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Tanto los ensayos como el resto de clases se llevaron libres de situaciones comprometedoras. Tranquilas no, debido a que nada era tranquilo con ese par discutiendo por idioteces cada 4 minutos; pero Osamu no volvió a hacer intento de explicarle nada al ojiazul.

Aun así, después de un mes, el dichoso festival se llevaba a cabo en el auditorio interno.

Consistía en actividades artísticas, deportivas y culturales organizadas por cada grupo de esos ámbitos propios de la institución; además de equipos (no más de cinco personas) de "aficionados", que no eran miembros oficiales pero querían mostrar su talento en alguna de esos rubros.

El "Soukoku", bien conocido por toda la comunidad estudiantil (debido a su extraña relación de amor/odio, como la llamaban varios) así como por los docentes (que a pesar de observar que se llevaban como perros y gatos, entregaban un trabajo impecable) realizaría una presentación artística: un dueto de karaoke.

Uno a uno los números se iban presentando ante el público, recibiendo aplausos y vítores de ánimo.

Tras el telón muchos más se organizaban o perfeccionaban detalles mínimos. Era todo un espectáculo: vestuarios de colores, alumnos emocionados corriendo de aquí para allá, acarreando sus instrumentos, otros tantos calentando antes de su baile o ejercicio y unos más ensayando sus declamaciones poéticas. Una algarabía.

La emoción era palpable, pues se comentaba a modo de chismorreo, que un cargo importante de cierta institución gubernamental (junto con su apuesto hijo), habían asistido también como muestra de amistad hacia con Hirotsu Ryūrō, director de la escuela y habían sido vistos tomado té con pasteles en la oficina principal.

Los profesores encargados comunicaban el orden de presentaciones hacia los participantes, así no habría retrasos o imprevistos.

— El equipo de béisbol se ha retirado. –Avisó un encargado.

— Sigue el grupo de teatro con dos presentaciones, suban ahora. –Ordenó otra voz y el primer reparto obedeció. Los demás esperaban indicaciones.

— ¿Cuándo va el grupo de danza? –Preguntó una rubia de primer año, peinada con un alto moño y vestida de tutú.

— Tras teatro, sube Soukoku. Al terminar su dueto va danza. –Anunció leyendo el itinerario. — Procuren estar completos pocos minutos antes de que ellos bajen.

Entre el montón de alumnos escuchando indicaciones se encontraba Nakahara, ataviado con un conjunto llamativo que hacia juego con el de su compañero, a diferencia de que él usaba sombrero.

— ¿Donde se metió éste bastardo? –Preguntó molesto separándose del grupo para buscarlo.

Al pasar por una puerta entreabierta fue jalado de su brazo, quiso maldecir, pero una cálida mano se lo impidió. De un momento a otro la puerta había sido cerrada y nadie más lo notó.

Era la cabina donde estaban los distintos fusibles que permitían iluminación al auditorio.

— ¡Pero que sorpresa, enano! Es un gusto tenerte por aquí. –Lo recibió Dazai en una sonrisa, tapando aun su boca y manteniendo el agarre por su cintura.

El espacio era muy reducido, y el ancho del lugar era lo justo para que una persona cupiera sentada, por lo cual Chuuya quedó a horcajadas sobre su compañero.

Al notarlo, el rubor invadió sus mejillas y no dudó en querer (inútilmente) patear a su compañero.

— ¿Que sucede, Chuuya? ¿Acaso te hice recordar algo? –Le sonrió malicioso pegando su frente a la del pelirrojo en el momento que dejaba su boca libre.

— No... –Desvió la mirada fingiendo demencia y simulando asco por tener contacto con aquella sucia venda en su boca. "Por supuesto que no recordé tus descaros en la enfermería ni como me tenías lloriqueando como un urgido. Pedazo de bruto..."

— Oh, que mala memoria tienes~ Permíteme recordartelo –Se ofreció tomándolo por las caderas.

— ¡Espera Osa-- Dazai! –Lo frenó tomándolo por los hombros. — No vine a eso. –Frunció el ceño. — Después de teatro vamos nosotros y ellos ya están en escen--

Trató de razonar, pero el castaño le impidió cualquier movimiento con un fogoso beso que dejó sin aire a ambos.

— Descuida Petit –Le susurró seductor al oído. — Lo tengo todo previsto, confía en mí. –E inició a mordisquear su oreja.

El pelirrojo sabía que lo mejor era detener al más alto, pero desistió de todo intento cuando Dazai inició a lamer bajando a su cuello con parsimonia, dejando a su vez leves marcas donde mordía sin mucha fuerza.

— Estas muy callado~ ¿Te comió la lengua el gato? –Se burló de quien retenía jadeos entre el cuero de sus guantes.

Tras una risilla empezó a repartir besitos por todo el pálido cuello a su disposición, subiendo por la quijada hasta el rostro, donde continuó cariñoso mientras sus largos dedos recorrían la delgada silueta de arriba a abajo buscando como adentrarse entre los pliegues de ropa.

— Basta, tenemos que salir. –Se quejaba Chuuya; más no hacía por frenar aquellos toques sobre su espalda baja.

— Tenemos tiempo... Pero si te aflige, me apresuraré.

— ¿Apresurart--? Mgh~

Los finos labios del más alto le quitaron las palabras entre lamidas y mordidas, el beso se volvía más obsceno y los sonidos que causaba la saliva de ambos no opacaba los gemidos quedos de ninguno al aventurarse a frotarse sobre el contrario.

— En que buena posición viniste a caer... –Sonreía ladino, jadeando ante los ojos llorosos del bajito sin dejar de frotarse.

— Más... –Suspiraba apoyando su peso sobre el más alto.

— Pídelo~ –Susurró mientras sus manos tocaban tramos de piel que se erizaban a su paso.

— Ah~ Osamu... –Jadeó deseoso y exasperado, tomándolo rudo por los cabellos de la nuca acercándose más de ser posible. — Dame. Más. –Exigió para luego lamerle la nuez de Adán en modo sugerente que le hizo cerrar los ojos y soltar un gemido deseoso.

Dazai no necesitó que se lo repitiera, pues comenzó a desvestirlo del torso en ese mismo momento. Jugueteando con sus manos y su boca en la ahora piel desnuda.

La voz de Chuuya era un regalo, y quienes se creían dichosos por escucharla en una canción no eran más que pobres diablos. Dichoso Dazai, para quien eran todos los jadeos y gemidos que el otro daba ante sus toques desvergonzados.

Quitándose él mismo la corbata, la ató a modo de venda sobre los ojos de Chuuya, consiguiendo resoplara excitado y le siguiera el juego de desabotonarle la camisa, así, sin poder ver.

Confesión [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora