el fuego es traicionero, ilumina tu camino a la vez que te quema.
•jasper hale x oc
•empezada: 09/02/2020
las faltas de ortografía serán corregidas a medida que el tiempo pase.
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La naturaleza del ser humano es la inocencia y la curiosidad, el desconocer todo causa un sentimiento de querer descubrirlo sin pensar en las mayores consecuencias, entre ellas desear nunca haberlo sabido.
Mónica no era consciente de que una tormenta se avecinaba.
Las luces artificiales del Blue Chapstick se reflejaban en la piel de ambos y los brillos color neón sobre sus ojos se distinguían del característico verde que coloreaba su iris.
La chica movía con precisión sus manos por los controles de la antigua máquina arcade, era la única en aquel restaurante pero la pelirroja no se cansaba de esta. En algunas ocasiones los ojos de Mónica se apartaban de la pantalla debido a la distracción que ocasionaba la baja temperaturas del cuerpo del rubio que la abrazaba por la espalda; sin embargo, su máxima distracción era la misma presencia de su novio.
—Game Over...—susurró la pelirroja al visualizar estas mismas palabras escritas en rojo sobre la pantalla.
—¿Y si vamos a tu casa?—cuestionó el rubio separándose de Mónica que suspiró por la falta de su tacto.
—¿Y escuchamos mis vinilos?—el rubio asintió antes de entrelazar sus manos.
Juntos sumidos en un cómodo silencio se subieron al coche del rubio que rápidamente reprodujo el CD que hacía un tiempo había grabado inspirándose en su compañera, esta misma comenzó a cantar moviendo su cuerpo al ritmo de la música. La pelirroja sacó un cigarro y lo colocó entre sus rosados labios.
—Hey, Jazz, ¿tienes fuego?—Mónica inclinó cautelosamente su cabeza en su dirección.
—Sabes que no me gusta que fumes, podrías acabar muriendo.
—Eso quiero, rubio.—su tono salió burlón sin pensar que algunos meses atrás aquello era completamente cierto y que quizás dentro de unos escasos días volvería a ser su realidad.
—No bromees con eso.—la pelirroja osciló sus ojos con una pequeña sonrisa.
—Tranquilo, creo que tengo un mechero.—la chica rebuscó en su mochila y al hallar el dichoso encendedor prendió su cigarrillo.
El rubio aceleró y la pelirroja rebotó brevemente sobre su asiento clavando sin querer sus uñas sobre la piel de porcelana que el rubio poseía, Mónica depositó varias caricias sobre el lugar en el que sus uñas se habían enterrado segundos atrás.
Y con rapidez se marcharon de aquel lugar dejando tan solo las cenizas de su cigarro y unos ojos rojos a sus espaldas.
