Two

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No soy una experta en la enfermedad, pero espero que se entienda.


Izuku sonrió, el cielo se veía manchado. Las alargadas nubes perturbaban su color azul, era un escenario mágico y pacifico, ¿Por qué no podían ser todos los días así? Arrugó la nariz, el olor del pan recién hecho se coló a través de sus fosas nasales. Volvió a sonreír, deseaba entrar a la cafetería y comerlo, sin embargo, las harinas refinadas estaban prohibidas en su dieta diaria. Suspiró y continuó caminando, la abrumadora marea de transeúntes se movía enérgica y desordenada. Sus piernas ardían y sus músculos palpitaban, estaba seguro de que sus huesos vibraban.

A su lado, Todoroki apretó los puños, ¿Cuánto tiempo podría soportar sin llorar? ¿Sin pensar en la despedida y sin sufrir? Le dolía y no podía negarlo, ¿Un mundo sin su mejor amigo? Con miedo, tragó duro y suspiró, ¿Por qué? La pregunta se deshizo al abandonar sus labios.

— Las personas son interesantes — Susurró Izuku, verlas moverse y disfrutar las pequeñas cosas y detalles insignificantes, lo llenaban de una enorme curiosidad. Se detuvo por unos segundos y admiró el leve tono anaranjado de las hojas de los árboles — ¡Qué suerte! Seré capaz de ver el otoño — Dijo en voz alta y rio con alegría y anhelo — ¡Todoroki, veré el otoño! — Se volvió y le sonrió.

Shoto sonrió lacónicamente, ¿Qué debía responder? El entusiasmo de Izuku estaba destrozando su alma. Abrió la boca, pero nada salió, las palabras se atascaron en su garganta. De súbito, el teléfono de Izuku emitió el característico de las llamadas de su padrastro se escuchó sonoramente. Parpadeó repetidas veces y contestó.

— ¿Dónde estás, joven Midoriya? ¿Está el joven Todoroki contigo? Mamá y yo ya casi llegamos al hospital — Izuku ahogó un grito y cubrió su boca con la mano izquierda, incapaz de hablar e incapaz de moverse. Se supone que él estaba en un viaje de negocios, no obstante, no lo había dejado solo — Sé lo que estás pensando. No te preocupes, estoy aquí, hijo — Murmuró el hombre.

Izuku movió sus labios, pero su voz se extinguió, las sílabas la brisa helada congeló su voz. Cerró los ojos y recordó, como sí los recuerdos estuviesen tatuados sobre sus huesos. Años después de que su padre murió, Toshinori Yagi apareció en su vida. Llegó con una sonrisa, con palabras de aliento y con brazos cálidos. Al principio fue un poco difícil y extraño, sin embargo, poco a poco la situación cambió y el día a día se torno de un tenue rosa. Apoyo, risas y amor, eso recibió de parte del hombre, Izuku lo amaba como si fuese su verdadero papá y eso le hacía muy feliz.

— Estaremos allí en un rato — Respondió con lentitud, recibió una corta respuesta y guardó el teléfono con una mano temblorosa.

Apresuraron el paso, Izuku movió sus dedos y aceleró el paso, ¿Cómo debo reaccionar? Se preguntó. Estaba consciente de lo que le dirían, había investigado lo suficiente y pese a ello, tenía un poco de miedo, ¿Qué pasará en el futuro? ¿Cómo será dejar todo atrás? Desde la lejanía, divisaron el edificio y su corazón dio un vuelco.

— Dime, Todoroki, ¿Qué harás cuando suceda? — El otro chico solo apartó la mirada, nervioso y temeroso.

No tenía una respuesta, y jamás la tendría. le obligó a cruzar el umbral de la espaciosa puerta y se dirigieron al ala correspondiente. Al llegar, su madre y Toshinori lo recibieron con un abrazo. Izuku se aferró con fuerza y aspiró el aroma de sus padres. Ya no era un adolescente, pero era algo que necesitaba.

— Mamá, papá y Shoto, no digan nada, solo escuchemos — Dijo con suavidad.

— Así será — Respondió Toshinori con una sonrisa.

Tomaron asiento y esperaron. Izuku empezó a murmurar palabras difíciles de comprender y su madre lo observaba melancólica, ¿Estaba preparada? Inhaló y exhaló, no, jamás lo estaría. Mordió su labio inferior, el terror estaba devorándola centímetro a centímetro. Buscó la mirada de su esposo y notó la ansiedad, el miedo y el nerviosismo en sus pupilas. Después de un corto lapso, la enfermera llamó a Izuku. Les informó que le haría el chequeo habitual y luego pasarían al consultorio de la doctora. Con cada segundo que pasaba, Inko se aterraba más y más. Cogió la mano de Toshinori y la apretó con fuerza, ¿Cómo debían reaccionar? ¿Cómo podrían detener las lágrimas? El peliverde salió y les indicó a sus papás y a Todoroki que lo siguieran. Su mejor amigo debía estar en esta charla, siempre juntos y siempre apoyándose.

La melodía de mi alma | KatsuDeku |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora