Mi corazón se hace tan pequeñito, estrujado por las palabras de Emilio... Nos vemos directamente a los ojos y mi razón, la aguafiestas de mi razón me dice que debo salir corriendo, pero aquí, en mi casa, sin que el resto del mundo importe, sé que de huir no llegaré muy lejos pues este hombre me atrae a él en tantos sentidos, soy como una pequeña aguja queriendo huir de un imán, y por primera vez puedo decir que quizá no soy el único que siente eso.
- ¿Y el lo sabe? - pregunto a Emilio fingiendo ingenuidad, odio que mi voz suene nerviosa, pero enserio hago un gran esfuerzo por contener todo este revuelco de emociones que él provoca en mí.
- Quizá, es algo cabeza dura y no te deja las cosas por la vía fácil, pero quiero creer que si...
- ¿Y por qué no se lo dices? - insisto. Emilio sonríe.
- Porque "los amorosos callan"...
¡Perfecto Emilio! ponte a citar a Jaime Sabines... más entiendo lo que está haciendo.
- "El amor es el silencio más fino" - continúo y por la reacción de Emilio parece que he respondido lo que esperaba.
- "El más tembloroso... - agrega él - el más insoportable"
- Pero "en un beso sabrás todo lo que he callado"
- Eso no es lo que sig...
- Si - lo interrumpo - ya sé.
Una mirada soñadora ilumina a sus bellos ojos ámbar, él ha dado tímidamente el primer paso en esto por lo que siento que ahora el resto me corresponde a mi...
- Bésame - digo casi como pidiendo un deseo, deseo que no debo pedir dos veces.
Emilio me rodea de la cintura con sus brazos tan fuertemente como sí se asegurará de que no escape, más eso, obviamente, no está en mis planes, su pecho cálido contra el mío, mi corazón va tan rápido que casi puedo escuchar su latir, nos dedicamos una última mirada, y ya nada importa. Cierro mis ojos y cuando creí que mi corazón no podía ir más rápido se detiene al recibir los labios de Emilio que dulcemente se entregan a mí. Esa corriente eléctrica recorre mi cuerpo, erizando cada fibra de lo que soy, Emilio es suave, pero parece contenerse... y no quiero que lo haga, llevo mis manos a su cuello y lo beso tal como deseo, libre de sentirlo mío, solo mío, apasionadamente como verdaderos amantes y veo que él también lo desea, entonces necesitamos respirar...
- Te quiero Joaquín - dice Emilio y mi corazón da un vuelco de alegría al oírlo pronunciar esas palabras, con respiración agitada, me toma del pelo y pone nuestras frentes juntas - y esto parece una locura - veo a la duda volver a inquietarlo así que lo tranquilizo a su manera.
- "los amorosos son locos, sólo locos..." - susurro en sus labios y él sonríe, y me da un pequeño besito en los labios, y me encanta, me encanta todo él. - Te quiero Emilio y si esto es una locura, no importa, no me importa estar loca siempre que puede estar a tu lado...
No puedo decir nada más, Emilio ha tomado mis labios nuevamente, me rodea con un brazo y con el otro sostiene mi cabeza, en sus labios aún siento el fresco sabor del té helado, lo beso más, con pasión, con cariño, con todo esto que me hierve dentro... y él me besa a mí, con la misma intensidad que yo lo hago, como si igual que yo lo hubiese deseado por mucho tiempo.
Después de besarnos tanto como podemos nos separamos lentamente y nos miramos a los ojos diciéndonos todo con ellos. No sabemos si es correcto, pero si estamos seguros de que es lo que queremos. Emilio me rodea con brazo y con el otro me sujeta las piernas levantándome fácilmente, lo sujeto del cuello sin cuestionar nada. Se sienta en el sofá y me acurruca sobre de él y yo pienso que no hay mejor lugar en donde quisiera estar. Me abraza y yo lo abrazo, nos damos un pequeño beso más.