Capítulo 11

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Macarena llamó a un taxi y se dirigió al centro de Versalles. En la avenida principal, se sentía totalmente perdida. No perdida geográficamente hablando, sino, mentalmente.

La opción más obvia era regalarle un libro. Pero había una razón  para que ella no la eligiera: Sería demasiado obvio.

¿Debe sorprenderse con el regalo o contigo Macarena? Cállate, subconsciente, Bárbara debe haber leído todos los libros del universo, Macarena no quería darle un regalo repetido, no tenía idea de qué tipo de libro estaba leyendo: ¿Julia y Sabrina? No, ¿cual es su tipo? ¿guerra, ficción, arquitectura, física? ¿Química?

La cabeza de Macarena era un caos total.

Comenzó a caminar por la avenida, ignorando miradas insinuantes aquí y allá. Pasó por varias tiendas, despachándolas una por una.

¿Ropa? Qué regalo aburrido. ¿Una joya? Barbara no parecía del tipo. ¿Zapatos? Nunca le había prestado atención a sus zapatos ...

Macarena llegó a la plaza. Había vagado por la avenida sin elegir nada. Molesta, se sentó en un banco, tratando de pensar.

¿Lo que yo quiera? pensó Macarena, tratando de aclarar su mente. Sorpréndela , respondió a su cerebro. ¿Por qué ... bueno, no lo sé! se exclamó a sí misma, haciendo un gesto exasperado con la mano.

De acuerdo, cálmate. para sorprenderla, tienes que hacer algo que ella no espera. Wow que genio eres ¿eh? ... Piensa ... Déjame ver ... ¿qué nunca esperaría Bárbara ... un búho de peluche?

Macarena se permitió un minuto tratando de imaginarla cuando recibiera el hermoso regalo, luego sacudió la cabeza y volvió a la realidad.

Mejor no. Hmm ... Joyas ... No veo que eso la sorprenda. Se pondría feliz, tal vez, pero no se emocionaría. Maldición.

Fue entonces cuando una niña pasó de la mano con sus padres. *Epifanía*

No, no la niña pequeña.

Sino lo que la niña abrazó.

***

¡Perfecto, Macarena! Exclamó para sí misma, te felicito por ser tan...perfecta! Ella estaba en el asiento trasero del taxi con los regalos (si, más de uno. Chica con suerte.) Los acomodó a su lado.

Macarena había pasado los últimos treinta minutos corriendo por la avenida y otras calles paralelas, buscando tres cosas, tres cosas que Bárbara nunca esperaría.

¡Yei!, soy asombrosa.

***

Pagando unos pocos euros por el viaje y algunos cambios adicionales (el dinero no era suyo), Macarena salió del taxi y se dirigió a la casa.

Entró, no se sorprendió de que en el primer piso no hubiera nadie, ya que podía escuchar la ducha en el segundo piso.

Se sentó en el sofá, colocando regalos en la mesa y admirándolos.

Tal vez, pensó Macarena, debería cambiarme de ropa.

Rápidamente subió las escaleras, deteniéndose frente al closet con su ropa, "veamos qué trajeron para mí", dijo mientras hurgaba en la ropa buscando algo para ponerse.

- Oh si! - gritó Macarena cuando encontró un ajustado vestido rojo, se lo puso lo más rápido que pudo, y luego se puso unos zapatos del mismo color.

La cocina olía bien, admitió Macarena bajando las escaleras, no podía descifrar el aroma, pero olía realmente bien. Pronto, este aroma culinario se fusionó con otro: un aroma calmante y relajante. Escuchó que Bárbara bajaba las escaleras y se levantó para esperarla.

- ¿Ya regresaste? preguntó Barbara sorprendida.

Guau. Si Macarena tuviera menos presencia mental, se habría quedado boquiabierta. Bárbara llevaba un vestido rojo como el suyo, la tela brillaba, y estaba un poco apretada hasta las caderas, también se había maquillado, sus labios pintados de rojo resaltaban sus intensos ojos marrones.

- No. - dijo Macarena, tratando de recuperar el control. - Todavía sigo allá.

Bárbara puso los ojos en blanco.

- La cena está lista.

- ¿No quieres tú regalo primero?

- Hmm ... ¿Qué me trajiste?

- Es una sorpresa. ¿Como ves, ya o después?

- Ya. - respondió Bárbara, sin contenerse.

- Escoge un número del uno al tres.

- ¿Cómo?

- Dime un número del uno al tres.

- Dos, creo.

- A ver ... - Macarena hizo un gesto teatral, recogiendo un ramo de flores.

- Gracias. -respondió Bárbara, aún mirando las rosas rojas.

- Uno o tres?

- ¿Cómo?

- ¿Que cual va a ser el próximo, uno o tres?

- ¿Hay más?

- No, pasé casi una hora en la calle para comprar un ramo de flores.

- Idiota. Hmm.

"Hmm ..." murmuró Macarena, sosteniendo una caja más delgada que larga.

Barbara colocó las flores en el sillón y abrió la caja: dulces en forma de corazón.

- ¡Para mi! dijo ella, incapaz de contenerse.

- Así hasta pareces una adolescente. - dijo Macarena.

- Oh, cállate.

Macarena se echó a reír.

- Y ahora, el último y el mejor ... ¡Número tres!

Y le entregó una caja perfectamente cuadrada, con un lazo rojo anticuado en la parte superior.

Barbara desató hábilmente el moño, le quitó la tapa y una expresión de sorpresa, afecto, emoción y felicidad se formó su rostro, haciéndola sonreír.

Sacó un osito de la caja.

Era blanco, no más de seis pulgadas de alto, le sonrió suavemente y parecía muy suave. Llevaba un pañuelo rojo.

- ¡Qué tierno!

- Repito lo que dije sobre que pareces una adolescente.

- Cállate. ¡Es que es tan dulce!

- Te dan ganas de abrazarlo. - confesó Macarena.

- Gracias. -dijo Bárbara. Macarena se inclinó ante ella.

Misión cumplida. Macarena, ¡eres genial!

Bárbara tomó las flores e hizo un hermoso arreglo en un florero sobre la mesa.

Wow.


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Las leo chicas 👀

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Esta historia NO ES MIA. Todos los derechos reservados, créditos y respeto a su autora @LANAWIIINTERS! que amablemente me dejó traducirla y adaptarla a Barbarena.

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The Experiment | Barbarena TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora