Pelea

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Killua jamás había presenciado ver pelear a Gon. Generalmente él se lastimada por su propia idiotez, jamás por una pelea ¡ese era su papel!

Pero el motivo de aquella pelea, realmente logró cautivarlo y dar un vuelco a su corazón.

Todo comenzó con una mañana tranquila, lejos de heridas y reclamos. Killua realmente pensó que sería un buen día, al verse librado de aquella molesta historia. Pero no contaba con que otras personas quisieran fastidiarlo.

—Oye, niño rico.

Suspiró e ignoró los intentos de molestarlo. A veces lo molestaban con el tema de la gran fortuna que tenía su familia, pero realmente no le importaba. Sí, era un niño rico que podía comprarse todos los dulces que quisiera cuando quisiera y eso le encantaba.

—Estos días si que has parecido acabado... que extraño que un chico de otro salón siempre aparezca con el mismo estado que tú.

Entonces Killua se quedó estático.

—Entre las chicas hay los rumores de que ustedes dos son "almas gemelas" —se rió a carcajadas—. Me da asco...

—No me interesa saber lo que te gusta y lo que no. —Estaba a punto de marcharse y dejar al muchacho hablando solo, pero éste seguía insistiendo.

—Dos chicos como "almas gemelas" —expresaba aquella frase con una irritante voz aguda—. Es terriblemente asqueroso ¿qué tus padres no te enseñaron de moral?

—Preguntate eso tú mismo y, nuevamente ¡no me interesa lo que pienses! —le gritó ya hastiado de las estupideces que escuchaba. Entonces el muchacho lo tomó por sorpresa agarrandolo de la camisa.

—¡Alguien como tú no tiene derecho a gritarme! —Lo sacudió con fuerza.

Killua ya hirviendo de coraje estaba a punto de estampar su puño contra la cara del muchacho, pero alguien se le adelantó.

Gon pasó corriendo a toda velocidad y se abalanzó sobre el chico, quien al instante soltó a Killua.

—¿Pero qué...? ¡Gon!

Para sorpresa del albino, Gon no perdió más tiempo y empezó a golpear con fuerza la cara del chico.

—¡No vuelvas a tocarlo! ¡No vuelvas a gritarle! —Sus ojos desbordaban de ira mientras el otro empezaba a responder a los golpes.

—¡Gon ya! ¡Quieto! —Lo agarró de los brazos para separarlo antes de que algún maestro llegara. Los alumnos curiosos ya empezaban a rodearlos.

—¡Estas advertido! —le gritó Gon. El otro iba a lanzarse de nuevo, dispuesto a seguir con la pelea pero otros alumnos lo detuvieron. Killua aprovechó para llevarse a Gon a la fuerza.

Entraron a un salón vacío y el albino finalmente lo soltó.

—No debiste hacer eso. Es un idiota sin remedio, mucho más que tú —murmuro sin mirarlo.

—¡No quería que te lastimara! Y te dijo cosas feas... —Gon aún mantenía la misma expresión enojada.

—La gente es así. Sólo déjalo, tarde o temprano obtendrá su merecido. —Finalmente Killua lo miró y el moreno pudo darse cuenta del sutil rubor que cubría sus mejillas.

Un momento de silencio reinó entre ambos. Únicamente era audible el sonido de sus propias respiraciones. Gon acercó su mano lentamente a la de Killua y la apretó con fuerza. Éste se sintió avergonzado y tuvo la necesidad de apartar su mano... pero no lo hizo. En el fondo, también necesitaba sentir aquel tacto cálido y reconfortante. Con sus mejillas ardiendo, hizo que sus dedos se entrelazaran.

—No dejaré que nadie más vuelva a decirte algo así. —Gon lo miró, esta vez más tranquilo y con el brillo tan característico de sus ojos. Entonces posó sus labios sobre la pálida mejilla del albino, dejándolos allí por unos segundos. Éste no se quejó, ni lo apartó; al contrario, Killua deseó que ese momento fuera eterno.

Moretones | GonKilluGonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora