Para saber...

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Zea, Leopoldo. Introducción a la filosofía, UNAM. 8a. ed., México, 1981. pp. 53, 54.

Ahora bien, este saber oír lo que la razón dice acerca del mundo, este saber oír que todo es Uno, es algo difícil. Para saber lo que permanece en medio del cambio hay que saber ver. Los instrumentos para conocer son los ojos y los oídos; hay que saber ver bien y oír bien. "Malos testigos los ojos y los oídos para los hombres que tienen almas de bárbaros" (fragmento 4) dice Heráclito. El que no sabe ver ni oír bien es semejante al bárbaro; porque al igual que éste no podrá hablar claro, decir claramente lo que ve o lo que escucha, de aquí que sus ojos y sus oídos sean malos testigos. Los ojos ven y la razón dice qué es lo que los ojos han visto, por esto hay que saber escuchar la razón. Los que no se analiza saben oír, "escuchando sin comprender se semejante a los sordos: de éstos atestigua el proverbio que estando presentes están ausentes". (Fragmento 3). Sabio es todo lo contrario, éste sabe ver y escuchar. Ve con mucha atención al mundo que lo rodea, y con la misma atención escucha la razón que le dice lo que es este mundo. En esta capacidad del sabio para atender se encuentra la diferencia entre éste y la masa: "La masa no se fija en aquello con que se encuentra, ni lo nota cuando se le llama la atención sobre todo, aunque se imagine hacerlo.

Fragmentos de HeráclitoWhere stories live. Discover now