dijo empezando a untarle la base líquida.

Gon sonrió ante el ridículo pensamiento que había llegado a su mente.

—Oh... ¿tú usas eso también?

—Ajá —respondió de forma distraída, pasando sus dedos delicadamente por la marca, esparciendo el maquillaje.

No pudo evitar sentirse hechizado por la pulcra y brillante piel de Gon, ahora profanada por aquel moreton. Algunas veces aprovechó para acariciar su mejilla con el pulgar, con la excusa de estar aplicando maquillaje en la zona.

Gon también estaba preso del hechizo. Sentía algo cálido en su corazón al sentir los delicados dedos del albino sobre su rostro, rozandolo con cuidado y fragilidad. Pero su idiotez volvió a dominarlo para arruinar el momento...

—Yo creí que usabas harina.

Los ojos azules desbordando de coraje fue lo último que vio antes de que el puño de Killua estampara contra su cara.

Moretones | GonKilluGonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora