Five

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Izuku parpadeó repetidas veces. Apretó sus dedos y mordió su labio con suavidad, ¿Era un sueño? ¿En verdad tenía el número de Kacchan escrito en un papel? Y sobre todo era lo que lo tenía al borde de la euforia.

— ¡Kacchan quiere verme, quiere hablar conmigo! — Exclamó en voz alta. Su corazón dio un vuelco al darse cuenta de que existía la palabra: "Lástima" El sentimiento de tristeza lo había golpeado como una violenta ola en el mar abierto — ¿Y si es por lástima? — Se preguntó en un susurro.

Vaya, la sensación de melancolía se clavó en su cuerpo a una velocidad impresionante, ¿Por qué su mente era tan peligrosa y tan cruel? Imaginar miles de escenarios y sufrir en todos ellos, era algo despiadado. Suspiró, no debía atormentarse por algo que aún no había sucedido, ¿Pero perdería algo con ir? No, no lo haría. Meneó la cabeza, el tiempo se lo comía sin piedad, robándole los pocos alientos de vida que aún tenía. Le dio un último vistazo a su atuendo. Un par de pantalones negros y una sudadera verdosa. Soltó una risilla, su ropa combinaba con su cabello.

Por inercia, acarició sus pecas. Según palabras de su madre, se asemejaban a las estrellas centelleantes en el cielo. Muchas veces, veía su reflejo y las contaba. Eran infantiles, eso era un hecho, pero eran suyas y eso también las hacía especiales. Con sus yemas, acarició sus mejillas y tiró de ellas. Las observó colorearse de rojo y volver a su lugar. La piel era algo magnífico. A Izuku le gustaba abrazar a las personas que amaba, claro, sin abusar del espacio personal.

De súbito, su teléfono emitió el timbrar de una campana. Estiró su brazo y leyó el mensaje, "Midoriya, si pasa algo o tienes algún problema, por favor llama a tus padres o a mí. En verdad deseo que tengas una tarde feliz" Ladeó la cabeza, la cafetería no estaba tan lejos de su casa. Caminaría diez u ocho minutos. Había hecho su mayor esfuerzo en la terapia física y fue fácil caminar. Por ende, no deberían haber tantas dificultades. Cogió un gorro, afuera, las nubes habían tomado el control del cielo. La gélida brisa bailaba alrededor de los árboles y las hojas de los árboles empezaban a colorearse de tonos amarillentos y tonos naranjas. Cubrían el suelo con gracia y delicadeza. Al sentirlas crujir, sonrió.

Al mismo tiempo, Katsuki inhalaba y exhalaba, ¿Por qué mierda estaba tan nervioso? ¿Y por qué quería avergonzarse a sí mismo por un simple nerd? Chasqueó la lengua, la respuesta era obvia, de eso no cabía la menor duda. Creerlo era difícil, Katsuki Bakugo poseedor de una personalidad violenta y aveces irracional, había deseado por años a un simple chico amante de los cómics y las figuras de acción. En cierto modo, a él también le gustaba uno que otro superhéroe. No obstante, no era tan extremista.

— ¡¿Qué mierda me pasa?! — Exclamó furioso. Sus dientes castañetearon, la impaciencia le estaba despedazando el cuerpo. Pestañeó y pestañeó, el aire helado de la estación le calaba hasta los huesos. Le dio un vistazo a su reloj, había llegado media hora antes.

Katsuki odiaba sentirse débil y desesperado. Pese a ello, estar a la merced de Izuku no era molesto. Al contrario, era tierno. De repente, la realidad perforó su pecho. Se clavo como si fuese una espina venenosa y mortal, "Un año de vida" La siniestra frase se repitió una y otra vez, sumergiéndolo en un océano de caos, ¿Podría hacer feliz a Izuku? ¿Aunque fuese por un corto tiempo? ¿Pero y si el nerd no desease estar con él? ¿Y si solamente quería sacar esos sentimientos? Y lo más doloroso, ¿Estaba él preparado para decir adiós?

El pitido de su celular lo despertó del trance, desbloqueó y leyó: "¡Bakugo, tú puedes! ¡Todos te apoyamos! ¡Hasta la jefa!" Chasqueó la lengua. Estar torturándose cerca de la cafetería era algo innecesario. Encendió su motocicleta y en menos de dos minutos, llegó a su destino.

Cogió su bolso, cruzó el umbral de la puerta y buscó el asiento más alejado — ¿Lloverá? — Se distrajo con las nubes grises que cobijaban el firmamento.

Pateó el suelo con fuerza, él odiaba los días lluviosos y oscuros. Impaciente, continuó estrellando la suela de su zapato sobre el piso de madera, ¿Por qué las manecillas del reloj se movían tan lentas? Con un suspiro, inspeccionó el lugar. Las paredes estaban adornadas con diversos posters de películas antiguas, eso le daba un toque atractivo y elegante al lugar. La cara redonda, como él la llamaba, se había esforzado en su negocio. De nuevo, suspiró.

Hurgó en su mochila y extrajo una pequeña caja de color negro. Las palabras estaban sobrevaloradas o tal vez y solo tal vez, no quería arruinarlo dejándose llevar por su personalidad. Presentar hechos era lo más lógico para Katsuki, el encuentro sería rápido, pero significativo.

Izuku caminó lentamente arrugó la nariz, el olor a café recién hecho lo golpeó con una fuerza demoledora. Estudió el establecimiento, vaya, era tan llamativo como su fachada. Respiró hondo, no debía distraerse. Buscó a Katsuki y al tener éxito, avanzó en su dirección, sudando en frío, se acercó. Cada paso que daba se sentía cansado y resbaladizo

— Nerd, está mierda será corta — Katsuki se levantó sin previo aviso y lo recibió con una mirada seria y un poco hostil.

Joder, había sido derrotado por la ternura de Izuku. Sus ojos verdes, tan parecidos a dos esmeraldas. Eran hipnóticos, aguzó la vista, era mejor terminar esto rápido

— Puedes pedir lo que quieras, ya he dejado dinero en la caja. Toma — Le extendió la caja y sus dedos se rozaron con los de Izuku. Corrientes eléctricas recorrieron su cuerpo, dejándole con las mejillas sonrosadas — Lee todo lo que hay en el interior de esta puta caja. Léelo y me llamas y créeme, vas a malditamente hacerlo. Por cierto, nada de esto es por lástima, grábatelo en el cerebro — Tenía la impresión de que esa idea rondaba por la mente del chico.

Sin decir una palabra más, se alejo a pasos agigantados. Lo había hecho, joder lo hizo. Mierda, estaba feliz, verlo con vida, verlo moverse y frente a él, le daba una sensación abrumadora y hermosa. Al mismo tiempo, Izuku sonreía. Pese a que fue fugaz, fue suficiente para hacerlo sonreír.

— Solo fueron cinco minutos, pero gracias por hacerme feliz — Sus ojos se humedecieron. No era por lástima, con la manga de su sudadera, limpió sus lágrimas. Sin poderlo evitar, las dejó salir. Cada gota salada quemaba, su rostro ardía y su corazón latía frenético — Valió la pena haber venido — Susurró acariciando con suavidad la caja. Después de muchos años, Izuku fue capaz de bajar la luna y probablemente, él podría ser el sol.

La luna es Bakugo y el sol Izuku, así queda más claro.

La luna es Bakugo y el sol Izuku, así queda más claro

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La melodía de mi alma | KatsuDeku |Where stories live. Discover now