拉屎 ; argentonto

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No podía declararse creyente de la suerte o del destino, manejaba su vida como podía. Pero si algo le daba una esperanza de que la suerte existiera, era llegar tarde a casa y que su padre estuviera dormido.

Hoy era un día como todos, uno normal. Llega después de la escuela y luego de estar un tiempo en el parque. No tenía compañía alguna, en sí no la necesita, puede ser "huérfano" y todo lo que quisiera; de cualquier forma, se considera a sí mismo como un ególatra.

Eso no le preocupó nunca, sólo era una cualidad extra que se suma a las otras, aumentando su superioridad.

El único problema para él y alivio para los demás, es que no consigue relacionarse gracias a ellas.

Tal ego con carácter persistente y fuerte, cada vez que llega a casa se desvanece.

Abrió la puerta con sumo cuidado, rezando que no hubiese nadie, pero allí estaban. España y México, el único que se había quedado. Veinte años y de todos modos seguía ahí; elección propia.

El resto se fué con Italia hace años, es su recuerdo más vivido, incluso cree que recién tomó conciencia cuando escuchó sus palabras; siente que, comenzó a entender el mundo, al escuchar que su figura materna se va.
Se va y él es el motivo perfecto para hacerlo, eso es lo que escuchó.
Además, se llevó a sus hermanos, los cuales no van quererlo o pasarán de él si lo ven por la calle, pues no lo recuerdan. La mente de un niño es un lugar muy inútil para preservar algunas cosas, más si se propone extirpar desde comienzo aquel recuerdo.

En este caso, Argentina está extirpado de la mente de sus hermanos.

Pestañea y vuelve a la realidad, dónde el español ignora la llegada de su hijo menor y al contrario, el hermano mayor (el único hermano) lo recibe con una sonrisa cálida.

──Llegaste ──suspira México con alivio ──lávate las manos y ven a comer, Arge.

──Plata. ──Corrige el mayor, demostrando que está atento solo a lo que es de su interés.

Río de la Plata, un nombre patético a su parecer. Carece de personalidad y excentricidad.

──Si, eso.

Argentina asintió a modo de saludo y subió las escaleras. Al entrar a su cuarto dejó la mochila en el suelo, no avanzó más allá de la puerta, pasó las manos por su rostro respirando profundo y cumplió lo que ordenó su hermano.
Cuando llegó al comedor, notó que su padre está parado cerca de su hermano y parecía susurrar cosas en su oído.

Frunció el ceño ante esto, extrañado.

──Estoy acá. ──Hizo saber sin preocupación alguna de interrumpir la conversación que tenían.

──Vete a la mesa, estoy hablando con tu hermano, no seas maleducado coño.

No se movió un milímetro, pero ante el asentimiento de México, pidiendo que haga caso, salió de la cocina.
Tomó asiento en su lugar y al rato los otros dos llegaron junto a los platos.

La cena se desenvolvía en silencio, junto a dos cabezas cabizbajas, siendo de España la única mirada que está alta, además de viajar desde el argentino hacia México y viceversa. Ambos latinos permanecen con los ojos clavados en el plato, como si fuera lo único que tuvieran permitido mirar. No importa sentir una tensión causada por ojos, no piensan confirmar que los miran.

拉屎 ; UsArgUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum