Capítulo 8

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El amanecer sorprende a Xiao sentado en su cama, su mirada perdida en el vacío y su mente tratando de procesar lo que había sucedido la noche anterior ¿Cómo permitió que eso pasara? ¿Cómo vería a la cara al señor Wang que le había confiado la enseñanza de su hijo? Ni siquiera sabía cómo miraría a YiBo, el maldito mocoso iba a echarle en cara ese encuentro, no podía mentirle diciendo que no sintió nada porque el sol no se puede tapar con un dedo, menos cuando fue él quien suplicó por sus caricias. La vergüenza y el remordimiento lo están matando: vergüenza porque YiBo lo vio en su estado más vulnerable y remordimiento porque fue bastante egoísta de su parte echar al chico de su habitación una vez la sangre llegó a su cerebro nuevamente dándole la posibilidad de pensar.


Le gustara o no, debía encontrarse con su jefe, así que se dijo a sí mismo "al mal paso darle prisa" se levanta, ducha y baja al restaurante a desayunar donde sus colegas ya estaban esperándolo; mientras camina por el sendero que lleva a su mesa su corazón se agita con el solo pensamiento de ver a YiBo, cuando llega y ve que solo están Yu Bin y Zhuo Cheng siente un gran alivio. Toma asiento mientras se sirve un poco de café, da un pequeño sorbo, luego saluda y pregunta: — Buenos días ¿Dónde está YiBo?


Ambos hombres lo ven sonrientes con sus cejas arqueadas. —No sé, tu dímelo— responde Yu Bin.


— ¿Y yo por qué? —dice Xiao después de tragar un trozo de tocino.


—Bueno pues, al parecer se divirtieron anoche —señala Zhuo Chen viendo el cuello de su amigo.


— ¿Qué? No entiendo de que hablas.


—El niño es apasionado...—Yu Bin se ríe ante el desconcierto de Xiao.


—Y posesivo —agrega Zhou Chen—, decidió marcar su propiedad para que todos sepan que tiene dueño —continúa señalando a Yu Bin.


El ùltimo intercambio de palabras es solamente entre los dos chicos, excluyendo a Xiao apropósito para burlarse de él.


—Ya déjense de payasadas, no hablen como si no estuviera aquí.


—Te conquistó rápido Xiao.


—Nadie me ha conquistado— responde con rapidez.


—Pues tus marcas dicen lo contrario.


— ¿Marcas? ¿Qué marcas?


—Las que Wang YiBo dejó...—Zhuo Chen extiende su mano para señalar el cuello de Xiao—, justo ahí.


Xiao toma desesperado su teléfono para ver con sus propios ojos las dichosas marcas que mencionan sus amigos, activa la cámara frontal y sus ojos extendidos no pueden creer lo que ven "Hijo de Puta" murmura mientras sus dedos trazan las muy llamativas marcas.


En un intento desesperado por defenderse reta a sus amigos: — ¿Cómo están tan seguros que fue él?


—Bueno, ayer no tenías eso... además ustedes fueron los únicos ausentes en la "celebración" de anoche.

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