2: Más vale prevenir que... mierda, Ron.

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𝓓𝓻𝓪𝓬𝓸.


Miraba el espejo de la sala común de Slytherin mientras intentaba decidirse entre dos posibles bufandas, una gritaba "vete a la mierda con chocolates baratos incluidos" pero la otra  decía claramente "seamos gays juntos y olvidemos a los alfas de mierda", al final eligió la primera porque vamos, Draco Malfoy tiene un corazón sensible muy necesitado de amor, Harry lo había lastimado donde más le dolía así que no tendría piedad con ese Gryffindor idiota que simplemente era incapaz de pensar dos veces antes de actuar, cuando lo lastimaban podía ser bastante vengativo y ahora mismo... solo quería que tanto Harry como Tom ardieran por idiotas maltratadores de hurones que lo habían hecho llorar, no tendría ninguna piedad al respecto.

Llego al gran comedor siendo escoltado por sus mejores amigos quienes sabían ser un gran apoyo cuando querían por lo que rápidamente se sintió mejor apretado con fuerza la mano de Blaise quien estaba demasiado ocupado ignorando a los alfas como para quejarse por el fuerte agarre que ejercía el rubio fabuloso sobre su mano asfixiándola un poco.


—Está ahí, Pans, ni siquiera me mira.—Lloriqueó el rubio sin dejar sus pasos tan seguros y orgullosos como deben ser los pasos de cualquier Malfoy, una forma de superioridad absoluta aunque por dentro quisiera irse a llorar mientras se atascaba de helado como poseso pensando en lo asqueroso que era haber nacido como un omega y no como un grandioso alfa que pudiera exigir la mano de su Harry.—Ya no estoy tan seguro sobre la bufanda, ¿y si se enoja?

—Draco deja de verlo o se dará cuenta de que sufres por él.—Le recordó Zabini haciendo inmediatamente que Draco apartara la mirada del pelirrojo sentándose como el rey en la mesa de las serpientes con una expresión ligeramente arisca prohibiendo con sus preciosos ojos iguales al mercurio liquido, preciosos y ciertamente, igual de venenosos.—Y sobre la bufanda, no creo que sea capaz de entender los mensajes de la ropa, ademas, que lo sepa, que arda en celos.



H-A-R-R-Y.


Decir que Harry estaba furioso con la situación era decir poco, era obvio que en algún momento se hartaría de que Draco lo ignorara pero realmente se había hartado demasiado pronto, tal vez era esa bufanda que decía claramente que el rubio no le perdonaría nunca por su afrenta. Sí, había entendido perfectamente la prenda de ropa, estuvo practicando con su madre todo el verano.

—¿Me está ignorando? Míralo, Ron, tocándose con esa confianza con Theodore Nott, no entiendo de que se enoja si él va a andar coqueteando con el primer alfa bonito que se le ponga enfrente.—Parloteó un muy molesto Harry Potter mirando como Theo y Draco peleaban amistosamente por el último trozo de tocino disponible en esa sección particular de la mesa.

—En caso de que te importe mi opinión Harry, no tienes que estar celoso, para mi solo son amigos jugando como siempre, ¿recuerdas que se conocen desde la infancia?—Rebatió Hermione acomodando su melena para mantenerla alejada de los gemelos Weasley que se veían demasiado sospechosos a sus ojos.—Además, tú tienes un novio, lo sabes.

—Es obvio que Theodore lo está cortejando, Draco no tiene vergüenza alguna... ¿Ron? ¿A donde vas?

El pelirrojo no prestó atención alguna a su amigo solo avanzando con un fuerte sonrojo cubriendo sus mejillas mientras con un ramo de rosas se acercaba a la mesa de Slytherin.


ℛℴ𝓃.



El Weasley estaba nervioso pero había tomado la decisión y ya no había vuelta atrás, podía escuchar los cuchicheos por el gran comedor mientras se acercaba al cuarteto de amigos que reinaban la mesa de las serpientes, todos miraban expectantes al chico que generalmente era torpe, ese día para su desgracia o fortuna no sería la excepción.

Bien, obviamente iba a pedirle permiso a Draco para cortejarlo sin embargo la suerte no estaba muy de acuerdo y por un extraño resbalón terminó de rodillas frente a Blaise Zabini siendo arrodillarte frente al omega con siete rosas blancas la forma tradicional de pedirle cortejo a un omega y antes de que pudiera explicar la situación cierto morocho saltó emocionado.


—¡Acepto tu cortejo!—Se apresuró a exclamar tomando las rosas y sonriendo feliz porque aquel simple beta que tanto le gustaba observar hubiera tomado algo de iniciativa para pedirle aquello que ningún alfa se habría atrevido jamás a hacer.—¡Mira, Draco! ¡Los calcetines que me hizo Dobby funcionaron!

Ron solo pudo mirar al omega algo confundido, ahora que había comenzado el cortejo no se detendría hasta que obtuviera un rechazo o una aceptación definitiva por lo que el beta solo pudo fingir su mejor sonrisa y rezar porque Blaise le rechazara pronto antes de simplemente besar la mano del chico que estaría cortejando un poco a la fuerza sin embargo todo ocurre por algo ¿no? Miró de reojo a Draco que ahora celebraba junto con su amigo, ¿por qué ese rubio tenía que amar a Harry? Su mirada regresó a Blaise, ciertamente el moreno se veía muy lindo cuando sonreía de esa manera.


T O M.


Le dolía todo el cuerpo al punto de arderle un poco la sangre pero lo había logrado, un Horrocrux perfecto conteniendo un fragmento de su alma que ahora pasaría a la seguridad de la mansión Malfoy para que nunca fuera destruido, simplemente tenía que ir de visita, saludar y dejar el objeto en un buen lugar. Estaba algo incómodo, sabía que si sus tíos descubrían lo que había estado haciendo, se lo dirían a su madre quien lo haría lamentar todo lo malo que había hecho en la vida, sin embargo el alfa estaba dispuesto a correr el riesgo solamente para poder jugar a la eternidad. Le dio algunas vueltas a su diario, pensando un poco en que sí tenía éxito, no sería muy difícil hacerse con el mundo y luego... Luego finalmente su amado le tomaría en serio, Sirius dejaría de verle como un niño.

—Oh, Nagini, ¿por qué tiene que ser él? Solamente puede ver a Severus, todo el día parloteando sobre ese hombre ¡yo estoy aquí! ¡Yo lo amo y yo no lo dejé por otro sujeto a medio cortejo!

El alfa besó la frente de su serpiente que solamente aceptó humildemente el afecto, envolviendo su cuerpo de sangre fría en los hombros de su amo entre sonidos reptilianos de felicidad.

Lo cierto es que Tom siempre había adorado a Sirius Black, un Omega sexy, rebelde y diferente a cualquier otro que tenía la sonrisa más encantadora del mundo, pero para él.... Para Sirius, Tom era simplemente un chiquillo, lo había rechazado de manera afectuosa todas y cada una de las veces que intentó cortejarlo diciéndole "Desgraciadamente solamente puedo darle mi corazón a un alfa", sin embargo el alfa del que hablaba, Severus Snape, se había ido a Australia junto con su amante, otro alfa y no parecía ni recordar que jamás se había terminado el proceso de cortejo entre él y Sirius Black.

Omega Love StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora