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El frío invierno, cubrió la ciudad con un manto blanco y un viento despiadado. Las familias se reunían cerca de sus chimeneas y los otros que por pobreza no tenían aquello, se acercaban a una fogata creada por los leños secos y comían unas deliciosos y cálidas sopas para calentar sus estómagos. Desgraciadamente, el hospital "Sacred Hearth" no tenía el privilegio para sus pacientes. Las frías salas congelaba a los enfermeros y a sus pacientes, aquellos intentaban acurrucarse en las delgadas sábanas para combatir el frío y los empleados del hospital intentaban estar en constante movimiento para mantener su cuerpo caliente. Todos estaban esparcidos, haciendo acciones para que el fuerte invierno no los consumiera, excepto Mike, quien estaba parado enfrente de la ventana observando como las personas salían de ese lugar. Se mantenía en silencio, mientras en su mente recordaba ese día cuando levantó el arma y le disparo a esa bestia.

-Permiso, Mike- golpeó la puerta una mujer. El entrar, está sostenía una bandeja con el almuerzo del joven, la dejó a un costado y se acercó al joven. Mike no se giro ni siquiera a saludarla,siguio con la mirada fija en la ventana.

El joven respiro hondo y decidió contarle lo que ocurría en su cabeza,la Doctora se mantuvo expectante.

-Estuvo aquí -menciono con dificultad, Mike. Trago saliva y continuó.- El quería pasar un rato conmigo y me dijo que se sentía mal por todo lo que me había hecho ¿Debería creerle?

-Mike-la mujer pensó en sus palabras antes de decirla, respiro y con una mirada calidad y maternal siguió con sus palabras.- Las personas como Norton no cambian, porque ellos no quieren cambiar. El esfuerzo debe ser de él, no tuyo.

El rubio se mantuvo en silencio, y agachó su cabeza como era de costumbre. La mujer al ver la actitud de Mike, decidió retirarse del lugar y dejarlo solo para que pudiera concentrarse más en sus pensamientos. Al salir de la habitación se encontró con el enfermero Aesop Carl, quien era su mano derecha en el caso del joven Mike Morton.

-Carl, aumentale la dosis para el viernes- indicó la mujer, este anotó la orden en su libreta rápidamente y subió la mirada esperando las palabras de su jefa.- Aún piensa que sigue vivo y que lo viola por las noches. Pobre muchacho, como ese hombre pudo hacerle esas horribles cosas.Que se pudra en el infierno ese bastardo. Solo quiero que llegue el día en que me diga que no tuvo una pesadilla con ese idiota, si llega ese día inmediatamente lo pondré en alta, para que puedo estar con esa familia que tanto lo quieren. Creo que el estaría mejor con ellos que en este lugar,ya que el cuerpo de ese pervertido estuvo aquí...

-Según los que nos contó su amigo Luchino y los demás empleados, la mente de Norton estaba totalmente quebrada gracias a los maltratos de sus padres-dijo, Aesop. La mujer giro su mirada con el ceño fruncido,eso incómodo al enfermero.-No...no lo estoy defendiendo , solo explico las causas.

-Lo sé, solo... Ningún otro caso me ha causado tanta tristeza como este- la mujer, se retiro del lugar cabizbaja y con pasos lentos, quería distraer su mente con un cigarro. Aesop se quedó en el lugar para vigilar los otros casos, y para avisarle al otro enfermero encargado de las pastillas, el cambio de dosis del joven Morton.
Cuando llegó a la sala del otro enfermero, vio cómo este se encontraba sentado viendo por el celular un partió de fútbol, estaba recostado en el asiento de un escritorio mientras se rascaba la panza que sobresalía de su pantalón.

–La doctora Dyer dijo que aumentes la dosis de Morton para el viernes–dijo, Carl. Alzó el papel para que este lo recibiera, el hombre sólo lo agarro bruscamente y siguió observando su juego. El enfermero Carl odiaba a ese sujeto, era repugnante y patético, rascándose la panza peluda y como su polera tenía marcas de sudor en sus axilas.
Se retiro del lugar, ya que no quería ver a ese montón de grasa criticando a los jugadores como si el fuera un gran deportista.

Mr. Mole:La rosa y la bestiaWhere stories live. Discover now