♨;; 𝚝𝚎𝚛𝚌𝚎𝚛 𝚙𝚕𝚊𝚝𝚘

223 56 13
                                    

Donghyuck

No sé si era más incómodo el que nadie hablara, o que lo único que se escuchase fueran los dedos de Jisung tecleando ansiosos en la pantalla de su móvil, probablemente hablando con alguno de los chicos que tenía comiendo de la palma de su mano.

—Hyung— el menor de los hermanos me miró apenado, acercándose hasta mi lugar del sofá y recostándose a mi lado mientras acariciaba tiernamente mi cabeza, igual que yo solía hacerle todas las veces que me tocaba consolarle—. No estés así, no fue tan malo...

—...

—Con el tiempo lo verás incluso gracioso, una anécdota que contar a tus nietos— sonrió pero yo aparté la vista con desgana, sin dejarme persuadir por ninguna de sus mentiras. Jeongin miró a su hermanastro, quien seguía sentado en el suelo viciado con su móvil, y le lanzó un cojín directo a la cara—. ¿Verdad que sí? ¿Verdad que tengo razón, Jisung?

—¿E-Eh?— el peliazul miró a ambos lados con desconcierto, percatándose de la conversación por primera vez en toda la tarde. Jeongin debió propinarle una de sus miradas escalofriantes, porque el mayor rápidamente se incorporó dispuesto a responder—. Sí, hyung. Jeongin tiene razón. Fue un desastre total.

—¡SUNG!— yo volví a lloriquear como fracasado sobre el sofá, lamentándome de todas y cada una de mis penurias, lamentándome del momento en el que ese rubio tuvo que aparecer en mi vida.

—¿Qué? No me gusta mentir— Jeongin volvió a tirarle un cojín, sólo que ahora con más fuerza e intención de dañarle, pero su hermano lo vio venir y esquivó fácilmente antes de añadir—. No pasa nada. Sólo era un programa.

—¡He tirado mi carrera a la basura!

—No, no es así, hyung...

—Sólo tiraste el plato, el sobre de harina, la sal y todo el cuenco con la ensalada durante el programa. Y fue al suelo, no a la basura.

—¡JISUNG, VETE DE AQUÍ AHORA MISMO!— exclamó el menor de los tres, y su hermano no tardó ni medio segundo en encogerse de hombros y salir con indiferencia hacia su cuarto, clavando de nuevo la vista al chat de su móvil—. Hyuck hyung, te prometo que tampoco fue para tanto. Tendrás muchas más oportunidades...

—E-Estaba tan nervioso, Jeonginnie...— me lamenté al tiempo que le espachurraba entre mis brazos, disfrutando de que se dejara tratar como un peluche. Adorable y tierno peluche—. ¡De entre todos tenía que haber sido él!

—Ya lo sé, hyung. Fue una inoportuna casualidad...

Le abracé con más fuerza, desatando con él mi furia, frustración y tristeza que me había quedado tras haber estropeado todo el programa. Y no me refería al hecho de haber sido expulsado en la primera ronda, sino a los motivos.

¿Que qué hice?

Nada importante. Tan sólo lo que había nombrado Jisung, además de casi clavarle un cuchillo por accidente a la persona a mi lado y resbalarme, cayéndome de culo, mientras iba a agarrar más ingredientes.

¡Y todo por culpa de Mark!

Sí, ahora sí que no olvidaría su nombre. Lo recordaría hasta verle retorcerse bajo mi cuerpo, llorando y pidiendo auxilio mientras yo lo torturo de la manera más sádica existente. Gracias a él acababa de perder la mayor oportunidad que me había brindado la vida, y digo gracias a él, porque fue el culpable de mis extremos nervios cuando comenzó la primera ronda.

Mientras cocinaba no podía dejar de pensar que tenía el concurso perdido, que por haberle tratado de esa forma ya votaría en mi contra y me haría imposible ganar. Me lamentaba de tantas cosas que no podía siquiera pensar, sólo veía un futuro negro, un futuro en el que yo terminaba mendigando por las calles en busca de algo que llevarme a la boca. Y por no estar pendiente de lo que tenía que estar, quizás se terminaba por cumplir.

Lo mejor de todo fue que a la hora de las votaciones, como era de esperar, ambas juezas votaron por mi expulsión, pero Mark no. El rubio de bote se limitó a encogerse de hombros, votando por mi permanencia —aunque no sirviera de nada, pues había mayoría que reclamaba mi ida— y sonreír con suficiencia, como si fuera la mejor y más cool persona del mundo.

—¡ES UN IDIOTA, ENGENDRO DE MORDOR, ASQUEROSO, OJALÁ SE LE PUDRAN LAS PELOTAS Y NO PUEDA VOLVER A USARLAS EN SU VIDA!

—...

—Oh. Perdón, Jeonginnie. Olvida lo que escuchaste.

—Hyung, cuando te enfadas das miedo— reí por primera vez en todo el día, limpiando mi rostro con la manga del jersey que llevaba puesto y sorbiendo de una forma muy poco delicada—. Yo realmente creo que eres el mejor cocinero del mundo.

—Awwww, tan tierno...— volví a abrazarle con todas mis fuerzas, ignorando sus súplicas por que le soltara para no asfixiarle—. Es una pena que eso no me sirva de nada.

—¡Oye!

—Económicamente hablando, bobo— sonreí y despeiné divertido su cabellera—. Aunque no me des dinero, sigues siendo una parte imprescindible en mi autoestima, bebé.

—Gr-Gracias, supongo...

—Venga, vamos a preparar algo rico de cenar aprovechando que os quedáis a dormir— me puse en pie más animado, planeando varias veces mis mejillas y limpiando los restos de lágrimas de ellas por última vez—. Elige lo que quieras.

—¿Lo que quiera? ¿Incluso una tarta de galletas de chocolate?

—Incluso una tarta de galletas de chocolate— respondí sonriente, reprimiendo unas risas al ver tanta emoción en su rostro.

—¿ALGUIEN ESTÁ HABLANDO DE COMIDA?— Cómo no, ahora aparecía el señor interesado. Rodé los ojos y me dejé abrazar cuando el mayor de los hermanastros tiró su móvil a una parte del sofá y me espachurró entre sus brazos—. Hyung, perdona por lo de antes. Para mí eres el mejor cocinero del mundo.

—¡Eso ya se lo dije yo, idiota!— exclamó el pelirrojo sacándole infantilmente la lengua.

—¡Pues entonces para mí es el mejor chef del mundo!

—¡Pues para mí es el mejor chef de chefs del mundo!

—¡Pues para mí...

Yo les miré embobado, ahogándome en felicidad y olvidando todos mis problemas, pensando en que lo más importante de mi vida se alzaba frente a mis ojos, discutiendo con inútiles e inexistentes términos.

Qué más daba un estúpido concurso. Jeongin tenía razón. Ya vendrían muchas más oportunidades en un futuro. Aún era joven, guapo e increíblemente talentoso, no iba a dejar que una metedura de pata por culpa de una hiena rubia con mejillas marcadas me estropeara la perfecta sonrisa de la que tanto me gustaba alardear.

—Chicos— ambos hermanastros me miraron, dejando sus infantiles peleas de lado—. ¿Os apetece pizza?

—...

—Hoy no tengo muchas ganas de cocinar.

taste it || markhyuckWhere stories live. Discover now