Día uno

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       "... Ante el desenlace largamente previsto

lo imposible de guardar

es lo único que importa..."

R. Juarroz


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Aunque ahora eran tres, la ración seguía siendo para dos. La rutina no parecía haber cambiado para Sae Ron. Ella cocinaba cada mediodía las mismas porciones y ponía solo dos platos en la mesa. Taehyung no preguntaba, no emitía ni una sílaba y se largaba antes de que su estómago le reclamase su lugar. Un lugar que había perdido.

Se cruzaba a un sudado Jungkook en la entrada. Después de cortar infinidad de troncos en pequeños trozos con un hacha desafilada durante toda la mañana, el agua le corría por la frente y le pegaba la camiseta al cuerpo y, en otra vida, él había tocado allí, había sentido el pecho agitado bajo la palma de su mano. Eran otros entonces. Otros dedos. Otros labios. Otros ojos. Por eso miraba al suelo en cuanto lo veía.

No habían cruzado palabra desde entonces.

Se había comprometido ante el Concejo a establecer una vigilancia estrecha sobre el nuevo ciudadano, pero a veces ni siquiera sabía dónde estaba él mismo. Ni le importaba. Vagaba sin sentido la mayor parte del día, perdía las coordenadas del tiempo, y más de una vez se había desorientado en su propio territorio. No quería saber nada con cumplir su tarea y ver la figura insistente de Jungkook, moviéndose brutalmente bajo el sol, astillando sus últimas esperanzas.

Para hacer de perro estaba Namjoon. Un perro rabioso que iba tras la sombra de Jeon, con un bozal puesto por su padre.

"¿No deberías estar comiendo en tu casa?"

"¿Qué casa?"

Desde que había muerto su abuela, no había hogar. Solo un techo y paredes donde se diluía poco a poco el perfume de la única persona que lo había amado.

Yoongi tomó lo que quedaba de agua en su vaso y se secó la boca con las mangas largas de su camiseta. Siempre había tratado de ocultar su defecto de ese modo, a pesar del insoportable verano. Lucía cansado, aunque nunca escucharía una queja de su parte. Si algo le dolía, si algo le molestaba, si algo lo llenaba de furia, eran cuestiones secretas, muy bien guardadas en el fondo. Y aun siendo la persona menos demostrativa de la comunidad, prefería estar allí, comiendo arroz por tercer día consecutivo, que en cualquier otro sitio.

"Hoy encontré cinco huevos... en realidad seis... pero el último no lo vi y lo pisé"

El tono que usó Jiah al contarle una simple anécdota era inquietante. ¿Quién iba a reprocharle cuando apenas veía unos metros más allá de su nariz? Bajó sus pestañas blancas en un gesto de preocupación.

"Nadie va a enterarse, ni es tan grave. Deja de ser ridículo y lleva las sobras a los cerdos"

Yoongi lo trataba como a un hijo no reconocido. Y el agradecimiento y amor que sentía Jiah era conmovedor. Asintió rápidamente y salió con el encargo, dispuesto a complacerlo.

"Ha estado preocupado desde lo que pasó. A veces tiene pesadillas"

"Lo siento. Debí escucharte"

"Da igual. No es solo por eso. Los niños de SeokJin juegan con él a cazarlo. Lo golpean un poco. Pero lo asustan mucho ¿Podrías hablarles?"

LA ISLA [Completa]Where stories live. Discover now