Capítulo 9 - Basta de calma

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Riley entró a la habitación, pero para entonces, Nicholas se había apartado de Chloe, y fue como si no la hubiese estado forzando. Chloe se paró de la cama, y se lanzó contra el chico para golpearlo, pero entonces Riley se interpuso, y lo evitó.

-¡Oye, oye, oye!, ¿Qué te pasa Chloe? -Preguntó asustada Riley-.

-Es un imbécil de mierda, eso pasa.

-Yo creo que es mejor irme. -Respondió Nicholas, mientras se limpiaba la boca, y salía con una sonrisa perversa de la habitación de la chica-.

-Ahora sí, ¿Puedes decirme qué pasó? -Le consultó Riley mientras sobaba el brazo de Chloe-.

-Intentó... tú sabes, -Repetía la chica con rabia-, es un idiota.

-Espera, espera. ¿Te alcanzó a hacer algo?

-No, no lo hizo, pero si no hubiera sido por tu oportuna entrada, la situación sería otra.

-Tenemos que avisar de esto, es un peligro.

-No, no... es sólo un borrachín de mierda, déjalo. -Concluyó Chloe-.

Riley no le supo responder, y Chloe entonces tratando de ser servicial y un intento de buena amiga, sacó de una pequeña nevera que tenía en el dormitorio, unas bebidas energéticas que se había traído de la farmacia. Le pasó una lata a Riley, y ella aceptó.

-Oye, ¿No está esto vencido? -Preguntó Riley mientras buscaba la fecha de vencimiento-.

-Sólo tómalo. -Respondió la otra chica, ya tomando de dicha bebida-.

Las dos chicas se permitieron hablar un buen rato. Se dieron a conocer un poco más a fondo, y la pasaron bien a fin de cuentas, cosa que Chloe necesitaba de vez en cuando. 

Miguel ya estaba desesperado, no aguantaba estar encerrado, y mucho menos no poder moverse lo irritaba.

-Mierda, mierda. -Exclamó del dolor que tenía localizado en su pierna mientras se sentaba en la camilla-. Laura, ¿Puedes venir?, Te necesito. -Le dijo Miguel por radio a Laura-.

-Ya salgo para allá. -Respondió la chica con un tono de pereza-.

La chica no demoró en llegar, pero lo hizo junto a Alex, quien no entró del todo a la habitación, sino que se quedó recostada a la puerta.

-¿Qué te pasó bebé? -Preguntó Laura de manera tranquila-.

-Voy a irme de aquí, y no puedo hacerlo solo. ¿Me ayudas? -Preguntó el chico de cabello alborotado con una pequeña sonrisa-.

Laura decidió ayudar, y le pidió a Alex que entonces entretuviera a la persona en recepción para así poder sacar al chico sin problemas. Miguel, en medio de eso, sabía que era raro que Laura ahora anduviese como si nada con la chica que la había amenazado días atrás, pero guardó silencio. Escribió una nota, la cual sería leída por Emma, donde le hacía saber que se sentía mejor, y que por tal motivo no estaría más, lo cual era ridículo teniendo en cuenta que una flecha había entrado en su pierna.

Al final pudieron salir de acuerdo a lo hablado, y Miguel, con ayuda de Laura, se dirigió al dormitorio. Ése día fue aburrido para él. Laura estaba intermitente. No decía para dónde iba, y Miguel simplemente se basaba en la confianza que le tenía a la chica.

Los demás chicos estuvieron pendientes de Miguel, pero no fue su centro de atención. Sonó entonces, mientras cada uno de todos los chicos se encontraban en su respectivos dormitorios, una voz por el megáfono. Le solicitaron a un par de nombres dirigirse al edificio donde habían quedado por primera vez el grupo de Miguel. Laura miró a Miguel, y negó con la cabeza.

-No, ni loco. Si vas a salir será sobre mi cadáver. -Pronunció Laura-.

-Amor... .Suspiró Miguel-. Estoy demasiado aburrido.

De repente, una voz irrumpe la radio de Laura. Y para sorpresa de nadie, era Alex.

-¿Estás ahí? -Cuestionó la chica de cabello rojo a Laura-.

Laura salió de la habitación, y fue hasta entonces que le respondió a la otra chica. Miguel obviamente saltó esta vez en celos. Laura demoró 2 minutos fuera de la habitación.

-¿Está todo bien? -Cuestionó Miguel, con rostro serio-.

-¿Por qué no he de estarlo?, estoy de maravilla. -Respondió la chica, sentándose en la cama con Miguel-.

-Sabes porqué lo digo. Todo comenzó con aquella carta. Tu forma de ser... Ha cambiado.

-No es así, estoy igual, soy la misma chica que se muere por ti.

-Amor, no... -Hizo una pausa, y suspiró profundo-. Sabes que las cosas no son las mismas. Es más que evidente, no eres la misma chica.

-Oye, espera, no. Para ahí. ¿Qué supones?

-Sólo digo que... -Pronunció antes de ser agresivamente interrumpido-.

-Pensé que confiabas en mí. Después de tanto... estás dudando. Wow. -Exclamó de manera dramática Laura, mientras se paraba de la cama, y le daba la espalda al chico. Caminó lentamente hacia la puerta, y sin decir una sola palabra más, se fue de manera extremadamente dramática-.

Fue entonces cuando, después de casi todo el apocalipsis, a Miguel se le formó un caos en la cabeza por una chica. Se sentía raro, con miedo a perder a la chica que amaba. También creyó y supuso que a lo mejor esa actitud de estar a la defensa era sólo una manera de refugiarse y esconder lo que él tanto temía. Todo se basaba y se reducía a suposiciones, lo cual era peor. Sobre él estaba ya de por sí el peso del nombre de todos los que habían llegado hacía días a la comunidad, y ahora se sumaba el de no saber qué pasaba con Laura. Dramas de un adolescente entrando a la adultez, supuso él.

Volviendo a su yo, a su ahora, y de a poco comenzó a escuchar lo que estaba pasando afuera. Se oían gritos de hombres y mujeres. Se oían disparos, y veía bajo la puerta sombras que le indicaban que había gente corriendo de un lugar a otro. Sabía que si salía, era exponerse y a lo mejor no poder hacer lo que solía hacer en esos casos: Ayudar.

En todo caso, se paró como pudo de la cama. Agarró su fusil, se puso un maletín donde llevaba un kit de primeros auxilios, una molotov, y un par de cargadores para el arma, y caminando como pudo, abrió la puerta de su dormitorio.

Eran las 20 horas. El sol se estaba poniendo, lo cual hacía que aún en medio del caos que había afuera, todo se viera bonito. Cerró la puerta del dormitorio, y fue hasta que un Involutario lo atacó y lo tiró al piso, que supo qué estaba más o menos pasando. Para su suerte, supo defenderse. Agarró todas sus fuerzas, y tiró al Z de él. Le disparó en repetidas ocasiones en la cabeza, lo cual no sirvió, pero sí lo dejó malherido. Así entonces Miguel tuvo tiempo de sacar la molotov que se encontraba en su mochila, y la lanzó contra el Z que ya se disponía nuevamente a atacarlo. Fue lo único que se le ocurrió, y quizás, en medio de su desespero, encontró la manera de acabar con esos detestables y fastidiosos Z. El mencionado se quemó por completo.

A lo lejos, Miguel pudo ver que, entre tantos Z y personas corriendo, había algo, mejor dicho, alguien. Gritaba por ayuda. Miguel se dispuso a correr como le fuera posible entonces, y estando ya casi cerca de su objetivo, alguien, o algo, lo toca por atrás, dándole un pequeño empujón.

 Miguel se dispuso a correr como le fuera posible entonces, y estando ya casi cerca de su objetivo, alguien, o algo, lo toca por atrás, dándole un pequeño empujón

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The Infection II: En busca de un finalWhere stories live. Discover now