7. Un día en calma

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Cap. Cortito, compensaré con el siguiente. ;p  (la imagen es parte de vuestra maravillosa casita de playa)


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Suena la alarma del despertador por 5º vez. Levantas una mano a ciegas y lo mandas al suelo de un golpe. Son las diez de la mañana y tu cabeza está demasiado destrozada, tres días bebiendo de más no te han hecho ningún bien... pero oh, aún recuerdas perfectamente cada sensación de la noche anterior. <No puedo creer que me acostase con él... es tan perfecto.> Sonríes aún con los ojos cerrados. ¿Estás empezando a sentir algo que no deberías? Te levantas de golpe bastante mareada y Akane salta de la cama del susto, - ¡Prohibido pillarse! ¡Espabila! – Te dices en voz demasiado alta. Hoy querías hacer muchas cosas en la casa. Pero la pereza te puede y vuelves a tirarte a la cama.

Suena el timbre de la casa. Incluso oyes un "toc toc" varias veces. < ¿Quién coño es un Domingo a estas horas?> No te queda más remedio que levantarte por fin. Te miras al espejo, te peinas rápidamente y te pones la primera camiseta que encuentras para taparte un poco.

-¡¡VOY!! – Gritas con desgana a pocos pasos de la entrada. Abres la puerta con cuidado y asomas un ojo.

Y con una sonrisa enorme y sus profundos ojos azules, ahí está el joven Josuke y detrás, también con una expresión de alegría incontenible, esta Okuyasu.

- ¿S-Si? Esto... Qué sorpresa... Buenos días. – Dices con asombro.

- ¡Hola! Vamos a pasar el día en la playa, y como te vimos la otra vez allí sola y tu casa está cerca... Bueno, hemos pensado que tal vez te gustaría acompañarnos. – Dice el chico de ojos azules.

- Ah... Vaya, joder. Es que tengo mucha tarea hoy, hacen falta reparaciones en el salón, tengo que montar algunos muebles y el jardín es un desastre... ojalá pudiese acompañaros. Pero cuanto antes me encargue de todo... - No te da tiempo a terminar la frase, Okuyasu se adelanta y te empuja sin darse cuenta, para abrir la puerta y entrar en la casa mientras habla animadamente. –¡No te preocupes! ¡Josuke y yo te ayudaremos! ¿Verdad que sí, Josuke? –Coge a su amigo del brazo y lo arrastra hacia dentro. Este asiente con algo de nerviosismo.

Cierras la puerta y te sujetas la camiseta para intentar que no se te vean las bragas. <Mierda.>

-Bueno, si insistís... voy un momento a cambiarme, je je... En la nevera hay refrescos. – Y entras corriendo al dormitorio con una risita tonta. Pones la oreja en la puerta a la vez que te colocas unos leggins.

- Oi, Josuke. Creo que no llevaba pantalones... Es muy guapa. Me gustaría verla desnu...- Puedes alcanzar a escuchar como Josuke le manda callar histéricamente mientras él se ríe.

En parte te resulta alargador y gracioso, no hace mucho tú también tenías esa actitud... aunque ahora también. La verdad es que los dos muchachos transmiten mucha energía y es justo lo que necesitas ahora.

Sales vestida de la habitación y empezáis a organizar lo que vais a hacer.

La mañana pasa volando y ya has conseguido terminar la mitad de lo que querías, a pesar de literalmente no dejar de hacer bromas y llevarte un par de sustos al dejarle el taladro a Okuyasu.

Ya es media tarde y los tres estáis ocupándoos de cortar el césped y montar unos muebles de jardín.

- Creo que pondré una piscina cuando termine con la pérgola. Sí, estaría bien. – Comentas.

- Claro, así podremos venir todos los días después de ir a la playa. – Ríe Okuyasu.

No sabes si quieres tener todo el día a estos dos metidos en casa... Pero te ríes con él.

En mitad de tu tranquilidad mientras atas las cuerdas de la hamaca, notas algo detrás de tu oreja, te giras sin darle importancia, y un grito tremendamente sonoro te sobresalta a la par que ves como el stand The Hand esta frente a tu cara. Caes sobre tu trasero y procesas lo que ha pasado. Los chicos se ríen al otro lado del jardín. Levantas una ceja seria, realmente no ha tenido gracia. Pero algo más ocurre, te rodea un humo negro y una niebla espesa. La sombra que dibuja tu cuerpo en el suelo se comienza a expandir y cambia sin una forma definida, te da la sensación de ver como pequeños destellos y chispas en el aire.

- ¿Qué demonios? ¿Qué pasa? Esto... ¿Esto es un stand? – Alcanzas a decir.

- Okuyasu, ¡Mira! ¿Funcionó? – Josuke te señala y dejan de reírse.

Te levantas intentando comprender que es eso que sale de las sombras que proyectas. Pero no ocurre nada más, solo da la sensación de que alguien barrió el suelo y levanto mucho polvo. Por un momento parece que la sombra quiere levantarse del suelo y hacerse física.

- ¿Y ya está? ¿Eso es todo? ¿Esa es mi energía mental? Es una mierda... - Dices y te encoges de hombros. Todo el rastro de tu stand se desvanece.

Josuke se acerca a ti al ver tu reacción y su mano tiembla ligeramente antes de posarse sobre tu hombro. –Oi, no te sientas mal. Seguramente todavía no se ha desarrollado... algunos stands necesitan aprender y crecer... - Pones tu mano sobre la suya y aunque te sientes muy decepcionada, tratas de sonreírle; es muy reconfortante tenerlo cerca. Adviertes sus sonrojadas mejillas, te mira con tanta dulzura que te dan ganas de abrazarlo; cosa que evidentemente no vas a hacer.

Los dos adolescentes no dejan de ayudarte el resto de la tarde y son mucho más amables contigo, en el fondo odias pensar que también piensan que tu stand es una porquería y sienten compasión por ti. No quieres darle vueltas, tal vez tengan razón y sea cuestión de maduración y aprendizaje.

A última hora de la tarde, se marchan y te quedas en la casa sola. Jotaro no ha llamado en todo el día y por alguna razón, no te atreves a llamarlo tú. Te dispones a dar un paseo hasta la playa.

Una vez allí, te sientas en la arena y contemplas el paisaje. El relajante sonido de las olas siempre te ayuda a calmarte y pensar mejor. Extiendes el brazo mirando al suelo, no hay suficiente luz como para hacer sombra, sin embargo; algo oscuro se forma y emana humo negro como horas antes en el jardín. Te intentas concentrar, intentas sentir algo. ¿Energía fluyendo? ¿Ideas materializándose? Poco a poco distingues mejor como la mancha negra se despega de la arena y empieza a formarse una masa extraña con dos agujeros que desprenden algo de luz, parecen dos ojos amorfos mirándote. Todo desaparece al instante cuando ves a un hombre rubio misterioso aproximarse a ti, no le das importancia, pero ya no te sientes tan cómoda como antes. Te levantas y vuelves a casa sin dejar de preguntarte si eso irá a más, si tendrá forma; si será útil en algún sentido...


The Dragon, the Star and the Diamond. (Jotaro x Josuke x Lectora fem.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora