Fifteen

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El doctor caminó con lentitud, secando su frente con un pañuelo de algodón. Contó hasta diez, dar este tipo de noticias le daba un cierto grado de vergüenza y culpabilidad. Dos sensaciones desagradables chocando entre ellas, vaya, en verdad se sentía dolido y despreciable. A medida que avanzaba, sus pasos volvían más y más lentos. Abrió la puerta y analizó a la familia y amigos del fallecido. Lucían ansiosos y destrozados. Respiró hondo y las palabras salieron tormentosas y culpables.

— Lo siento, no hemos podido salvarlo — La rabia invadió el cuerpo de Katsuki. Encadenado a una inmensa ola de furia, se abalanzó sobre el hombre y lo cogió del cuello. Un silencio aterrador los cubrió con rapidez, ¿Qué se creía ese hombre? Pensó, ¿Con qué derecho le decía que Izuku estaba muerto? Ignoró a la vocecita en su interior que le indicaba que debía calmarse y aceptar la cruel realidad.

— ¿Qué mierda estás diciendo? ¿Por qué estaría muerto si eres un puto doctor? — Las preguntas de Katsuki era como filosas dagas, incrustándose una a una en el corazón del médico. Bakugo apretó los puños, estaba muerto, muerto, muerto. Había llegado a un punto en el que no podía seguirlo negando, la expresión en el rostro del hombre era desgraciada y desolada — ¡Devuélvemelo! ¡Qué me lo devuelvas! — Su agarre se aflojó y simplemente lo observó con desesperación y angustia — ¡Devuélvemelo! ¡Devuélvemelo con vida! ¡Joder, yo lo quiero de vuelta! — Dejó escapar un sollozo y soltó al hombre. Se volvió furioso y golpeó una y otra vez la silla frente a él — ¡Yo lo quiero! ¡Lo quiero! ¡Solo dénmelo, maldita sea! — Todos a su alrededor lo observaban inmóviles. Katsuki no podía detenerse, sus manos temblaban y sus piernas no eran capaces de dejar de moverse — ¡¿No me oyeron?! — Gritó, Mitsuki caminó decidida, alzó un puño y lo estampó en el estómago de Katsuki.

— Sé que te duele, lo sé muy bien. Pero cálmate — Katsuki cayó de rodillas y Mitsuki le susurró palabras dulces al oído.

Como si fuese un infante buscando el consuelo de su madre. Katsuki la abrazó y lloró y lloró. gritando y temblando. Inko se aferró a Toshinori y ambos cerraron los ojos. Lloraban, habían perdido a su hijo, el sol de sus vidas. Todoroki solo observaba la escena con lágrimas deslizándose por sus mejillas sonrosadas, ¿Y su mejor amigo? ¿Quién reiría con él? ¿Quién le escucharía y daría consejo? ¿A quién le daría su amistad? Tantos años juntos y ahora todo estaba oscuro. Decidió sentarse, ¿Por qué? La pregunta que rondaba en la mente de todos. Katsuki se levantó, se alejó y caminó en dirección a la salida. Nadie dijo nada, era mejor dejarlo solo. Al salir, el aire helado golpeó su rostro.

— Dime, Deku, ¿A quién voy a amar ahora? — Desde esa distancia las estrellas lucían lejanas. Parecían burlarse y presenciar el show con agrado — ¿Quién va a amarme? ¿Quién me va a sonreír? — Se colocó de cuclillas y respiró hondo.

Sus lágrimas salían libres y agitadas. Al igual que Todoroki, solo fue capaz de agobiarse de preguntas sin respuesta. Al final, la luna estaría sola por siempre.


 Al final, la luna estaría sola por siempre

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La melodía de mi alma | KatsuDeku |Where stories live. Discover now