Almas gemelas, después de todo

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—¡Te estoy diciendo que te calles!

—Pero...

—¡Callate!

Gon no pudo hacer más que guardar silencio ante la mirada furiosa de Killua. El albino se volteó con la intención de marcharse, pero el moreno no lo dejó y corrió tras él.

—¡Killuaaaa! Lo siento... —decía sacudiendo su brazo, con la esperanza de que así le prestara atención.

El albino alzó su dedo índice frente a la cara de Gon, haciendo ademán de silencio.

El momento romántico lamentablemente sólo duró un día y al siguiente ya estaban peleando por las marcas recientemente aparecidas. Aún así aquel momento se quedaría grabado en la mente y corazón de ambos.

Volviendo a la actualidad, esta vez el evento reciente había sobrepasado la paciencia de Killua. Si hubiera estado cerca de Gon en el momento en que el profundo corte apareció en su muñeca, y no en plena clase de piano, lo hubiera golpeado hasta el cansancio.

Ambos tenían la mano derecha vendada y con una mancha de sangre sobre ella. Killua estaba tan molesto porque no había sido capaz de ocultar aquella profunda herida de su padre —empezó desangrarse frente a su amargada profesora de piano y ésta alertó al hombre mediante gritos histéricos— y él lo privó de ciertas actividades en lo que la herida cicatrizaba. Así que se obligó a tragarse su preocupación por el estado de Gon y dar paso a una incontenible ira.

—¡Fue un accidente! Lo lamento. —La mirada del moreno reflejaba súplica y por un instante Killua vaciló, pero al final se mantuvo firme.

—Accidente, accidente ¡siempre es un accidente! ¡Deja de hacer tonterías y mantente quieto!

Muy contrario a lo que decía, Killua secretamente adoraba aquella faceta tan enérgica que Gon solía mostrar.

—¡Eso trato pero... pero...!

Se podía leer fácilmente en la actitud del moreno que se había quedado sin argumentos válidos para excusarse con Killua.

—¡Simplemente lo hago y ya! Es como una voz que me impulsa a hacer ciertas cosas ¿entiendes? Sin medir peligro, solo me dice "¡hazlo!"

—¡No, no te entiendo! ¡No entiendo como no eres capaz de mantener tu trasero quieto por un maldito día!

Killua empezó con un monólogo donde se quejaba de la actitud de Gon, de vez en cuando exagerando algunas cosas. El moreno intentó defenderse, pero se le fue imposible ya que el albino no paraba de hablar expresando su inconformidad ¡incluso agregó cosas que ni siquiera se relacionaban con el tema principal! Como si estuviera aprovechando para quejarse de cada cosa que le disgustara en el mundo.

Bastó de unos cuantos minutos en los que Gon intentó refutar, en vano, para empezar a hastiarse de la sarta de palabrerías que ni siquiera alcanzaba a entender del todo.

¿Cuál es la mejor forma de callar a alguien?

Gon, como siempre, hizo lo primero que le llegó a la mente: besarlo.

Fue un dulce contacto de labios perfectamente moldeados entre sí. Killua abrió grandes sus ojos mientras que un fuerte rubor se apoderaba de sus mejillas. No duró más que segundos, pero se volvieron horas para el albino y para Gon, que hubiera deseado un poco más, no duró más que un suspiro. El moreno acarició la pálida mejilla con su mano vendada y lo miro suplicante.

—¿Ves? A esta clase de impulso me refiero

Killua estaba petrificado. Sus labios se movían inquietos intentando articular palabra y pareciera que su cara enrojeciera más con el paso de los segundos. Su ritmo cardíaco aumentó y su mente se quedó en blanco, con la imágen de Gon besandolo ubicaba justo en el centro. Únicamente logró salir de su trance cuando el moreno agarró su mano cubierta de vendas y posó sus labios delicadamente sobre los nudillos.

—¿Me perdonas?

—A-ah... t-tú... eres un...

Intentó pensar en un insulto o algo, pero nada además de la sensación de sus labios sobre su pálida piel se hacía presente. Quiso desear apartarlo, pero ahí seguía la necesidad de mantenerlo junto a él, insistente y terca.

Después de todo, eran almas gemelas ¿no? Se necesitaban para poder mantener la tranquilidad en sus cuerpos, o al menos era lo que siempre decían las historias porque para Killua fue todo lo contrario. Gon llegó a poner su mundo de cabeza y a quitarle toda su tranquilidad. Pasó de ser un chico preso de una aburrida rutina a infligirse heridas él mismo respondiendo a una guerra silenciosa con alguien desconocido, luego a cuidar de alguien que creía era tan tonto como para lastimarse todos los días y finalmente...a ser alguien cuyo corazón ahora latía en sincronía con alguien más, que se sonrojaba por cada pequeño gesto y que secretamente adoraba todas las actitudes de las que se quejó anteriormente.

Sus mejillas ardían con el sólo pensar en lo que Gon lo había transformado desde su raro primer encuentro.

En cambio Gon... estaba viviendo el cuento de hadas con el que alguna vez deseo de pequeño. Claro, no era como los clásicos donde un príncipe aparecía en un blanco corsel a rescatar a la princesa en apuros, ni donde un beso tenía el poder de romper un hechizo; porque, para él, la historia entre él y Killua era mucho más linda. Sin siquiera conocerse habían armado una guerra de autolesiones y luego el destino se encargó de juntarlos de la manera más violenta posible, igual que su comienzo. Amaba la manera en la que el albino siempre iba a su rescate cuando se lastimaba por hacer alguna tontería y amaba su expresión cuando se enojaba, el tierno puchero que formaban sus labios. Sobre todo amaba cuando se avergonzaba, justo como ahora.

—Eres un idiota... —Finalmente el albino dejó escapar un suspiro resignado. Agarró la mano herida del moreno y acarició el corte sobre las vendas, con el pulgar—. ¿Qué hiciste ahora? —Lo miró sin aflojar el apretón.

Gon dejó escapar su, ahora típica entre ambos, risa nerviosa mezclada con un toque burlón.

—Ya sabes, correr por allí...

—No tienes remedio —El albino rodo los ojos.

—Pero así me quieres —rió con alegría palpable y entrelazo su mano con la del albino.

—Callate. —Contrario a su objeción, Killua ni siquiera intentó deshacer la unión—. Quiera o no, tengo que acostumbrarme a esto

—Quieres decir que seguiremos juntos ¿verdad? —Gon se pegó a su cuerpo con la intención de mimarlo un poco.

Killua guardó silencio unos breves segundos en los que su mirada se perdió y sus mejillas se tiñeron de un leve rosa. Luego dio paso a una dulce sonrisa.

—Sí, supongo que sí. Seguiré soportando tus tonterías.

Con el corazón acelerado, Gon volvió a robar un beso a los labios del albino para luego pegar sus frentes y susurrarle con delicadeza:

—Somos almas gemelas, después de todo.

Fin.









Hace unos días estaba de los más emocionada por subir el final y luego un capítulo aparte promocionando nuevas historias :")


Wattpad te amo pero a veces te odio.

GRACIAS POR LLEGAR HASTA AQUÍ!!! ♡ POR LOS VOTOS Y COMENTARIOS QUE HABÍA RECIBIDO ANTERIORMENTE Y POR LOS QUE TENDRÁ AHORA
Gracias a los que me apoyaron en esto de la cuenta borrada :") y por seguirme apoyando ahora ♡
Gracias por cada  leída y por hacerme reír con sus comentarios y ocurrencias <3

En breves será subida una nota sobre mis nuevas historias y que pasará con las anteriores, no todas podrán recuperarse :")

De nuevo muchas gracias ♡ jamás me cansaré de agradecer :3

Beshitos <3

Moretones | GonKilluGonTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang