Capítulo 11

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Kaneki no dándole tiempo a la señora para explicarse más, decidió actuar. Cada uno de sus cinco tentáculos penetraron el cuerpo de aquella señora mientras el sexto sujetaba del bebé protectoramente. Los seguidores del One Eyed King, se quedaron esperando fuera de la cueva, algo sobresaltados por los desgarradores gritos que aquella mujer emitía con cada "empalada" que el ghoul de cabello blanco le daba.

Mientras todo aquello pasaba en aquella cueva, los investigadores del distrito 20 se dividían en grupos de a cuatro para allanar los lugares de avistamiento de los ataques ghouls que habían recibido durante toda la semana. Con el fin de atrapar, por suerte, al ghoul de un solo ojo.

El iris, lo que te da el color del ojo, de Kaneki estaba de color rojo llameante, con venas del mismo color cubriéndole toda la esclera de color negro. Estaba enojado, podía oír el retumbar de su corazón en sus oídos. ¿De verdad esta muerto? Negó, a lo que lágrimas bañaban sus pálidas mejillas. Con el cuerpo inerte de la señora cerca de la fogata, miro a su alrededor y encontró un bulto de sabanas.

— ¿H-Hide? -preguntó con voz temblorosa mientras se acercaba-

Dejo que su cuerpo lo llevara hacia aquel bulto de sabanas y se acuclillo cuando estuvo frente a este. Con manos temblorosas, removió las sabanas y no, solo eran más sabanas y la chaqueta de Hide.

Con bebé en manos, y sus tentáculos desvaneciéndose como ceniza con el viento de invierno, se marcho de ahí; junto a los demás.

Invierno, 2021 (un año ha pasado...)

¿Qué mascarilla usaría? pensó, cuando termino de alistarse por completo. Decidió irse por una blanca de hospital, tenía unas doce cajas de esas mascarillas junto con otras negras y otras con animalitos impregnados. Esa mascarilla desechable, le ayudaba a cubrir: nariz, boca y barbilla. Claro que la bufanda amarilla que tenía puesta, más el abrigo de color verde (con pelos sintéticos en el borde del sombrero, para mantenerle calientito), y sus botas color marrones aprueba de frío; le cubrían completamente.

Solo recuerda que se llama Nagashika Hideyoshi y su edad estaba entre los 18 más o menos. Despertó en un hospital en la lejanía del campo, con su cuerpo adolorido y con cicatrices en todo su cuerpo. Tenía problemas para caminar, de seguro fue por el accidente o eso le habían dicho en el hospital cuando preguntó a las enfermeras y doctor. Su piel lechosa había sido arrancada en parte de su hombro, cuello, boca y casi pecho. Usaba la bufanda y abrigo para cubrir esa fea cicatriz. Había notado cuando salió del hospital que parte de sus dientes se habían ido también.

¿Qué tipo de accidente tuvo?

Suspiro, recalquemos que tiene cierto aparato negro debido a una traqueotomía. Su voz es comparada constantemente con la de un robot, el bullying de los vecinos ya no le incomoda como al principio, pero en fin, a lo que iba, ya tenía dientes. Luego de cinco meses que le dieron el alta, se informo bien y luego procedió a ponerse los dientes que le faltaban.

Ahora bien, no puede comer en lugares públicos o frente a otros, porque les incomoda ver a alguien como él. Trabaja repartiendo periódico o haciendo mudanza a los que le pagan, y de vez en vez, siente que algo le falta cuando se toca el pecho o el vientre, donde se encontraba una de las tantas cicatrices en su cuerpo.

Su cabello rubio con raíces marrones en el centro, llamaba la atención de algunos niños del vecindario. Se lo había pintado, ya que cuando salió del hospital su cabello estaba completamente de color marrón. Había escuchado que hubo un accidente en un templo cercano y que una cueva fue prendida en llamas, pero no se encontró algún cuerpo o alguna cosa más. Quizás un accidente... quien sabe ¿no?

Salió fuera de su pequeño apartamento, no hecho en concreto, pero en madera y puertas corredizas de papel. Todo un sueño para alguien que le gusta la tranquilidad y lo modesto. Camino por el sendero de piedras que lo llevaban hacia la principal. Ya la nieve cubría parte de las casas, caminos, arbustos, copas de los arboles y montañas. Los cuerpos de aguas se habían congelado y el frío calaba en sus huesos cada vez que una ventisca le abrigaba.

Dio un vistazo al papelito en sus manos, donde yacía la dirección a la que tenía que ir para una mudanza, y vio la casa de madera frente a él. A trabajar, se dijo a sí mismo antes de tocar un par de veces en la puerta corrediza.

- adelante

Escuchó, y sintió una corriente eléctrica correr bajo su espalda y su cuerpo paralizarse por un breve instante, antes de adentrarse en la casa. Esa voz ¿dónde la habrá escuchado? Miro a su alrededor, juguetes de bebé y el mismo yacía dormido en una mecedora para infantes. Removió sus zapatos con rastros de nieve en las suelas en la entrada para caminar hacia la cocina, donde se escuchaba el movimiento de tazas.

Se asomo en el umbral de la cocina y vio la espalda de un joven padre no mayor que él, suponía. Espalda ancha y firme. Cabello blanco, pero ondulado con raíces negras en el centro. Le recordaba a alguien.

- ¿eres el de la mudanza? las cajas para empacar están en la tercera habitación. Procura no dejar nada, por favor -su voz era suave, gélida así como el viento de afuera e imaginaba que su rostro estaba estoico, pero sobre todo un deje de tristeza cubría su cuerpo-

- entiendo -su voz robótica respondió como de costumbre-

Justo cuando se daba la vuelta, su espalda fue lo que vio aquel joven cuando por fin decidió darse la vuelta y mirarle. Hide llegó a la tercera habitación y vio cajas vacías, otras medias llenas con ropa, objetos, libros, auriculares, reproductor de música, zapatos, entre otras cosas. Se arrodillo frente al buró y comenzó a sacar ropa, para doblarla y meterla en la caja. Mirando así como que la ropa era de su size, y estilo, pero el joven padre que lo contrato no parece ser persona de utilizar este tipo de colores llamativos.

Mientras Hide empacaba, el joven padre termino de hacer las dos tazas de café, uno negro para el y el otro azucarada como le gustaba a él. Siempre lo hacia, es decir, el preparar una taza extra cada vez que se va hacer una para el mismo. Su vista decayó y bebió de su café. Camino hacia la sala de estar donde se encontraba su hijo, su cabello blanco predominaba ¿le abra pasado el estrés a su hijo? Sin embargo, tenía raíces en el centro de color marron y sus ojos al igual que los suyos; grises. Daba seguridad que esa sonrisa que su hijo formaba con sus labios era la de Hide, junto con las raíces marrones en su cabello.

Kaneki Yukiyoshi nuestro bebé, pensó al verle dormir tan plácidamente.

¿Cómo hacer un bebé? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora