Capítulo 9 "La lectura"

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Effie
No puedo contener la emoción que me da al ver a Cinna triunfando como diseñador. Caesar lo presenta en su programa de televisión como el nuevo sentir del Glamour.

Se ha preparado todo un programa exclusivo para la elección del vestido de novia de Katniss. Todos podrán ver la sesión fotográfica con cada uno de los hermosos diseños de Cinna y votar por su favorito.

— Hagamos que Katniss Everdeen se case con estilo — aúlla Caesar a la multitud al acabarse el programa. — Antes de despedirnos tenemos un anuncio especial. Efectivamente, este año se celebra el setenta y cinco aniversario de los Juegos del Hambre, ¡y eso significa que ha llegado el momento del Vasallaje de los Veinticinco!.

El himno suena en pantalla y cambia la vista a la entrada del recinto. El presidente Snow hace su entrada seguido de un jovencito con traje blanco que sostiene una sencilla caja de madera. Termina el himno y el presidente empieza a hablar para recordarnos a todos los Días Oscuros en los que nacieron los Juegos del Hambre. Cuando se elaboraron las reglas de los juegos, se determinó que cada veinticinco años el aniversario se conmemoraría con el Vasallaje de los Veinticinco. Sería una versión ampliada de los juegos en memoria de los asesinados por la rebelión de los distritos.

El presidente Snow nos cuenta lo que sucedió en los anteriores vasallajes.

—En el veinticinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que sus hijos morían por culpa de su propia violencia, todos los distritos tuvieron que celebrar elecciones y votar a los tributos que los representarían. En el cincuenta aniversario —sigue diciendo el presidente— como recordatorio de que murieron dos rebeldes por cada ciudadano del Capitolio, todos los distritos enviaron el doble de tributos de lo acostumbrado.

El año en que ganó Haymitch. Mi madre que parece recordar sus días de escolta, baja la cara con tristeza. Si es difícil ver cómo se mueren veintitrés niños no me imagino que sean cuarenta y siete.

—Y ahora llegamos a nuestro tercer Vasallaje de los Veinticinco —dice el presidente. El niño de blanco da un paso adelante y sostiene en alto la caja mientras él la abre. Vemos las ordenadas filas de sobres amarillentos en vertical. El presidente extrae un sobre marcado claramente con un 75, mete el dedo bajo la solapa y saca un cuadradito de papel. Sin vacilación, lee — En el setenta y cinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que ni siquiera sus miembros más fuertes son rivales para el poder del Capitolio, los tributos elegidos saldrán del grupo existente de vencedores.

¡Que! Me quedo sin aliento procesando lo que acabo de escuchar. ¿El grupo existente de vencedores? Mis niños, Haymitch.

— ¡Nooo! — dejó salir un chillido ahogado. — ¡No es cierto! — las lágrimas comienzan a fluir por mis mejillas, esto no puede estar pasando.

Mientras caigo de rodillas frente al televisor siento a mi madre rodearme con sus brazos. Me dejo arropar por su abrazo y dejo salir un amargo llanto de desesperación y desasosiego. Ellos no pueden regresar a la arena, mis niños merecen disfrutar una vida de paz, y Haymitch... No, yo no podría mandar a la persona que más amo a una muerte segura.
Como pude me levanté y salí directamente a mi habitación. Entro aventando todo a mi paso con gran furia, destrozando cada uno de los objetos que interponen en mi camino. Termino hecha un ovillo en el suelo en medio de todo ese desorden.

Tengo la mente nublada, el dolor cegador me inunda el pecho y solo puedo pensar en que seré yo la que los sentenciare a muerte, yo los llevaré al matadero, yo llevaré su sangre por siempre.

Después de no poder soltar una lagrima más, salgo a hurtadillas de mi habitación haciendo el mínimo ruido. En mi mente solo tengo un propósito, llegar al distrito doce.

Manejo mi auto por la ciudad hasta llegar a unas cuadras de la estación de trenes de carga del Capitolio. Continuó a pie, ya que llamaría más la atención yendo en coche. Me he cambiado de ropa y llevo algo demasiado sencillo, lo más anti fashionista que tengo, unos jeans, una blusa negra y unos zapatos deportivos igualmente negros.

Diviso la entrada y aguardó un momento para inspeccionar cómo es que voy a escabullirme hasta el tren que me llevara a mi destino. Estoy a punto de dar un paso cuando alguien pone su mano sobre mi boca. Estoy muerta, seguramente alguien se dio cuenta que merodeaba el lugar.

— ¡¿Qué es lo que planeabas hacer?! — escuchó la voz de Cinna sobre mi oído. Por su manera de hablar se que está realmente molesto.

Me arrastra como puede hasta su carro y me empuja en el asiento trasero.

— ¡En qué estabas pensando! — vocifera zarandeándome por los brazos. — Te hubieran matado en cuanto te vieran — añade aún furioso. — no vuelvas a hacer locuras Trinket, no...no lo vuelvas hacer nena — dice mas tranquilo y atrayéndome a hacia él me estrecha entre sus brazos, hundiendo su rostro en mi cuello.

— Yo... lo siento Cinna. Solo quiero estar con ellos — digo sollozando nuevamente.

— Lo sé nena, lo sé, pero no puedes arriesgarte de esa forma. — dice apartándose un poco de mi — cuando vi el mensaje de tu madre diciendo que te habías marchado sin decir nada, se me vino el mundo abajo, pero te conozco muy bien y gracias al cielo llegue a tiempo, antes de que cometieras una locura.

Regresamos a mi departamento donde mi madre está muy angustiada por no saber nada de mi. En cuanto entro a casa se lanza sobre mi y me besa las mejillas y toca mi rostro como si no se creyera que estoy bien.

Tomamos un té para tranquilizarnos todos, el sueño comienzan a invadirme y me despido para ir a levantar los destrozos que he dejado en mi cuarto. Cinna se ofrece a acompañarme hasta la puerta de mi habitación.

— Effie los chicos te necesitan, ahora son un equipo. Te necesitan pero no en el distrito, sino aquí en el Capitolio, en la arena, como escolta. Si Peeta se queda como mentor necesitará alguien con experiencia a su lado, si es Haymitch no podrá soportarlo o al menos no sin ti. — Cinna siempre tan sabio en sus palabras, me da un beso en la frente y se despide.

Por un momento acaricié la idea de renunciar pero él tiene razón, ahora somos un equipo y no pienso dejarlos solos.

Hola de nuevo!!! Para compensar mis desaparecidas mañana les traeré otro capítulo 🥰 otra cosa muchas gracias por comentar y dejar sus estrellas ⭐️ a todos los fans del Hayffie 😍🥰😍🥰

Carbón y Perlas: El fuego de la victoriaWhere stories live. Discover now