Capítulo 54. La familia. 🔴

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Sin poder evitarlo solté una carcajada que provocó que en el rostro de Sierra apareciera una sonrisa que me inspiraba de todo menos confianza. 

- No te debo nada.-le dije finalmente, al ver que no hablaba.

- Pero se lo debes a la gente que vive aquí contigo.

- ¿Cómo nos encontraste?.-pregunté entonces, siendo consciente de que alguien le tenía que haber dicho donde estábamos. 

Su sonrisa se ensanchó antes de responder.

- El Profesor no pudo evitar enviarle una emotiva carta a vuestra querida Lisboa. Decía algo así como "Berlín y Atenas se van a casar..."-se quedó unos segundos en silencio como si estuviera tratando de recordar.- "Te necesito, vente conmigo. Estamos en esta isla...".

Puse los ojos en blanco antes de llevarme las manos a la cara. Así que había sido Sergio quien le había desvelado a la inspectora donde estaba la mitad de la banda. Genial. La cosa no podía ir a peor. 

Me fijé entonces en que, como era evidente, Sierra ya no estaba embarazada, sin embargo, no parecía haber ido ningún niño con ella. 

- ¿Dónde has dejado a tu hijo?.-le pregunté. 

- Ese es el favor que te he venido a pedir. 

Fruncí el ceño. No estaba entendiendo nada de lo que me decía. ¿Que tenía que ver su hijo con nosotros? 

- Desde que Lisboa comprendió cuales eran los sentimientos de Sergio hacia ti, algo en ella cambió. No le culpo.-empezó a pasear, alejándose de mí, por lo que empecé a caminar detrás de ella.- Tú mejor que nadie sabes que cuando empiezas a huir de la justicia, no puedes parar.-se paró para mirarme.- Lisboa y yo le hemos cogido el gusto. 

- ¿Me estás diciendo que de inspectoras de la policía habéis pasado a ser unas atracadoras de "élite"?.-pregunté, ironizando esa última palabra.

- Algo así.-respondió, esbozando una sonrisa, antes de continuar.- Pero esta no es vida para un niño. Por eso hemos venido. 

Fruncí el ceño. Creía entender por donde iban los tiros de su discurso, sin embargo, no me tenía mucho sentido lo que estaba diciendo. 

- ¿Vas a dejar a tu hijo aquí? ¿Con nosotros? 

Alzó las cejas sorprendida antes de asentir con un movimiento de cabeza. 

- Verdaderamente eres lista, eh. Es una pena que estés en el otro bando.-suspiró exageradamente.- Nos habríamos llevado bien. 

- Sierra, estás mal de la cabeza si piensas que me voy a encargar de cuidar a tu hijo. 

- A ver.-se acercó a mí con determinación.- Sé que te he dicho que era un favor, pero no tienes otra opción. Sé donde vives. Tú, tu banda, y tu hija. O tus.-añadió, señalando mi barriga.

- ¿Como lo sabes?.-pregunté, a sabiendas de que no estaba tan avanzada como para que se notara.

- Una vez eres madre, aprendes a ver los detalles.

Me llevé los dedos a la boca y empecé a morderme las uñas con ansia, estropeando toda la manicura que Estocolmo me había hecho con la mejor de sus intenciones. En el fondo sabía que Sierra tenía razón, y que tendría que aceptar su trato. Sólo que no creía que eso le fuera a sentar bien a alguien que yo me sé. 

- ¿Tenemos un trato, entonces?.-preguntó, sacándome de mis pensamientos.

- ¿Cuándo lo traerás?.-pregunté a mi vez, haciendo con sonriera con satisfacción. 

El mayor robo de la historia  (LCDP: Berlín) [EDITANDO] Where stories live. Discover now