Prólogo

1.8K 144 3
                                    

Ella sentía el viento acariciar su rostro y mover sus rizos con ímpetu. Sostenía sus rodillas y gozaba cada segundo el tacto de su propia piel, contaba cada una de sus respiraciones como si de eso dependiera su existencia, hacía permanente cada sensación ya que sabía que en cualquier momento el día terminaría y debería volver al espejo.

-Pecosa- la voz tan conocida hizo que la chica dejará de alabar su propio cuerpo y regresará a la realidad, el pasto rozando su piel era de las muchas cosas que ahora apreciaba más que nada, había crecido mucho esos últimos meses y eso también la mantenía contenta. El tiempo ya pasaba para ella como la de una chica normal.

-Amo Draco- el peso a un costado de ella se sintió de sobremanera. Sonrió al verlo de nuevo a su lado con su ropa elegante y su expresión relajada; mirar el bosque extenso que rodeaba a la mansión Malfoy se volvió un hábito de ambos gracias a la pelirroja.-recuerda que mientras estés fuera del espejo debes estar cerca de mi- la chica asintió.

El viento esta vez acaricio a ambos jóvenes que sentados apreciaban los sonidos de la naturaleza. Llevaban meses conociéndose como la gente normal debía hacerlo y a ninguno de los dos le resultaba incómodo ese silencio; aprendieron a hablar sin palabras y a desahogarse sin ruido.

La primera vez que Evangeline salió del espejo fue el primer día en la mansión Malfoy, no tenía mucho que habían regresado de Hogwarts. Su madre recibió al niño rubio con júbilo y amor mientras su padre le palmeo dos veces la cabeza con monotonía. Las típicas preguntas eran ¿Cómo te fue? ¿Tus calificaciones? ¿Tus reconocimientos? ¿Próximos partidos de Quidittch?...¿Por fin aceptó a Pansy? Entre otras cosas que ella desconocía y se moría por averiguar. Más tarde los padres de Draco ya estaban dormidos y de eso se aseguró la pelirroja antes de no sólo mostrarle la verdad a su amo si no que explicarle la situación que se aproximaba, los planes en hogwarts y las apariencias que debía mostrar ante el rubio como una persona en carne y hueso, Evany describía a su amo de manera en que su rostro era atónito, su piel palidecia más de lo normal y sus manos temblaban por unos segundos...había una chica en su habitación o eso parecía importarle más que todas las explicaciones que quiso darle.

-Mi madre quiere invitarte a cenar- hablo después de unos segundos con aire de haber soltado una confesión. La chica lo miro, sus ojos azules se clavaron en los grises de su amo. No había sorpresa ni frustración, sólo ansiedad. Se asusto por un momento de que hubiera hecho las cosas mal y en un descuido la habrían descubierto; sin embargo la despreocupación de Draco la tranquilizó.

-¿Tus padres saben de mi?- pregunto curiosa. Draco dejó salir un bufido exhausto, recargo su antebrazo en la rodilla y dejó caer sus mechones de cabello platinado en el rostro; cerró los ojos para relajarse pues era común liberarse de todas las preocupaciones en ese lugar.

-Sospechan- Acepto luego de unos segundos para disfrutar el silencio del bosque- Después de venir todos los días a la misma hora y sin falta alguna es normal que mi madre piense que estoy quedando con alguien-

Evangeline se sonrojo, escondió su mirada en las rodillas para disimular su nerviosismo. Aceptaba que era mucho más difícil hacer eso teniendo un cuerpo físico que siendo sólo un reflejo en un espejo.

-¿Y tú que le haz dicho?- pregunto apenas tranquilizó los latidos de su corazón y se estabilizó lo suficiente para no tartamudear.

-"Cuando de verdad quede con alguien madre, yo mismo la invitare a cenar"- imitó con el mismo tono de voz que había hablado tiempo atrás a su propia madre intentando revivir ese incómodo momento.

La risa de Evangeline contagió al rubio platinado al cual también le había parecido divertido el tono que uso. Era común en ellos divertirse de esa manera; Draco se acostumbró inmediatamente a la presencia carnal de la niña mientras que ella temía de vez en cuando por el exceso de energía que podría estar consumiendo de su adorado amo.

Draco se levantó y le extendió la mano a la niña para ayudarla a hacer lo mismo. Evany la tomó sin titubear, siempre sentía un cosquilleo cuando tocaba la piel de su querido amo, era frío y a la vez cálido, tan suave que ella sería capaz de tocarlo todo el día. El platinado espero a que la pelirroja estuviera completamente de pie para poder caminar, la chica lo siguió sin dudarlo un segundo.

Desde que ellos dos se relacionaron con más profundidad Draco aprendió muchas cosas; como volar más rápido, técnicas de duelo mágico, hablar otros idiomas e incluso el gusto por leer.

-me sorprende que aún no me hayan seguido hasta acá- confesó con ironía. Destruirían la paz que tu haz formado en este lugar Evany.-

-Hice este lugar apropiado para ti, como tu lo querías-

Draco la miró con una sonrisa. ¿Por que la Acepto tan rápido dentro de su vida? Como si en vez de haberla conocido el año anterior, la hubiera conocido muchos años antes. Evany puso la mano en el tronco del árbol que siempre les servía como sombra y este de inmediato se volvió invisible, exponiendo en sus raíces unos artefactos que parecían más bien juguetes mágicos. La de mirada azulada los sacó con cuidado y los acomodó tal cual lo ha hecho todos los días a la misma hora.

-Tu falla esta en el miedo-explicó apenas terminó de acomodar el último juguete- No te meteran a Azkaban por use está magia-

-mientras no se haga con mi varita y tú uses el espejo como distractor nada de eso pasará-terminó la breve explicación de la chica con tono monótono- no es eso-

-¿Entonces que es?- pregunto curiosa. El rubio dejó salir un suspiro y sacó la varita de su túnica para depositarla en la mano de la rizada.

-No podré dominar esta magia antes de entrar a Hogwarts-

-Te enseñaré el tiempo que sea necesario.- hablo de manera sería la rizada. Acomodó la varita de su amo debajo de su manga y con la misma mano hizo que aquellos juguetes cobrarán vida.

Draco respiró. Intentaba hacer magia que la misma Evangeline le confesó ser muy confidencial y sumamente complicada. Hacer que aquellos muñecos de madera se movieran al mismo tiempo sin ayuda de su varita era lo que en pocas palabras el describía como imposible...sin embargo estaba ahí, intentándolo por milésimas vez.

Pasaron horas que se disfrazaron de segundos, hacía un avance significativo a comparación de la primera vez que lo intento. Por lo menos uno ya lo obedecía sin necesidad de concentrarse por completo y eso fue suficiente para sentirse orgulloso.

La luz dentro del saco de Draco interrumpió el momento haciéndolo volver al bosque donde se encontraba desde un inicio. Evany lo miro con una sonrisa de comprender.

-Tienes que regresar al espejo pecosa- menciono fastidiado. La de ojos azules aceptó y dejó que su cuerpo poco a poco desapareciera.

En las manos pálidas de su dueño ya estaba el espejo preparado, los juguetes desaparecían progresivamente mientras que el árbol de nuevo se volvía visible. Evany dejó de existir en tan poco tiempo que el de mirada gris aún no se acostumbraba a eso. Bastaron segundos para que la figura de la joven estuviera de nuevo dentro del espejo y su soledad apareciera aprovechando el momento.

-Vamos a casa- murmuró con serenidad y guardo el espejo con cuidado de nuevo en su ropa notablemente cara.

Estiró su mano y llamó a su escoba sin necesidad de usar la varita; el primer truco que aprendió de la pelirroja evidentemente. Se subió en ella sin ninguna prisa y de la misma manera en la que llegó se fue.

Mañana, un nuevo año en hogwarts daría comienzo.

:::::::::::::::::

Lamento mucho la demora ¡Pero aquí está el primer capítulo! Estiró de antemano les guste.

Ciao Ciao!

La Maldición Riddle [El Dueño Del Espejo #2] (DRACO MALFOY) - AUTORA ORIGINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora