kugutsu

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"Ya no soy más que yo
para siempre,
y tú ya no serás para mí
más que tú.

Ya no estás en un día futuro,
no sabré donde vives,
con quién, ní si te acuerdas.

No me abrazarás nunca
como esa noche, nunca.

No volveré a tocarte.

No te veré morir"

I. Vilariño

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Al salir de allí, la miseria comenzó a descascararlo. Entraba a una dimensión que cambiaría el sentido de su realidad. ¿Cómo haría para explicar alguna vez lo que había experimentado? ¿Qué palabras se acercarían al dolor de saber que todo tu arduo camino terminaba en un precipicio por el que te desbarrancaban con un puñado de palabras y un adiós?

Era una emoción tan fuerte que había comenzado a temblar. Estaban retirándole el suelo de un tirón, dejando a cambio un vertiginoso vacío.

Se sostuvo de la pared pero retiró su mano al encontrar unos grandes y curiosos ojos observándolo. La contextura infantil desapareció rápidamente, cerrando la puerta que había sido abierta, tal vez, con el solo objetivo de fisgonear ¿Era un niño, o un joven muy pequeño? ¿Contaría haberlo visto en la habitación de Taehyung? Siempre podría decir que se había confundido. Aunque confundir el primero con el último cuarto era de idiotas, alegaría resaca. Y, después de todo, en ese preciso segundo, le daba lo mismo. Le daba lo mismo el peligro de estar aislado, cercado y amenazado. Habían cavado un hoyo donde antes estaba su corazón, el motor que le había sacado a flote, que lo había reconstruido y empujado día a día, ya no funcionaba.

Siguió tambaleante. Escuchó un suave canto detrás de la siguiente puerta. Imaginaba que era el prostíbulo privado de Seon. Un hombre en cada alcoba. Un hombre diferente según el día, según el humor ¿Entrar en la última lo estaba destinando a ser parte de la colección? No... imposible, se dijo. Los machos no buscaban hombres como Jeon, pese a que sus facciones aniñadas pudieran ser cotizadas, la estructura física lo ponía en un lugar de rival, no en uno de deseo. Deseo era lo que despertaban los labios de Taehyung y sus gestos inocentes, las suaves curvaturas de su carne. Sin embargo, no pudo evitar pensar que estaba caminando en un inexorable patíbulo.

Se arrojó a la cama sin haberse quitado los zapatos. Una actitud irrespetuosa. Y es que la sola idea de moverse, le resultaba imposible. Quería dormir. Hundirse. Olvidar que a unos metros había un amante, en pasado, del que no sabía nada, en presente.

Acaso los recuerdos que conservaba de él fueran igual de falsos. ¿Los había suplantado por otros, más intensos, más excitantes, para seguir despertándose? Quería llenar su cabeza con Yi Bo, con los logros que había conseguido en el astillero. Quería que eso fuera suficiente. Que alcanzara. Pero, aparentemente, era hombre de quimeras. Una isla primero, una mujer después, un hombre en el siguiente orden. ¿Y ahora?... bueno, ahora podía imaginarse tomando el poder de la zona oeste de Corea...  ¿acaso el poder no era un impulso primigenio, como la vida y el sexo... era... un estado de alerta constante? ¿Le serviría? ¿Le serviría disponer de otros, hacer y deshacer, libremente, sin pedir opinión, para reemplazar lo perdido? Llevó sus manos a la cabeza y tiró de su cabello exprimiendo, sacando de sí, un poco de dolor físico...

Levantó una de sus manos y la dejó en el aire. Cada cicatriz y mancha le pertenecían. Símbolos de su lucha. Jamás nadie podría ver la herida que había recibido ese día. Íntima. Corrosiva. Igual a la que obtuvo cuando entendió que su tío, sin un poco de cariño o remordimientos, lo había vendido.

LA ISLA [Completa]Where stories live. Discover now