33. UNA MORTAL

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Holaaaaaaaaa

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33. UNA MORTAL

William

Lui no perdió nada de tiempo. En cuanto estuvo más tranquilo llamó a su madre para informarle que Mary estaba embarazada. Para cualquier persona normal, lo mejor hubiera sido esperar, pero como decía Lui, teníamos un reloj marcando la hora a nuestras espaldas. No teníamos tiempo. Él quería dejar todo arreglado para que tanto su hijo o hija quedaran con su apellido y Mary pudiera estar bien.

No dudaba que, en algún remoto futuro, Mary pudiera encontrar una vida. Algún hombre con quien casarse, formar una familia normal y todo lo demás. De lo que estábamos más que seguros era de que el bebe con sangre real, debería de quedarse en la élite. Ni idea a qué tipo de acuerdo llegarían con Mary de eso. Por ahora, teníamos el problema mamá-gremlin que arreglar.

Anabeth no se lo tomó como la octava maravilla, al contrario, estaba furiosa con él. No me preocupaba su enojo contra Lui, eso era normal, pero el enojo que sentía contra Mary era lo único que me tenía alerta.

—¿Por qué diablos no pudiste pedirle eso a una de la élite? —preguntó su madre.

—Vamos, los dos sabemos que ninguna se hubiera prestado para quedar embarazada de alguien que está a días de morir. Las chicas de la élite son una mierda, mamá. No podía simplemente pedirle a una de ellas que tuviera mi bebe. Además, elegí a Mary por muchas razones, razones que tú no entenderías, ya que eres tan clasista.

Me sentía orgulloso del discurso de Lui, era profundo y sincero. Lo más importante era que estaba poniendo a Mary delante de todo, eso valía más que nada para ella.

—Pues lo siento, jovencito, ella no puede vivir aquí. Tampoco vamos a mantener a una mortal, esto no es caridad.

—¿Caridad? En serio, mamá. ¿Caridad? ¿Quién diablos habló de caridad? La mujer tiene dinero, un estatus alto en Washington y su papá está a punto de ser congresista. Ella no vino buscando caridad, ella solo vino a darme lo que le pedí. Voy a morir y este hijo es todo lo que te va a quedar de mí, depende de ti quererlo o no.

—No me pongas en esta situación Louis, no es justo. Solo no puedo aceptarlo. Soy tu madre.

—Porque eres mi madre es que deberías de apoyarme, solo piénsalo, es lo único que te va a quedar de mí. Ese bebe tiene mi sangre, tiene mi esencia. ¡Joder! ¿Qué tan difícil puede ser?

Su madre ya estaba llorando en comparación con Lui que se mantenía entero. Eso era algo de admirar de mi mejor amigo. Cuando tomaba una decisión, se mantenía firme a esa elección. Él quería que ese bebe se quedara en el mundo y yo iba a apoyarlo. No iba a ser fácil para Mary, ni para nosotros, mucho menos para el bebe, crecer en una sociedad tan difícil como lo era la élite no sería nada fácil. Menos teniendo sangre mortal.

—No lo acepto, Louis, sabes que no puedo. Pero tampoco puedo dejar a la chica en la calle. Vamos a hacernos cargo de la situación, pero ni una palabra a la élite.

—Tarde o temprano tendrán que saberlo, mamá. Quiero que ese niño o niña tenga mi apellido. Los papeles ya los tiene ella. Los arreglé con Norbeth hace un par de semanas, cuando no era ni seguro que ella estuviera esperando.

Vi a su madre contener la respiración. No estaba contenta, pero ¡que le den! Lui tenía veinticuatro años, estaba a semanas de morir y su madre creía que el problema era lo que la élite fuera a decir por tener un bebe fuera de matrimonio. La mirada de la madre de Lui viajó de su hijo a la mía.

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