Eleven

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Katsuki parpadeó, los rayos del sol quemaban su piel sin piedad alguna, ¿Por qué eran necesarios los ventanales tan altos en ese hospital? Estiró el cuello y frunció el entrecejo, ¿Qué hora era? A juzgar por el clima y la luz, debían de ser pasadas las ocho de la mañana. Estudió el lugar con lentitud, las paredes blancas y pulcras, habían sido cubiertas por imágenes, posters y fotos de superhéroes y una que otra de su banda. En cierto modo, era triste. Adornar y acomodar el entorno a tu gusto, a veces significaba permanencia.

Katsuki poco a poco era engullido por un agujero de dolor en su pecho. Estaba aterrado de la despedida y de la palabra "Adiós". Se levantó con pesadez y se acercó a la ventana. Echó un vistazo a través del cristal, la marea de transeúntes se movía histérica y agobiada. Uno que otro rostro sereno, semblantes tristes, aburridos y algunos alegres. Se volvió, Izuku era una de esas personas de mejillas sonrosadas y expresiones risueñas.

Caminó en su dirección y observó sus expresiones al dormir, estaba sonriendo y babeando. Un buen sueño tal vez o algo gracioso, se acercó un poco más y distinguió sus pecas. Parecían constelaciones fugitivas bajadas del cielo solo para engalanar su fino rostro. Sonrió, este maldito era tierno hasta cuándo dormía. Se aproximó unos centímetros más y con la yema de sus dedos acarició sus mejillas. Vaya, eran muy suaves, sin pensarlo, posó sus labios sobre la dulce piel. Ante el toque, Izuku despertó. Pestañeó y volvió a cerrar los ojos. Con los brazos perezosos, se aferró el cuello de Katsuki. Era cálido, Izuku amaba esa sensación.

— Buenos días, Kacchan — Susurró — Gracias por el beso — Dijo con una risilla.

Katsuki se alejó con rapidez y se cruzó de brazos — ¿Quién estaba dándote un beso? — Su voz era hostil, pero Izuku sabía que la vergüenza estaba destrozando sus entrañas.

De súbito, sintió una punzada en el corazón. Una opresión en el pecho le oprimió los pulmones y el aire empezó a escasear Su abdomen dolía y mucho, ¿Por qué ahora? ¿Por qué justo cuando era feliz? Las lágrimas bajaban libres y salvajes — No quiero — Balbuceó con dificultad, moviéndose desconsoladamente y sin control. Al ver a Izuku, Katsuki presionó el botón de emergencia. Segundos más tarde, apareció un doctor y varias enfermeras, "Tenemos que estabilizarlo, prevenir el ataque, su corazón" Gritaron. Una de las mujeres salió y entró con un desfibrilador, "Sáquenlo" Exclamó el médico.

— ¡Señor, salga, por favor! — Le dijo una enfermera.

Katsuki estaba inmóvil, sin poder avanzar o retroceder. Apenas y escuchaba lo que decían, ¿El final? No, no podía serlo. No cuando el sol aún brillaba, analizó el panorama, era demoledor, destructivo y cruel. Acomodar sus pensamientos era una tarea ardua y difícil. Imposible, susurró con la lengua adormecida. Sus sentidos se volvieron locos, ¿Por qué hacían tanto ruido? ¿Qué era es máquina? ¿Por qué? ¿Por qué? Maldita sea, ¿Por qué? Quería llorar, soltar todas sus emociones y dejarlas marchitarse, sin embargo, no podía. Mordió su labio con fuerza y sintió el sabor metálico de la sangre y fue cuando despertó del trance. Respiró hondo y gruñó desesperado.

— ¡Ni se te ocurra morirte! ¡No te atrevas, maldito nerd! ¡Estoy aquí, Deku! ¡Sálvenlo! ¡Por favor! — Toshinori entró con desesperación. Tomó a Bakugo de los hombros y lo obligó a salir.

Para Izuku, el mundo se tiñó de negro. Perdió el conocimiento y todo se perdió en la nada. Afuera, Katsuki inhaló y exhaló hasta que su garganta cosquilleó.

— ¡Púdranse! ¡No, no, no! — Los padres de Izuku, lloraban. Parar, estaba fuera de cuestión — ¡Sálvenlo!

Volvió a susurrar, se dejó caer sobre una silla y apretó los puños. La señora Midoriya cogió su mano, sabía que Inko quería darle apoyo y al mismo tiempo, buscar fuerza para vivir y por extraño que parezca, funcionaba. Diez minutos más tarde, les avisaron que Izuku estaba estable. Katsuki soltó un enorme suspiro de alivio. Sintió dolor y en medio de tanta agonía, solo pudo sonreír, ¡Él vivía! ¡El vivía, joder!  Por un momento, la mente de Katsuki se desvió hacia un pensamiento despiadado: Esto solo era una probada de lo que se avecinaba.

Les dejaron entrar a la habitación. Katsuki fue el primero en entrar. Caminó con lentitud y con temor, ¿Y si desaparecía? Era capaz de verlo, pero era una vista efímera. Algo que pronto acabaría.

— Deku, gracias por sobrevivir — Le dijo.

Pacientemente, espero por Izuku, quería que abriera los ojos, que le dijese "Kacchan" y que sonriera. Pasaron dos horas y el deseo de Katsuki se cumplió. Izuku parpadeó y volvió a bajar sus párpados, se sentía cansado, como si hubiese tenido una horrible pesadilla, ¿Qué había pasado? No podía enfocarse y pensar claramente. Abrió la boca y sin su voluntad, las palabras salieron. La petición egoísta que había estado enterrada en su alma.

— ¿Sabes? Quisiera ir a un último concierto tuyo, no tenía valor de pedirlo ... — Habló en voz baja, casi tan baja como una exhalación. Katsuki arrugó la nariz — ¿Eres Kacchan o mamá? — Preguntó en un estado casi inconsciente y Katsuki lo supo, haría cualquier cosa por ese nerd.

 Katsuki arrugó la nariz — ¿Eres Kacchan o mamá? — Preguntó en un estado casi inconsciente y Katsuki lo supo, haría cualquier cosa por ese nerd

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La melodía de mi alma | KatsuDeku |Where stories live. Discover now