Capítulo 47

1K 108 10
                                    

KAT

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

KAT


Una suave caricia sobre mi mejilla me despierta, pero mantengo los ojos cerrados, saboreando el placer que serpentea por mi piel de que me toque así. Un roce íntimo. Dulce. Escucho su risa. Y mis mejillas se ensanchan. No puedo evitar sonreír automáticamente.

Noto como se mueve y se inclina, hundiendo una rodilla en el colchón. Está tan cerca que puedo sentir su aliento contra mi garganta.

—¿Quieres un despertar más íntimo? —ese susurro tan caliente dispara mi libido.

—Por favor, profesor —le aliento en un ronroneo.

Sin abrir los ojos sé que está sonriendo.

Siento como desciende su mano por encima de la tela de mi camiseta, rumbo a mi vientre. Aunque me toque por encima de la tela eso no impide que todo mi cuerpo festeje por esa caricia abrasadora. Su mano se abre paso a través de mi pantalón y comienza a juguetear con sus dedos por mis bragas, mientras su boca se desliza por mi cuello calentando más mi piel. Levanto un poco la pelvis para sentir más su mano y exigirle de una vez que me arranque la ropa. Gimo suavemente contra su boca, saboreando el café de sus labios. Dulce. Adicto. Siento como se domina, apoyando más su mano contra la almohada para no dejar caer su cuerpo sobre el mío.

—Me encantaría pasarme toda la mañana dando placer a tu cuerpo —me da un leve mordisco en mi labio inferior—, y oír como gritas mi nombre mientras estoy dentro de ti —dice contra mi boca entre su jadeo y mi jadeo—. Pero tengo que irme.

Me frustra que retire su mano, pero sigo con los ojos cerrados.

—¿Y dónde si puede saberse? —estoy agitada.

—En una hora comienza un seminario de biología en el Bow Valle College y quieren que esté allí como consejero —no lo escucho con muchas ganas de ir—. Me lo han pedido como favor y no he podido negarme.

Hago un mohín, enfurruñada. Se supone que ninguno volvería a trabajar hasta después de verano. Aunque tal y como Ken me echó del museo, no sé qué tan asegurado tengo mi puesto allí.

Vale, es trabajo. Y solo lo necesitan unas horas. Está perdonado que me deje con ganas. Pero habrá recompensa doble por esto. Asiento sin enfadarme y alzo mis manos para cerciorarme de algo. Toco su pecho y subo hacia arriba, al comprobarlo, lo apruebo con una sonrisa maliciosa.

—Bien. No llevas corbata.

Él se echa a reír y toma mis manos besando ambas con total adoración.

—No voy a llevar algo que solo tú puedes poner —me dice con esa voz grave y sexy. Estoy a un microsegundo de tumbarlo sobre la cama y no dejarlo ir, y que ese puñetero seminario empiece sin mi genio.

—Y que no quiero que ninguna niñata se quede babeando por ti —replico—. Los profesores con corbata sois un peligro.

—¿Profesores? —gruñe al escucharme.

Remembrance ©Where stories live. Discover now