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— Mgh~... Osamu Ah~ Ahí, sí... Ah~ Más...

Probablemente era por el reducido espacio en la cabina del cajón de fusibles, pero el ambiente estaba muy caliente y sus cuerpos también.

O tal vez era por sentir la presencia de un intruso dando roces acomodado entre sus muslos, concediendo una humedad caliente entre sus ropajes.

Intentando aliviar tal aumento de temperatura, el pelirrojo se encontraba sin camisa pero aun con pantalones (aunque desaliñados) sentado sobre el regazo del castaño que gruñía por el contacto y cuyo pantalón había bajado poco más de sus rodillas mientras su camisa había sido desabotonada.

Estando tan ensimismados en el cuerpo del contrario y las sensaciones de placer que se podían provocar mutuamente, perdieron la noción del tiempo y la atención a lo que pasara fuera, en ningún momento escucharon las múltiples llamadas que el presentador hizo a su dueto, mucho menos a varios integrantes de otros números buscándolos tras bambalinas, o el intervalo de cierto tiempo que habían anunciado provisionalmente.

— Chuuya, quiero decirte algo importante. -Susurró entonces dulce en su oído.

— Dazai, creo que voy a correrme... -Respondió del mismo modo, frotándose con más ímpetu.

— ¿No puedes esperar, precoz? Estoy poniéndome sincero. -Le regañó ofendido, mientras lo tomaba fuerte para frenar sus movimientos y aprisionar sus manos.

— ¿Por qué debería hacerlo, bastardo desconsiderado? Es doloroso y por tu culpa ¡responsabilizate! -Aún bajo la corbata que fungía de venda notaba su ceño fruncido.

— Podrás hacerlo una vez te diga lo que tengo que decirte. -Le propuso.

— Patán manipulador ¿Hasta en esto necesitas tener el control, hijo de puta?

— Yo nunca miento en mis negociaciones, Petit.

— ¡Bien! Está bien, con un demonio. Dímelo y déjame tranquilo.

— "Tranquilo" es lo último que quieres estar... -Comentó entre una risa reprimida

— Estúpido... Apresúrate. -Renegó mientras se retiraba la tela sobre su azulina mirada.

— Como te decía. -Con parsimonia acomodó de nueva cuenta su cabeza de cabellos castaños cerca del oído del otro.

Chuuya contuvo el aliento...

— Te quiero confesar que... Me gust--

— ¡Encenderé las luc--! ¿¡¡Muchachos!!?

A partir del preciso momento en que la puertecilla fue abierta, los sucesos fueron fugaces y los recuerdos reprimidos. En su corta vida había pasado tremenda vergüenza, pero Chuuya Nakahara muy en el fondo temía era el karma llegando y cobrando cuentas de la manera más cruda. Y ¿qué peor augurio que Osamu Dazai? Su amuleto personal de desgracia y humillación.

Vaya fachas le fueron presentadas al director de la institución, al jefe de la Agencia más prestigiosa del país y al padre de su compañero que casualmente era también el jefe directo en el empleo de su madre... Quería que la tierra se lo tragase y por vez primera compartió el deseo de morirse.

— Buena tarde, caballeros. -Saludó desvergonzado Osamu, mostrando su mejor sonrisa, demasiado impecable para alguien en esas pintas...

Mientras el otro muchacho palidecía y cambiaba a toda la paleta de colores en la infructuosa búsqueda de su camisa.

— . . .

No hubo más ruido o contestación por parte de nadie. Excepto el flash del celular del médico, que anunciaba haber tomado una fotografía para recuerdo. No quería hundir al pelirrojo, pero sería muy entretenido ver la reacción que tendría al verla su secretaria, madre del muchacho.

Todo era incomodidad y silencio, hasta que una divertida risa hizo a todos voltear.

— Espero den un mejor espectáculo en el escenario; aunque, la tendrán difícil... - Se burló el recién llegado. — Ah y Mr. Fancy Hat... Qué manera de celebrar una declaración. Felicidades a la bonita pareja, se nota cuanto le gustas. -Guiñó cómplice al terminar. Esto provocó una exclamación de asombro en todos. — En su honor iremos a comer pastel y brindar con té ¿Cierto Edgar? Disfruten su velada, tórtolos. -Y así de espontáneo como llegó, se fue de la mano de un tímido chico de cabello ondulado.

Al volver la vista, notaron Chuuya estaba inconsciente.

En definitiva, no era el mejor modo de recibir una confesión. 

Confesión [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora