Vacaciones de Navidad (2)

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Suga se despertó con la luz del sol entrando por la ventana. Abrió los ojos, y no vio a Daichi a su lado en cama. Parpadeó varias veces, incorporándose, y se dio cuenta de que su novio no estaba en la habitación. Bostezó y se levantó, vistiéndose con el pijama que había acabado olvidado en el suelo la noche anterior.

Abrió la puerta y se dirigió a la cocina. No había nadie. Los padres de Daichi no descansaban hasta los días de Navidad y Año Nuevo, así que por las mañanas estaban en el trabajo.

—¿Daichi?

Notaba el ambiente enrarecido, pero no entendía muy bien a qué se debía. Subió de nuevo las escaleras hacia su cuarto, y escuchó un ruido en el baño.

—Daichi, ¿estás bien?—Preguntó, acercándose.

—¡Suga! ¡No entres!—Gritó Daichi desde el baño.

Suga se quedó congelado en el sitio, sorprendido por la urgencia en la voz de su novio. Se acercó a la puerta, y se apoyó en ella suavemente.

—¿Qué ocurre?

Escuchaba una respiración agitada y ató cabos.

El aire estaba enrarecido por las hormonas de Daichi. Y no quería que entrase. Tenía una caída de dominante.

Respiró hondo. Sabía lo horrible que era eso. Sabía que se alejaba de él para evitar hacerle daño hasta que llegase su padre y pudiera realizar un intercambio.

Y sabía que no se perdonaría si le hacía algo. Y lo difícil que era controlarse.

Volvió a respirar hondo, apoyando la frente en la madera.

Sabía que le había costado horrores que el grito anterior no fuera una orden.

—¿Necesitas algo? ¿Llamo a tus padres?

Un gruñido sonó desde el otro lado de la puerta, y Suga suspiró, agachándose y sentándose de espaldas a ésta.

¿Qué podía hacer? Incluso si intentase ayudarle, no podrían realizar un intercambio. Lo habían comprobado de una forma similar. Con la diferencia de que Suga no tenía forma de detener a Daichi.

Ojalá no ser un dominante.

Aún así, no se apartó de la puerta. Notaba el aire cada vez más pesado, y ahora sabía por qué. Escribió al padre de Daichi desde el móvil, explicándole lo ocurrido. Prefería que al menos estuviera avisado.

Cerrólos ojos, no queriendo separarse de su novio más de lo que estaba.

—Koushi, ¿estás bien?— El padre de Daichi llegó media hora después, preocupado. Suga se levantó y sonrió, asintiendo —Menos mal. Voy a ayudarle, pudes entrar pero espera un momento ¿Vale?

Suga asintió, entendiendo que si entraba primero, podía ser peor.

—Daichi, soy papá.

La puerta se abrió tras unos segundos y Suga aguantó la respiración al notar la presión en el aire.

—Ojalá, ojalá fuera un sumiso. Ojalá poder ayudarle.—Pensaba Suga.

—Papá...

Daichi respiraba hondo, y aquella palabra había salido de sus labios de forma temblorosa.

Suga sabía que estaba aguantando con todas sus fuerzas las órdenes que luchaban por salir de su boca.

—Estoy aquí, ven, lo has hecho muy bien.

Daichi abrazó a su padre con urgencia, queriendo protegerle de sí mismo antes de descontrolarse.

Tras unos minutos, Suga entró en el baño, al notar cómo el aire dejaba de estar cargado con la caída de un dominante.

Proteged al solWhere stories live. Discover now