Capitolo 25

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Espera, ¿qué?

Me quedé parado allí, analizando lo que Mark acababa de hacer, o mejor dicho, el por qué lo había hecho.

— Adiós— musité por fin y luego cerré la puerta tras ver la sonrisa de Mark.

Me giré y los ojos inquisidores de Jaemin me acusaron emocionados mientras que los de Jeno me miraban como si estuviesen furiosos. Pero eso era imposible, ¿no? No puede enojarse tanto por una estúpida rosa. Porque... esa era la razón, ¿no?

Se limitó a intimidarme y cuando lo notó dejó de hacerlo y bajó la mirada.

— ¿De qué tanto hablaron tú y Mark? ¿Ya son novios? ¿A eso se debe el beso?— preguntó Jaemin. La curiosidad que siempre había existido en él ahora me resultaba extrañamente fastidiosa.

— De nada importante, ya sabes— me encogí de hombros— Su tía, la cena...— dije divagando un poco— ¿Sabes? Voy a ver si tenemos correspondencia— inventé. Necesitaba escapar un rato de aquel incómodo momento.

— Pero...

No dejé que Jaemin terminara e interrumpí el sonido de su voz cuando la puerta se cerró , dejándoles al otro lado de ella. Suspiré y bajé con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco.

Llegué hasta el último piso y revisé en el cajón marcado con el 127 para ver si teníamos correspondencia pero no había nada más que unos cuantos folletos de publicidad sobre cuentas de banco, a lo poco que pude entender. Arrugué los papeles y los hice una bolita mal hecha, salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en donde deposité las bolitas de papel a un lado. Me llevé ambas manos a mis ante brazos, esta noche hacía un poco de frío y el cielo había decidido teñirse de un azul oscuro mandado ráfagas de gélido aire. Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.

La puerta se abrió a mis espaldas y antes de que pudiera articular algún pensamiento, su voz me distrajo.

— Necesitamos hablar— me dijo Jeno haciéndome pegar un brinco. Su tono era un poco áspero y cuando me giré a mirarlo se esforzó en ocultar un rostro medio colérico, pero la máscara no resistía muy bien.

De pronto me asusté. ¿Tan mal se había tomado que le hubiese dado la rosa a Jaemin? Le miré con ojos angustiados.

Se sentó a mi lado y la combinación del frío cemento de las escaleras desgastadas de la entrada y el contacto con su piel me produjo un tierno calor cuando pegó su brazo y hombro al mío.

— ¿Qué sucede?— pregunté.

— ¿Qué fue eso?— me dijo con el mismo tono de voz.

— ¿Que fue qué?— esto parecía un juego de palabras.

— Eso, con Mark, ¿por qué te besó?

Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensando que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y, ¿me sale con eso?

— No me besó— negué.

— ¿Entonces cómo le llamas al hecho de que él haya pegado sus labios a los tuyos?

— ¿Qué?— reí pero al parecer a Jeno no le hizo mucha gracia— Mark no me besó. Fue sólo un beso de amigos— traté de disimular el que yo creía que era el propósito de aquel acto.

— Pues no parecían amigos — farfulló.

— Jeno, pareces mi padre— ya empezaba a molestarme el tener que darle explicaciones y la risa se volvió una línea tensa en mis labios.

Jeno suspiró y decidió mejor cambiar de tema, aunque no de tono de voz.

— ¿Por qué le diste la rosa a Jaemin?— preguntó.

— Porque él es tu novio, Jeno— dije aunque me doliese rectificar aquello—. A él es a quien debes de darle rosas, osos de peluche o lo que sea.

— Pero yo te la quise dar a ti— insistió.

— Y yo no iba a decirle a Jaemin eso, ¿o sí?— suspiré—. Jeno, ¿por qué te molestas tanto con las cosas que hago? ¿Por qué te importa que le haya dado la rosa a Jaemin e inventado una excusa para salvarnos el pellejo? ¿Por qué te molesta si Mark me besa o me lleva un ramo de flores?

Se quedó en silencio un rato, mirando hacia delante con el ceño fruncido y sus labios formando una línea.

— No lo sé— musitó—. Tengo que irme— se levantó rápidamente y caminó hasta su Hybrid negra, subiendo a ella y conduciendo hasta desaparecer calle abajo.

Me quedé sentado allí, sin saber bien qué había ocurrido hace unos minutos. Era la clase de desconcierto que hace que te duela la cabeza y sentir cómo si tus pies volaran lejos del planeta Tierra. ¿Por qué Jeno había actuado así? A no ser que... no, claro que no. Eso sería imposible.

Suspiré agobiado. Si Jeno había malinterpretado todo, seguro Jaemin también y ahora, aunque no tenía ganas de mantener una conversación para mentirle más a Jaemin. Debía sonreírle condescendientemente, tenía que pararme enfrente de él y darle el mismo sermón que le dí a Jeno, el de "Mark y yo sólo somos amigos".

Me levanté desganado y abrí la puerta del edificio, conduciendo mis pies escaleras arriba hasta llegar al tercer piso y al departamento 127. Suspiré de nuevo antes de entrar, rogándole a Dios tan sólo un poco de ayuda, Jaemin podía llegar a ser realmente persistente.

Abrí la puerta girando la dorada perilla y visualicé a Jaemin mirando TV desde la cocina mientras intentaba recalentar en el horno un pedazo de pizza del jueves.

Cuando me vio entrar se giró hacia mí y me sonrió de gran manera haciéndome ver sus grandes y blancos dientes, tan fuertes como un roble.

Traté de sonreír.

— ¿Por qué la gran sonrisa?¿La pizza no se te quemó hoy?— bromeé.

— Aish— se quejó como un niño pequeño—. Eso sólo fue una vez y hace ya varios años— dijo y rió dejando escapar el sonido levemente gutural de su risa.

Me tuve que reír también, recordando aquella escena de la pizza quemada en casa de su abuela cuando teníamos diecisiete años.

— Bueno, pero no es por eso que sonrío— me dijo—. Tú tienes algo que contarme— levantó las cejas una y otra vez.

— ¿Cómo qué?— me hice el que no sabía.

— No sé, tú dirás, algo que tenga que ver con un chico apuesto, llamado... ¿Mark?— tanteó.

Puse los ojos en blanco.

— Jaemin, ¿cuándo vas a entender que entre Mark y yo sólo hay una bonita amistad? Ya aclaramos el punto y ambos estamos bien siendo amigos.

— Pero yo vi...

— Un beso, lo sé— lo interrumpí de nuevo poniendo los ojos en blanco—. Pero Jaemin, ese no fue un beso en la boca, fue en la mejilla, cerca, pero fue de amigos, nada más— dije mintiéndole un poco... un poco bastante.

Se quedó en silencio como por tres segundos y luego exhaló.

— Eres aburrido— se giró para ver su pedazo de pizza girar en el plato de vidrio dentro del horno.

— El hecho de que no me guste Mark no quiere decir que sea aburrido— me defendí.

— No, pero desde que llegaste a Venecia no has salido con ningún chico— me dijo—. A menos que...— se giró de nuevo y me miró, la sonrisa volvió a expandirse por su rostro— ¿Te gusta Jisung?— preguntó.

— ¡¿Qué?!

— No sé, no sales con más chicos. Vas de aquí para allá pero no sin las mismas personas: Mark, Jisung, tu amigo el de los Lee e incluso Jeno.

Algo me estrujó el estómago cuando dijo su nombre....

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Where stories live. Discover now